Dylan está totalmente consciente de que las murmuraciones comenzaron desde el primer segundo que cruzó la puerta del salón con Jocelyn del brazo, y aun cuando él es el primero en tener claro que no debe darle algún tipo de explicaciones a nadie de las decisiones que tomó en referencia de su vida amorosa y sus matrimonios, no es lo que puedan pensar los demás lo que le importa, sino que es la mirada de Jenna lo que no sabe cómo reaccionará al cruzarse con ella. Dos de sus amigos de toda la vida lo habían interceptado a poco de su ingreso, y no se permitirá mentir; agradece el poder utilizar esto como excusa para evitar la situación que claramente sabe que se presentará. Después de todo, tan pronto como Jackson le salió al paso, Jocelyn se alejó de él para dirigirse al mismo lugar donde se encuentran Jenna y Rebecca.
— ¡Mil dólares a favor de Jenna! — las palabras de Hank al unirse a ellos interrumpen la plática, pero al mismo tiempo hacen que todos sonrían con diversión y fijen su mirada en el rincón donde se encuentran las tres mujeres. Sin dudarlo, Jackson y Kart no tardaron en unirse a la apuesta.
— ¡Acepto! — es la rápida respuesta de Kart. — Pero iré en tu contra, dos mil a favor de Jocelyn.
Dylan bebió de su whiskey y se mantuvo en silencio, pero no por ello menos interesado en la apuesta que se estaba desarrollando.
— ¿Y tú no apuestas? — Jackson pregunta después de un momento de silencio. — ¿Tu esposa o tu ex?
El pelinegro no da una respuesta inmediata; por el contrario, se queda pensando por un momento, su mirada fija en las dos mujeres. Conoce bien a ambas, es por ello que en el momento justo en el que Jenna retira de su hombro el toque de Jocelyn, su apuesta de esa noche queda decidida. Dando un nuevo trago a su bebida, dejó salir una sonrisa de suficiencia para luego mirar a sus amigos antes de hablar.
— Cinco mil dólares —, dice mientras ve la emoción que se dibuja en los rostros de sus amigos. — A favor de Jenna.
— Veo que los hijos de perra no lo pierden en ningún momento —, afirma la voz de un recién llegado. — Justo cuando creo que ya no eres capaz de caer aún más bajo, siempre encuentras una forma de superarte a ti mismo, hermano.
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Que las personas cercanas a ellas murmurasen tras sus copas mientras les miran con falso disimulo, le es bastante irritante.
Aquellas últimas palabras dichas por Jenna no le hicieron ni un poco de gracia a Jocelyn; por el contrario, la molestia e incomodidad que estas le provocaron fueron totalmente notorias. Pero no tardó mucho en recomponerse de aquello y dejar salir una sonrisa claramente incómoda. Por dentro, siente que sus emociones de ira y rabia hierven con fuerza.
— No se puede considerar “reciclaje” si primero me perteneció — es su respuesta, misma que acompaña con un movimiento de la mano que sostiene su copa, en una clara señal de un brindis burlón hacia su prima.
— Dime algo, Jocelyn — Rebecca por fin toma la decisión de hablar e intervenir entre su mejor amiga y la basura de su prima. — ¿Puedes considerar que algo es un artículo de uso exclusivo si ese algo pasó por la cama de más de la mitad de tu círculo social?
Jenna tuvo que retener las ganas de reír a carcajadas, por ello mismo terminó un poco ahogada por el trago que le había dado a su bebida, pero tuvo que disimular lo mejor que pudo. Por su parte, Jocelyn sabía fingir muchas cosas, pero nunca había logrado aprender a disimular cuando algo logra herir su ego. Observando fijamente a Rebecca, retiene las inmensas ganas de abofetearle, solo porque sabe las repercusiones que aquello puede tener. Dándoles la espalda, estaba por retirarse, pero no lo haría sin tener la última palabra en aquella conversación, por lo que, antes de marcharse, observa por sobre su hombro y sonríe fríamente antes de hablar.
— Puede que tengas razón, pero estoy bien con ello — asegura con diversión. — Después de todo, pasó por todas las camas, menos por la tuya.
Jenna puede jurar que si esas palabras las hubiese escuchado cinco años atrás, hubiese aceptado quedarse callada, sumisa y humillada ante aquella afirmación, ya fuese que las mismas hubiesen sido dichas por Jocelyn o por cualquier otra de las mujeres que hubiese pasado por la cama de Dylan Riedel, pero ya no. Ella no es la Jenna del pasado; a diferencia de antes, aprendió a defenderse y hacerse valer, es por ello que se niega a quedarse callada y darle a Jocelyn el placer de que la última palabra fuera la suya.
