— Señorita Kruspe. — escucha que le llaman una vez que está fuera de la oficina. Al volverse en dirección de donde viene la voz, sonríe al ver que es Orly, la asistente personal de su pare. Acercándose a ella, le da un fuerte abrazo. Tras la muerte de su madre, Orly fue la única que pudo llenar un poco esa ausencia, en los cinco años que estuvo fuera, ella fue de las personas que más extrañó. ***— ¿A esto llamas un diseño elegante? — Jocelyn habla con tono despectivo mientras deja la carpeta de muestra sobre el escritorio. Esta era la cuarta vez que pedía que rediseñaran la línea de invierno, y simplemente, lo incompetentes del área de diseño seguían sin poder darle un trabajo que le pareciera de calidad. — ¿Realmente crees que nuestros clientes pagarían por algo así? — Señora Jocelyn, los diseños están inspirados en las tendencias actuales, si nos deja explicarle el concepto… — ¡¿Tendencias actuales?! — interrumpe con total molestia. No puede creer que ese idiota se atreva a decir
Jenna observó el imponente edificio de oficinas frente a ella. Bajando la ventana del auto dejó salir el humo de su cigarrillo al tiempo que se recostaba cómodamente del asiento del conductor. Su mente perdida en las mil ideas que rondan su cabeza, hasta que estás parecen calmarse finalmente y darle un momento de paz. El vibrar de su celular la sacó de su momento de tranquilidad, tomando el pequeño y jodidamente molesto aparato observó el nombre del remitente, “Sr. Riedel”. Dando una nueva calada al cigarrillo, deja salir una sonrisa burlona después de un momento, Jenna pensó en lo irónica que era la vida, en teoría Dylan Riedel es su esposo, o por lo menos, eso es lo que indica el certificado de matrimonio que recibió hace tres años, pero en todo ese tiempo, no compartieron el lecho nupcial ni una sola vez. Aun cuando viven juntos, cada uno ocupa su propio espacio en la enorme mansión a la que ella ilusamente insistió en querer llamar hogar. ¿Dónde estás? — el tono con el que Dylan p
En el área de festejos, el ambiente era totalmente agradable; la suave música era el acompañante perfecto para las pláticas que se estaban sosteniendo. El espacio destinado para la pasarela es transitado una y otra vez por las modelos que visten las piezas seleccionadas para la subasta. Mientras, en la parte de atrás, todo era una locura: las modelos iban de un lado a otro maquillándose y dando los últimos ajustes a los trajes antes de salir a escena. En medio de todo aquel torbellino de personas, Jenna dejó salir una maldición por lo bajo cuando la punta de la aguja se clavó en su dedo al momento de terminar de corregir el ruedo de su vestido, vestidos principales para la muestra. — ¡Jenna! — Exclama una voz conocida detrás de ella. — ¿Dónde está Jenna? — Aquí — responde mientras se coloca de pie y le indica a la modelo lo que debe hacer con respecto a su peinado. — ¿Puedes bajar la voz? — Pide mientras se pone de pie. — No garantizo que los de seguridad no intenten sacarte si forma
Dylan está totalmente consciente de que las murmuraciones comenzaron desde el primer segundo que cruzó la puerta del salón con Jocelyn del brazo, y aun cuando él es el primero en tener claro que no debe darle algún tipo de explicaciones a nadie de las decisiones que tomó en referencia de su vida amorosa y sus matrimonios, no es lo que puedan pensar los demás lo que le importa, sino que es la mirada de Jenna lo que no sabe cómo reaccionará al cruzarse con ella. Dos de sus amigos de toda la vida lo habían interceptado a poco de su ingreso, y no se permitirá mentir; agradece el poder utilizar esto como excusa para evitar la situación que claramente sabe que se presentará. Después de todo, tan pronto como Jackson le salió al paso, Jocelyn se alejó de él para dirigirse al mismo lugar donde se encuentran Jenna y Rebecca. — ¡Mil dólares a favor de Jenna! — las palabras de Hank al unirse a ellos interrumpen la plática, pero al mismo tiempo hacen que todos sonrían con diversión y fijen su mir
