CAPÍTULO 4

— Entonces, ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

Al escucharla pregunta del contrario, Jenna acomodó un mechón de su cabello y respiró profundamente.

— Curándome el alma, — responde con simpleza. — creo que no sabía que tan rota y herida estaba hasta que me alejé de tu hermano y de todo este ambiente de falsedad.

Escuchando aquello, JB no pudo evitar una punzada de dolor. Él siempre estuvo al tanto de todas las infidelidades que su hermano cometía no solo con Jocelyn, sino con cualquiera que estuviera dispuesta a pasar una noche en su cama. Por ello siempre procuraba estar en casa, quería estar presente cuando la excusa llegara, una reunión de último minuto, un viaje de negocios o simplemente “no me esperes a dormir”, siempre con un plan para que Jenna tuviera una razón para sonreír.

Si alguien le pregunta en qué momento exacto comenzaron sus sentimientos por su ahora ex cuñada, la verdad es que no sabría qué decir. Tal vez fue cuando la vio a los 6 años, sus padres los habían obligado a ir a una reunión de negocios, lo único bueno, es que era algo casual, por lo cual todos los niños estaban jugando al escondite. Esa fue la primera vez que sus ojos se posaron en Jenna, su cuerpo un poco más alto que el de él estaba enfundando en un vestido de flores azules con holanes, su cabello trenzado y sus mejillas sonrojadas por el calor y el esfuerzo al estar corriendo tras los demás niños de la fiesta.

— ¿JB? — llama al verlo distraído.

— Perdón, ¿qué decías?

La risa de Jenna llenó el espacio, una risa que se sintió como la más hermosa de las melodías en los oídos de JB.

— No cambias, siempre distraído y en tu mundo. — comenta mientras se apoya en el pilar frente al banco que ocupa el contrario. — Siempre tuve la duda si eras así con todo el mundo, pero luego te observé, ¡y solo lo haces conmigo! — recrimina con diversión. — ¿tan aburrida soy?

JB negó al tiempo que se colocaba de pie.

— No es cierto, me distraigo con diferentes cosas, y para mí nunca serás aburrida.

La segunda vez que sus ojos se fijaron en Jenna, fue cuando estaba en los preparativos de su baile de debutantes. La niña de las mejillas sonrojadas seguía presente, pero ahora no llevaba un vestido de flores. Los jeans rotos en la rodilla y las botas de comando estaban acompañadas por una camisa con el emblema de HEYLLEN y una chaqueta de cuero. Ese día no logró entender lo que pasaba con él, había asistido a la fiesta con Ángela, su novia de ese entonces, y otra futura debutante, pero no pudo despegarse de Jenna en ningún momento, pero no todo lo maravillo dura, pues durante la cena, su padre y el socio de este, anunciaron a todos los presentes el compromiso de Jenna con su hermano Dylan.

Jenna estaba por reclamarle que una vez más se había perdido en sus pensamientos, pero estas intenciones murieron en el momento que escuchó el escándalo que se formó en el salón principal.

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Justo como Dylan temía, Jocelyn había causado un revuelo dentro de la fiesta. La muy idiota armó un escándalo y acusó a los organizadores y a Jenna de plagio, justo en el momento que notó el vestido de sirena, mismo que había llamado su atención y que llevaba una de las modelos principales del desfile.

— Te exijo que te quites ese vestido ¡ahora! — gritó arremetiendo contra la modelo.

— Señora Riedel, por favor calma. — intentó mediar la modelo, pero Jocelyn simplemente no escuchaba razones.

— ¿Calma? — suelta con burla. — Pides que me calme mientras tú desfilas un modelo que no es más que un plagio, descara de uno de nuestros vestidos insignia.

— Para ser alguien que ha vivido toda su vida entre diseñadores y casas de modas, acabas de dejar muy clara tu ignorancia en el tema.

La voz de Jenna silenció las murmuraciones de todos los presentes. Ingresando en el salón, se acercó a la zona donde se concentraba el show barato que estaba dando su prima.

— Este vestido no es más que un plagio descarado y de mal gusto de una de nuestras piezas.

— ¡Pieza que es de mi creación! — sentencia alzando su voz por encima de la de su prima. — Al igual que la colección a la que pertenece.

Girando su vista a su ex-esposo, Jenna le da una mirada fría y de desdén, una que no le había dado nunca antes, y aquello, por alguna razón, le gustó, Dylan sintió placer de ver que aquella niña callada y sumisa se había convertido en una mujer firme.

— Si piensas asistir con tu esposa a futuras galas y eventos, deberías educarla.

Tras aquellas palabras, Jenna se giró para retirarse del lugar, pero la voz de Jocelyn la detuvo.

— Lo compro. — dice en referencia al vestido.

Al escuchar aquello, Jenna se giró y encaró a su prima, sabe que no puede evitar que las piezas sean vendidas, después de todo es una gala de beneficio, pero el saber que Jocelyn pudiera quedarse con esa o con cualquiera de sus piezas, le hace hervir la sangre.

— No está a la venta.

— ¿De verdad?

Las murmuraciones comenzaron una vez más, pero ninguna de las mujeres le estaba prestando atención.

— No lo veo marcado como comprado. — son las venenosas palabras de la mayor, si fuera así, ¿no debería estar fuera de pasarela? — girando hacia el público que había reunido, Jocelyn se fijó en la Sra. Wang, la organizadora de la gala. — Quiero el vestido.

Ninguna de aquellas mujeres disimulaba el desagrado que sienten hacia Jocelyn, pero lo que menos quería ninguna de ellas, era terminar involucrada en una rencilla familiar, menos aún, cuando desde su punto de vista, esta era por un hombre.

— Dije que no está en venta. — Dice Jenna, ya a poco de perder sus estribos. No pensaba permitir por ningún motivo que esa despreciable mujer se quedase con el vestido.

— Diez mil dorales.

— ¡No está en…

Pero Jenna no alcanzó a decir nada más. La pantalla de control notificó la compra de una nueva pieza, grande fue su sorpresa al ver que era el vestido en disputa, pero esta se volvió mayor cuando vio el precio bajo el cual había sido comprado el vestido.

— Medio…medio millón.

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