— Es cierto — concede con total calma. Tras dar el último trago a su bebida, mira a su prima de arriba abajo para luego sonreír. — Y no sabes cuánto agradezco que fuese así. Nunca me hubiese perdonado por permitir que unas manos que son capaces de tocar a quien quiera se posen en mí. En fin, suerte en la subasta, eso en el caso de que logres ser capaz de adquirir alguna pieza. Sé perfectamente que Dylan no es el tipo de hombre que tiene el detalle de darte lo que deseas, eso claro, cuando se trata de dinero.
Y sin decir más, Jenna deja su copa sobre la mesa cercana y comienza a retirarse de la estancia.
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Al entrar al jardín, Jenna agradeció inmensamente que este estuviera relativamente solo; por lo que, caminando hacia la zona más oscura del lugar, deja de retener la ira que sintió desde el primer momento en que Jocelyn se atrevió a hablarle. Antes de salir totalmente de la estancia, tomó una nueva copa de champagne; por lo que, tomando todo el contenido de la misma en un solo trago, termina lanzando su copa contra el suelo, dejando salir un grito que expulsaría toda su ira. — Quién dijo que los jardines son los lugares más tranquilos de una fiesta de beneficencia, sin duda alguna estaba mintiendo.
Aquellas palabras llevaron a Jenna a buscar el lugar de origen de las mismas. En ningún momento notó a la persona sentada a pocos metros de ella en uno de los bancos del jardín. La penumbra le cubre el rostro del desconocido, por lo cual solo se distingue su cuerpo a partir del pecho hacia abajo, eso y la nube de humo producida por el cigarrillo que se encuentra entre sus dedos.
— Yo, de verdad lo siento —se apresura a disculparse—. No sabía que había alguien aquí; lamento los inconvenientes.
— No tienes nada de qué disculparte, Nana.
Si otra persona hubiese escuchado ese pequeño apodo, seguramente no le hubiese dado mayor importancia; pero, ante aquella forma de llamarla, Jenna observa fijamente al desconocido, o al parecer no tan desconocido. Solo había una persona que lo llamaba de esa manera.
— ¿JB?
— Si hubiese sido yo quien tuviera que escuchar las tonterías que salen de la boca de Jocelyn, no solo hubiese roto una copa; seguramente hubiese roto toda la cristalería para tratar de desestresarme —. Dejando caer el cigarrillo, Jenna observa cómo el chico lo pisa y sale de la penumbra al tiempo que deja salir el humo de la última calada que le diera al cigarrillo—. Tiempo sin verte, Nana.
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Dylan prefirió simplemente pasar por alto la mala actitud de Jocelyn. Cuando Jenna se marchó, le tomó solo un momento notar que su esposa no estaba para nada contenta ni satisfecha con lo que hubiese sido lo último que ésta le dijera. Él, por su parte, no tenía ningún interés en arruinarse la noche solo porque el complejo de superioridad de su esposa hubiese resultado herido.
Bebiendo de su trago, Dylan observa a las modelos que desfilan no solo las piezas de Jenna, sino también las del resto de diseñadores invitados. Si bien no puede decir a simple vista cuáles son las piezas de cada uno, hay un diseño en especial que termina captando toda su atención. Ese vestido fue la última prenda que Jenna había diseñado para LUXURY; de hecho, era la joya de la corona en esa colección, misma que había evitado que la compañía colapsara y que lo había mantenido a él en su posición de CEO. Pero, salvando las distancias que existen entre ambos diseños, y quitando aquellas similitudes que podrían traerle algún tipo de problemas, ese modelo pasando frente a él era aún mejor que el que ellos poseían.
— Sí que te volviste más osada — comenta en un tono bajo.
— ¿Te refieres a Jenna? — pregunta la voz de Jocelyn a sus espaldas.
— Puede ser — responde de forma evasiva mientras entrega su vaso a uno de los meseros. — Sigo sin entender la razón por la cual te acercaste a ella. No debiste ir a enfrentarla.
Aquellas palabras no le caen ni un poco en gracia a Jocelyn, y esta no lo oculta para nada. Que Jenna la dejase en ridículo ya era suficiente para una noche.
— ¿Desde cuándo me dices lo que debo hacer? — pregunta con claro y marcado desagrado en su voz. — ¿O acaso te preocupa que algunas de mis palabras pudiesen ofenderla?
— No. Pero sí me preocupa que termines causando un escándalo absurdo en el lugar equivocado — no pasó mucho antes de que el vaso de Dylan fuese cambiado por uno nuevo. Mientras él daba un sorbo a su nuevo trago, Jocelyn terminó el contenido de su copa. Al ver las intenciones de la mujer de dejarlo solo, Dylan la toma por el brazo y con total disimulo, se acerca a su mejilla como si la estuviese besando mientras susurra. — Te sugiero que te moderes un poco. Estamos en un lugar donde, sin importar qué, Jenna tiene una mejor posición que tú.