— Entonces, ¿Dónde estuviste todo este tiempo?Al escucharla pregunta del contrario, Jenna acomodó un mechón de su cabello y respiró profundamente.— Curándome el alma, — responde con simpleza. — creo que no sabía que tan rota y herida estaba hasta que me alejé de tu hermano y de todo este ambiente de falsedad.Escuchando aquello, JB no pudo evitar una punzada de dolor. Él siempre estuvo al tanto de todas las infidelidades que su hermano cometía no solo con Jocelyn, sino con cualquiera que estuviera dispuesta a pasar una noche en su cama. Por ello siempre procuraba estar en casa, quería estar presente cuando la excusa llegara, una reunión de último minuto, un viaje de negocios o simplemente “no me esperes a dormir”, siempre con un plan para que Jenna tuviera una razón para sonreír.Si alguien le pregunta en qué momento exacto comenzaron sus sentimientos por su ahora ex cuñada, la verdad es que no sabría qué decir. Tal vez fue cuando la vio a los 6 años, sus padres los habían obligado
Jenna entró en departamento y arrojó su cartera por algún lugar, caminando hasta el sofá de tres plazas, se dejó caer en este dando un profundo suspiro. Desde un principio sabía que volver terminaría siendo un dolor de cabeza, lo que no esperaba es que su tormento comenzara tan rápido.El sonido del teléfono ocupo el espacio de la sala y llama su atención, fijando su mirada en el molesto aparato, decide dejar que el contestador sea quien la atienda.“¿Dónde te metiste? Rebecca me avisó de lo que pasó en la fiesta”.La voz de su hermana se escucha desde el contestador, y un nuevo suspiro sale de ella, esperaba poder dormir esa noche tranquila y lidiar con la histeria de su hermana cuando saliera el sol, al parecer fue demasiado pedir que su mejor amiga se quedara en silencio. Levantándose del sofá camina hasta su habitación, solo quiere dormir y terminar el jodido día.< Jenna paseó su mirada por todas las personas presente dentro del recinto, si bien es cierto que todos los que están
Jocelyn arrugó el diario tan pronto como terminó de leer la nota de sociales en la cual se ve involucrada por segundo día consecutivo y dejó salir una maldición por lo bajo. Hace ya tres años que está casada con Dylan y la prensa aún se refiere a ella por su apellido de soltera, en cambio, a su idiota prima, si la menciona como la “ex señora Riedel”.— ¿Qué puede tenerte de ese humor tan temprano? — es la pregunta de Dylan al entrar en la sala.Fijando su mirada en la figura de su esposo, Jocelyn ve como este solo lleva un chándal negro y zapatillas deportivas, la ausencia de camisa, deja ver su marcada figura. La toalla en sus hombros que usa para secar el sudor deja claro que acaba de terminar su rutina de ejercicios mañaneros. Aunque aún siente el desagrado por el molesto reportaje, un gran placer se instala en ella al saber que aquel hombre que es capaz de despertar los más bajos instintos de cualquier mujer, es totalmente suyo, y mejor aún, se lo quitó a su prima sin que esta lle
— ¿Perdón?JB no sabe a qué vienen esas palabras, pero conociendo a Jenna, sea cual sea la razón, es claro que la contraria está totalmente molesta.—Primero Dylan, luego tu padre y ahora tú, — dice con un tono defensivo. — ¿en qué momento ingresé mi dirección en el portal de interés turístico alemán?Saber que su padre y hermano estuvieron allí altera a JB, nada de lo que esos dos pudieran hacer o decir a Jenna tenía que ser bueno, no lo fue en el pasado, y sabe que tampoco lo será ahora. Su rostro mostró el claro desagrado que siente, sin decir nada a la chica, simplemente se gira y se encamina a su auto, colocándolo en marcha, toma rumbo a la casa de su hermano.Jenna no sabe qué decir, es cierto que el saber que su dirección parece ser de dominio público entre los Riedel no le causa gracia, pero tampoco quería sonar tan grosera como para que JB se marchara de aquella forma. Negando un poco, cierra la puerta y no le da mayor importancia, lo mejor será que termine de desempacar.**