—Iré a pedir unas cervezas, intentemos que esto parezca normal.— propuse poniéndome en pie, todos asintieron. Hasta los franceses se dieron cuenta de que lo mejor era pasar desapercibidos.
Caminé hasta la barra esquivando algún que otro borracho consciente de que mis pasos eran vigilados desde la mesa de atrás. Llegué a la barra por fin.
—¿Qué desea la señorita?— me preguntó el joven camarero, que era al único de esa sala que parecía conocer la magia del jabón.
Deseaba que dejase de haber piedras enormes en mi camino, deseaba poder disfrutar del amor y de mis amigos este verano, deseaba poder estudiar para ayudar a los animales como había soñado desde pequeña y deseaba que mi abuela pudiese estar a mi lado en todo eso.
—Siete cervezas.—me resigné a pedir bebidas alcohólicas.
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—Parece que mañana será un día soleado.— comentó uno de los jóvenes mientras miraba la televisión que teníamos en la pared de la izquierda, estaban anunciando el pronóstico del tiempo.—No hemos venido a comentar el telediario. —gruñó Duke apretando los puños. Coloqué una mano sobre su pierna y traté de conducirle a una actitud más calmada. Él me miró de reojo y resopló frustrado pero después se apoyó en el respaldo, adoptando una postura menos agresiva.—Loup-garou.— oí cómo se susurraban entre ellos dirigiendo miradas perversas hacia mí. —Eh, ¿qué estáis diciendo?— sospechaba que no podía ser nada bueno, en sus caras había una especie de sonrisa macabra mal disimulada.—No eres humana, eres una mujer lobo.— anunció el otro joven, y entonces pude reconocer lujuria en ellos.—Tengo que ir al baño.— me excusé antes de abandonar la mesa rápidamente, habían conseguido revolverme el estómago terriblemente rápido. Di un portazo inconscientemente, me inundaba una miscelánea de asco y mied
Tras una lloradita salí de aquel baño fresca como una lechuga, dispuesta a interpretar un papel digno de un premio Oscar como líder fuerte que sabe lo que hace.—Por fin vuelves...— murmuró el otro joven con un tono ronroneante que asqueo a todo mi lado de la mesa aún más de lo que ya estaban.—Ahórrate esa mierda, puto gabacho.— me dejé caer de nuevo en el sitio, pero esta vez traía conmigo una confianza que antes había olvidado.—¿Qué es eso de que queréis invadir este territorio?— di un trago a la cerveza y eructé sonoramente, tengo que admitir que fue un accidente, pero me dio un toque desafiante que dejó a todos boquiabiertos. Era como si de aquel baño hubiese salido mi gemela malvada, o como si hubiese trepado por el sumidero el mismísimo diablo y se me hubiese metido dentro.—No hay mucho má
Pese a mi violenta respuesta nacida de la inseguridad y la frustración, él negó con la cabeza y sonrió.—Perdón, quería decir, ¿cómo te llamas?—aclaró para después dar un sorbo de su cerveza.—¿Estás intentando ligar conmigo después de amenazar con invadirnos?— estaba bastante claro pero me parecía tan surrealista que tenía que asegurarme, me giré hacia los chicos y estaban igual de estupefactos o más.—Se llama Reika.—contestó el viejo.— También sé tus apellidos, dónde vives, tu cumpleaños, dónde está tu madre... sé hasta que bragas te has puesto hoy.Traté de sostener su mirada pero estaba tan sucia que me provocaba demasiado rechazo; desvié la vista hacia el resto del bar y me di cuenta de que se había ido
—¿Esto es no llamar la atención?— pregunté llena de ironía y de sangre de camarera. Como respuesta el francés puso los ojos en blanco. Todos nos giramos hacia la barra del bar al oír un ruido metálico, el otro camarero había dejado de limpiar copas para sacar una escopeta y apuntarnos con ella. —Son balas de plata bañadas en cianuro y cicuta.—advirtió con el dedo en el gatillo. —Remus, nosotros no tenemos nada que ver.— me aterraba la idea de que en un fallo de puntería pudiésemos salir heridos. —Ya lo sé, Reika.— me resultaba increíble tener que haber pasado toda mi vida repitiendo mi nombre una y otra vez por que la gente no lo recordaba, y ahora todo el mundo parecía hacerlo.— Tú, Duke, Max y Ayax; venid hacia aquí. Nos miramos entre nosotros, sabíamos que podía ser perfectamente una trampa, pero tampoco teníamos mucho que perder; la diferencia estaba en que disparase más cerca o más lejos pero con aquellas balas un roce significaría la muerte, recordaba haber visto en el libr
