CAPÍTULO 5

Jenna entró en departamento y arrojó su cartera por algún lugar, caminando hasta el sofá de tres plazas, se dejó caer en este dando un profundo suspiro. Desde un principio sabía que volver terminaría siendo un dolor de cabeza, lo que no esperaba es que su tormento comenzara tan rápido.

El sonido del teléfono ocupo el espacio de la sala y llama su atención, fijando su mirada en el molesto aparato, decide dejar que el contestador sea quien la atienda.

“¿Dónde te metiste? Rebecca me avisó de lo que pasó en la fiesta”.

La voz de su hermana se escucha desde el contestador, y un nuevo suspiro sale de ella, esperaba poder dormir esa noche tranquila y lidiar con la histeria de su hermana cuando saliera el sol, al parecer fue demasiado pedir que su mejor amiga se quedara en silencio. Levantándose del sofá camina hasta su habitación, solo quiere dormir y terminar el jodido día.

< Jenna paseó su mirada por todas las personas presente dentro del recinto, si bien es cierto que todos los que están allí tienen el dinero suficiente dinero para pagar ese coste por un vestido, pero también sabe que ninguno de ellos era tan tonto como para meterse en una discusión como la que se estaba realizando. Cuando su mirada se fija en su exesposo, no puede evitar que un sentimiento de ira la invada, más al notar como este guarda su teléfono mientras una sonrisa de suficiencia se dibuja en su rostro, claro, debió suponerlo, alguien como Dylan siempre buscaría una forma de demostrar que su posición y dinero están por, sobre todo.

Guardando su sorpresa, Jenna sin decir una sola palabra, se dirige al área del backstage, necesita estar en un lugar donde vi su prima, ni su exesposo, obtuvieran el placer de ver como se altera. Tomando uno de los bocetos que se encuentran sobre la mesa, lo rompe con fuerza.

— Dime por favor que te imaginaste que la hoja es el cuello de la perra de tu prima. — Rebecca cerró la puerta tras de ella y se apresuró a abrazar a su amiga. — ¿Hay alguna posibilidad de hacer jirones ese tonto vestido?

Recibiendo el abrazo de su mejor amiga, Jenna deja salir un suspiro de frustración mientras apoya su frente en el hombro de esta.>

— Alguien recuérdeme porque demonios volví.

Son sus últimas palabras antes de caer dormida presa del cansancio.

***

Los golpes sobre la puerta fueron los que despertaron a Jenna, abriendo un poco sus ojos, se tarda en procesar el sitio en el que se encuentra, una vez que lo hace se levanta y camina con paso adormilado hasta la entrada, al momento de abrir lo hace sin ver previamente de quien se trata, grande fue su sorpresa y desagrado al ver a Dylan parado en el umbral de la casa.

— ¿Qué estás haciendo aquí Dylan?

Jenna se encuentra totalmente despeina, las únicas piezas faltantes de en su traje de la noche anterior son sus tacones y su chaleco, por lo cual ahora puede ver mejor la forma en la cual el body de encaje blanco y el pantalón del mismo tono acentúa a la perfección su cuerpo, aquella imagen le deja claro que al igual que hace años, Jenna se durmió tan pronto como llegó a casa.

— Anoche, no pudimos hablar, así que pensé en invitarte a desayunar.

Aquello tenía que ser una broma, de otra manera, Jenna no encuentra una respuesta lógica para que su idiota ex esté parado frente a su puerta con una invitación tan inverosímil.

— ¿Entiendes el significado de ser exesposos? — al preguntar aquello, Jenna niega levemente antes de dejar salir una risa escéptica.

— Vamos Jen, me lo debes. — apoyándose en el marco de la puerta, Dylan dice aquello mientras le dedica una mirada descarada. — Después de todo me enviaste un documento de divorcio sin darme un aviso previo.

Al escuchar aquello, Jenna cerró su agarre en la puerta, termina lanzando ésta en la cara de Dylan. Puede sentir como su rostro se torna rojo de la molestia que siente.