Jocelyn escuchó aquello y la ira dentro de ella solo creció más; estaba cansada de escuchar que Jenna era mejor, que estaba en una posición mejor, o tenía mejores oportunidades. Siempre fue así, creció escuchando aquello, y no soporta que aún ahora, cuando Dylan, LUXURY y el apellido Riedel le pertenecen a ella, debe seguir escuchando esas mismas palabras.
— No importa lo que haga, querido — suelta con marcado rencor. — Al parecer, nunca seré tan buena como Jenna.
Separándose de Jocelyn, Dylan observa fijamente a su esposa para luego acariciar su mejilla.
— No lo veo así, nena — antes de volver a hablar, el pelinegro le regala una ligera sonrisa. — Simplemente necesitas aprender cuándo debes guardar silencio.
Aquellas palabras hieren aún más el ego de Jocelyn. Pero guarda silencio, pues sabe que hay una cosa que terminará con aquel ciclo y llevará a Jenna a hundirse en impotencia, y ella estará en primera fila disfrutando del ver cómo su prima termina definitivamente sin nada.
— Entonces, ¿Dónde estuviste todo este tiempo?Al escucharla pregunta del contrario, Jenna acomodó un mechón de su cabello y respiró profundamente.— Curándome el alma, — responde con simpleza. — creo que no sabía que tan rota y herida estaba hasta que me alejé de tu hermano y de todo este ambiente de falsedad.Escuchando aquello, JB no pudo evitar una punzada de dolor. Él siempre estuvo al tanto de todas las infidelidades que su hermano cometía no solo con Jocelyn, sino con cualquiera que estuviera dispuesta a pasar una noche en su cama. Por ello siempre procuraba estar en casa, quería estar presente cuando la excusa llegara, una reunión de último minuto, un viaje de negocios o simplemente “no me esperes a dormir”, siempre con un plan para que Jenna tuviera una razón para sonreír.Si alguien le pregunta en qué momento exacto comenzaron sus sentimientos por su ahora ex cuñada, la verdad es que no sabría qué decir. Tal vez fue cuando la vio a los 6 años, sus padres los habían obligado
Jenna entró en departamento y arrojó su cartera por algún lugar, caminando hasta el sofá de tres plazas, se dejó caer en este dando un profundo suspiro. Desde un principio sabía que volver terminaría siendo un dolor de cabeza, lo que no esperaba es que su tormento comenzara tan rápido.El sonido del teléfono ocupo el espacio de la sala y llama su atención, fijando su mirada en el molesto aparato, decide dejar que el contestador sea quien la atienda.“¿Dónde te metiste? Rebecca me avisó de lo que pasó en la fiesta”.La voz de su hermana se escucha desde el contestador, y un nuevo suspiro sale de ella, esperaba poder dormir esa noche tranquila y lidiar con la histeria de su hermana cuando saliera el sol, al parecer fue demasiado pedir que su mejor amiga se quedara en silencio. Levantándose del sofá camina hasta su habitación, solo quiere dormir y terminar el jodido día.< Jenna paseó su mirada por todas las personas presente dentro del recinto, si bien es cierto que todos los que están
Jocelyn arrugó el diario tan pronto como terminó de leer la nota de sociales en la cual se ve involucrada por segundo día consecutivo y dejó salir una maldición por lo bajo. Hace ya tres años que está casada con Dylan y la prensa aún se refiere a ella por su apellido de soltera, en cambio, a su idiota prima, si la menciona como la “ex señora Riedel”.— ¿Qué puede tenerte de ese humor tan temprano? — es la pregunta de Dylan al entrar en la sala.Fijando su mirada en la figura de su esposo, Jocelyn ve como este solo lleva un chándal negro y zapatillas deportivas, la ausencia de camisa, deja ver su marcada figura. La toalla en sus hombros que usa para secar el sudor deja claro que acaba de terminar su rutina de ejercicios mañaneros. Aunque aún siente el desagrado por el molesto reportaje, un gran placer se instala en ella al saber que aquel hombre que es capaz de despertar los más bajos instintos de cualquier mujer, es totalmente suyo, y mejor aún, se lo quitó a su prima sin que esta lle
— ¿Perdón?JB no sabe a qué vienen esas palabras, pero conociendo a Jenna, sea cual sea la razón, es claro que la contraria está totalmente molesta.—Primero Dylan, luego tu padre y ahora tú, — dice con un tono defensivo. — ¿en qué momento ingresé mi dirección en el portal de interés turístico alemán?Saber que su padre y hermano estuvieron allí altera a JB, nada de lo que esos dos pudieran hacer o decir a Jenna tenía que ser bueno, no lo fue en el pasado, y sabe que tampoco lo será ahora. Su rostro mostró el claro desagrado que siente, sin decir nada a la chica, simplemente se gira y se encamina a su auto, colocándolo en marcha, toma rumbo a la casa de su hermano.Jenna no sabe qué decir, es cierto que el saber que su dirección parece ser de dominio público entre los Riedel no le causa gracia, pero tampoco quería sonar tan grosera como para que JB se marchara de aquella forma. Negando un poco, cierra la puerta y no le da mayor importancia, lo mejor será que termine de desempacar.**