—Pero yo quiero luchar por ti.— replicó una vez más el pequeño.—Tienes una función muy importante, estoy confiando en ti para que protejas a mi madre.—abroché su cinturón de seguridad y cerré la puerta del coche pese a que no parecía muy convencido.—No me gusta nada esto, Reika.— repitió mi madre. Era comprensible, a nadie le gusta saber que su hija está gravemente introducida en una guerra de seres sobrehumanos, ni siquiera a una madre que llevaba ausente toda mi vida.La miré a los ojos, a mí tampoco me gustaba pero me esforcé en mostrarme seria y preparada. Di un paso atrás y dos palmaditas sobre la carrocería del coche, como indicando a los caballos que comenzasen su camino.Asena se colocó a mi lado y las dos nos quedamos viendo el vehículo alejarse, iban de camino a Portugal, pensé que lo más seguro para ellos era alejarse de nosotros al menos hasta que la cosa estuviese más calmada.—Es increíble; la última vez que te vi estabas feliz con tu cuarteto amoroso, estudiando para
El viejo saltó por la ventana y huyó antes de que pudiésemos seguirle. Sin embargo, el otro francés no huyó, se arrodilló junto a su gemelo convaleciente. En su cara se veía que estaba sufriendo tanto dolor a niveles profundos que ya no le importaba nada de lo que le pudiésemos hacer a su cuerpo terrenal. Soy hija única, así que creo que jamás podré llegar a entender la pérdida que estaba sufriendo aquel chico. Cuando el otro exhaló por última vez, él levantó la vista hacia nosotros con la mirada rota.—Ni un paso más. —advirtió Remus mientras le encañonaba.—Ami, entends-tu le vol noir des corbeaux sur nos plaines?Ami, entends-tu les cris sourds du pays qu'on enchaîne?— comenzó a cantar en francés y nosotros nos miramos confundidos.—Ohé, partisans, ouvriers et paysans, c'est l'alarmeCe soir l'ennemi connaîtra le prix du sang et les larmesMontez de la mine, descendez des collines, camaradesSortez de la paille les fusils, la mitraille, les grenadesOhé, les tueurs à la balle et
—Estamos luchando contra un enemigo invisible.— comencé el discurso con fuerza, vigilando las reacciones de las últimas filas para asegurarme de que el mensaje llegaba a todos.— Los franceses no van a ser tan estúpidos de venir disfrazados de mimo con una baguette en una mano y una replica de la torre Eiffel en la otra.— Asena negó con la cabeza, me había pedido que quitase esa frase del discurso en diversas ocasiones.—Tenemos que estar alerta y proteger a los nuestros, y con eso no me refiero solo a esta manada, si no a todos.— Tengo que admitir que no había ofrecido la misma seguridad a mis amigas (quienes tenían a Tyson y Jeremy vigilándolas constantemente) que con la familia de María (ya que no enviaría a ninguno de mis chicos con ellos bajo ningún concepto).—Estaremos todos conectados.— anunció Asena, una vez yo le había cedido la palabra con un gesto.—Estos hongos se llaman vulgarmente pedo de lobo.— las risas y los comentarios por lo bajo fueron inevitables pese a la seriedad
—Y vosotros estaréis en las zonas de la muralla y el museo provincial, ¿entendido?— ambos asintieron y salieron en dirección hacia allí. Había repartido hombres lobo por los alrededores, de modo que solo quedaba un puesto que cubriríamos Hades y yo.La zona norte estaba controlada por Max y su familia, Duke y los suyos se encargaban de la parte suroeste, Ayax y su manada cubrían el sueste, y nosotros nos encargábamos del centro.Hades estaba conmigo porque había insistido en proteger a María lo más cerca posible. Estábamos en lo alto de una colina muy cerca del pazo de su familia, era un buen punto estrategicamente hablando ya que permitía ver unos cuantos kilómetros a la redonda.—¿Cuándo piensan venir?— gruñó él mientras miraba a través de los prismáticos. Parecía impaciente por luchar.—Está a punto de irse el sol.— señalé el atardecer, que en otra situación hubiese sido digno de admirar.— Las cucarachas salen de noche.Se hizo un silencio mientras los dos veíamos el sol ponerse e