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.

.

— Yo hubiese roto un florero en su cabeza.  — Rebecca aún no puede creer la desfachatez que su mejor amiga acaba de contar.

Después de la inoportuna visita de Dylan, Jenna se dio un baño y se dedicó a organizar algunas de las cajas pendientes por desempacar. Cerca del mediodía, la puerta de su casa volvió a ser aporreada con fuerza, dudo bastante en levantarse a abrir, no quiere volver a pasar por el desagradable momento de encontrarse con Dylan, no es sino hasta que escucha la voz de su mejor amiga gritar su nombre, que se apresura a salir del sofá.

Tan pronto como entró en casa, Rebecca no mencionó ni una palabra, simplemente le entregó el diario de ese día, no entendió el porqué de aquello, o fue así hasta que leyó el encabezado de la primera página: <celos y dinero durante gala de beneficencia> son las palabras que coronan una foto tomada durante su intercambio de palabras con Jocelyn durante la subasta. ¿La verdad? No le sorprende que algo así esté pasando, no con la cantidad de prensa que cubrió el evento.

Después de dejar de lado el periódico, prefirió contarle a su amiga sobre la pequeña y desagradable visita de su ex, la reacción de ella, fue exactamente como esperaba que fuera.

— Lastimosamente, aún no los desempaco. — es su simple respuesta antes de comer de su plato de sushi. — y las unas cosas que podían funcionar eran las decoraciones que no pienso malgastar en él.

— No puedo creer de verdad que su idiotez llegue a tanto. — dando un trago a su cerveza, Rebecca mueve los palillos frente a la cara de su anfitriona. — “me enviaste un documento de divorcio sin darme un aviso”, ¿qué quería? ¿Qué le hicieras una fiesta y apagaras una vela por cada infidelidad de la que tenías la prueba?

Esas últimas palabras le hacen reír, en el pasado quería llorar cada que se acordaba de todas las pruebas de infidelidad que JB, Becca y Dánae le entregaron en su misión de hacerla abrir los ojos sobre el tipo de bastardo con el cual estaba casada, pero ahora, puede decir que aprendió a reírse de la situación, más aún cuando Dylan y Jocelyn se casaron.

— Lo que quisiera saber es, ¿cómo consiguió tu dirección?

— Es Dylan Riedel, el señor que todo lo puede.

Aquella respuesta hace que Rebecca deje salir un bajo bufido, odia que la familia Riedel siempre obtenga lo que quiere.

— ¿sabes? Si nuestra querida Jocelyn dio el grito al cielo al ver la similitud de tu vestido con el de la colección de LUXURY, no quiero imaginar el grito al cielo que dará cuando se entere de que abrirás tu propia casa de modas para competir con ellos.

— No quiero competir con ellos, — es simple respuesta de Jenna. — solo quiero rehacer mi vida, y trabajar es parte de ello.

El sonido del teléfono cortó la conversación de las dos amigas, volviendo a dejar al contestador hacer el trabajo, la voz que llenó el espacio, deja más en claro su punto.

“Hola Jenna, soy JB. Anoche desapareciste de la fiesta y no pudimos terminar nuestra conversación, si estás libre, me gustaría invitarte a cenar…”

El mensaje siguió un poco más, terminando con JB dejando su teléfono para que le respondiera.

— ¿JB?

— No es lo que piensas, idiota. — Jenna se apresura a negar las locas ideas que sabe deben estar pasando por la cabeza de su mejor amiga. — JB siempre ha sido un buen amigo.

— Claro, y sus sentimientos por ti son solo de amistad. — el tono mordaz de Becca, hace que Jenna la empuje levemente con su pie. — ¿Qué? Eres la única persona que siempre ha dicho que son solo amigos, pero para nadie es secreto que JB Riedel nunca te vio como amiga.

— Tonterías. — responde restando importancia. — solo estás viendo cosas. JB siempre ha sido mi amigo, y sin importar lo ocurrido con su hermano, siempre será solo eso, un buen amigo.

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