— ¿Qué quieres decir con bancarrota?Jenna no puede creer lo que su padre le está diciendo, en su cabeza no cabe la idea de que la empresa familiar esté al borde del cierre.— Quiere decir exactamente lo que estás entendiendo.Dejando la carpeta de documentos sobre el escritorio de la oficina, el padre de Jenna toma asiento y la observa fijamente, aquella decepción en los ojos de su hija es una tristeza aún más pesada que la perspectiva de perderlo todo.—Pero… ¿Por qué no me avisaste que esto está pasando?, pudiste llamarme y hubiese vuelto de inmediato.Jenna da vueltas por el pequeño espacio y aquello solo hace crecer la exasperación. No sabe que le estresa más en ese momento, el espacio asfixiante de 3x6, el sonido incesante de las máquinas de corte y costura o el saber que su padre estaba por perderlo todo y ella estaba en total desconocimiento de este hecho.— ¿Y qué querías que te dijera? - es la pregunta de su padre. — “Jenna tienes que volver y dejar la exitosa carrera que es
— ¡Tienes que estar jodiendome! — Rebecca observa a su amiga mientras bebe de su copa de vino. Su tono fuerte y sus palabras captan la atención de todos los presentes. — ¿qué quieres decir con banca rota?Jenna bebe el contenido de su copa en una sola toma, si fuese en otro momento, pediría a Becca moderar su tono, pero ahora, poco le importan el tono que use su amigo, todo lo que quiere es que ese día se termine y que cuando despierte mañana, le digan que todo fue una mala broma.— Pero es absurdo, — agrega. — ¿Cómo es posible que algo así pase y ni un solo medio esté hablando sobre ello?Puede que, actualmente, LUXURY sea la casa de modas más importante del país, y que con su nombre lapidaron el de otras compañías, pero Becca puede apostar que cualquier medio caería como buitre sobre la noticia de una compañía, y más de una como GLAM, después de todo, por cuarenta años, fue la casa de moda más importante de Alemania.— Dylan pagó lo suficiente como para mantener la noticia fuera de
Jenna se queda en silencio ante las últimas palabras expresadas por JB. Decir que no entendía a lo que este se refiere o que ella no tenía conocimiento de los sentimientos de este era ser jodida y absolutamente mentirosa y descarada. Ella siempre ha sentido gran aprecio por JB, a un punto tal, que en más de una oportunidad se sintió como la oportunista que se valía de lo que este sentía para refugiar su propio dolor, tal vez por ello, en algunas ocasiones le pidió a Dylan que hablase con él y le prohibiera ir a la casa, no porque este le estorbara, sino porque ella misma no se sentía con el valor de pedirle que se alejara, no quería lastimar sus sentimientos más de lo que ya lo estaba haciendo. — Tú, no sabes lo que dices. — es su respuesta. Colocándose de pie, busca alejarse de JB, su enojo inicial por GLANZ se pierde en la culpa. Lo que no esperaba, era el fuerte agarre de JB en su muñeca, agarre que, siendo lo suficientemente firme, no busca de lastimarla u obligarla a escucharle,
— Señorita Kruspe. — escucha que le llaman una vez que está fuera de la oficina. Al volverse en dirección de donde viene la voz, sonríe al ver que es Orly, la asistente personal de su pare. Acercándose a ella, le da un fuerte abrazo. Tras la muerte de su madre, Orly fue la única que pudo llenar un poco esa ausencia, en los cinco años que estuvo fuera, ella fue de las personas que más extrañó. ***— ¿A esto llamas un diseño elegante? — Jocelyn habla con tono despectivo mientras deja la carpeta de muestra sobre el escritorio. Esta era la cuarta vez que pedía que rediseñaran la línea de invierno, y simplemente, lo incompetentes del área de diseño seguían sin poder darle un trabajo que le pareciera de calidad. — ¿Realmente crees que nuestros clientes pagarían por algo así? — Señora Jocelyn, los diseños están inspirados en las tendencias actuales, si nos deja explicarle el concepto… — ¡¿Tendencias actuales?! — interrumpe con total molestia. No puede creer que ese idiota se atreva a decir