Cap 4.

DAVID

Adam me habia dicho que Grace estaría conmigo, asi que estaba muy nervioso, seria la primera vez que estaríamos tan cerca desde el divorcio, me preparé mentalmente, sabia que resultaria incómodo, pero debia ser un profesional.

*

- Doctora Miller, ¿ya está lista?- pregunté con gesto serio cuando la vi llegar - yo llevaba una carpeta en la mano para poder evaluarla.

- Por supuesto, doctor.

- Bien, pues presénteme el caso. . .

Habló y hablo, dijo datos inútiles, y solo algunos importantes.

-¡Basta, es suficiente! disculpen- dije a mis demás residentes, la tomé del brazo y la aparté de ellos.

- ¿Que te pasa? - susurré- crei que estabas lista, esto es mediocre, debes estudiar más los casos, ya estás en el ultimo año ¿y me sales con esto?

- Lo siento, crei que estaba lista. . .

- Pues más te vale que te prepares mejor,- dije molesto- soy tu jefe y voy a exigirte mucho más que a los demás, ¿entendido?

Ella solo me miró, y asintió, yo solia ser implacable con mis especialistas, pero con ella no sabia si podria serlo.

- David, lo siento, yo solo. . .

- Doctor Miller, que no se te olvide.- me di la vuelta y regresé con los demás para continuar con las rondas.

Que dificil habia sido, pero no podia permitirme ser condescendiente.

Todos los dias le exigía algo, historias actualizadas, laboratorios actualizados, estudios adicionales.

*

-Doctora Miller . . .

- Ya está doctor.

*

- Doctora Miller. . .

- Ya llevo al paciente.

*

- Doctora Miller. . .

- Ya están los estudios doctor.

*

- ¡Doctora Miller! ,¿en dónde estan mis estudios del paciente que va para cirugía?- exigí- sabe que tiene que hacer la valoración antes o se cancela.

- Disculpe doctor, pero eso no me lo asignó a mi, tenia que hacerlo el doctor Santos- respondió molesta.

- Claro que no, y necesito eso en este momento - dije molesto.

- ¡Ya basta! ¡no soy la unica residente aqui!, ¡¿porqué todo me lo pide a mi?! ¿y ellos qué?, sabe que ¡váyase al diablo!.- dijo dándose la vuelta.

- ¡Doctora Miller, a mi oficina, ahora!.

Observé como todos los demás se quedaron paralizados, no podía permitir que ella me hablara de esa forma.

- ¡Pónganse a trabajar, y necesito esos estudios para ya!- les dije casi gritando.

Ella se encaminó a la oficina y yo iba detrás de ella.

Se cruzó de brazos esperando a que llegara, abri la puerta y entró, la cerré detras de mi.

- ¡¿Qué te pasa?! ¿estás frustrado o necesitado? ¿acaso tu esposa no te complace que tienes que desquitarte conmigo?- exclamó alzando la voz.

- ¿Esposa?. . .

- Si tu esposa, es evidente que traes un anillo en el dedo, aunque trates de ocultarlo.

Sonreí ante su comentario.

- No trato de ocultarlo,- me acerqué- y espero que sea la última vez que me hablas de esa manera delante de los demás, soy tu jefe, debes respetarme y tú debes hacer lo que yo te diga, y si los demás no lo hacen, tú debes hacerlo.

- Eso no es justo, solo a mi me exiges.

- Trato de hacerte un mejor profesional.

- Pues gracias, pero no gracias, reparte el trabajo.

-¡No me digas que es lo que debo hacer! y hoy te quedas de guardia en urgencias.

- Pero, no puedes. . .

- Ya lo hice, solo lo notifico a tu jefe de residentes.

- Te odio - camino hecha una furia hacia la puerta.

- Eso ya lo sabia, mi amor.

Se dio la vuelta, me lanzó una mirada furiosa.

- No soy tu amor.

GRACE

- Amiga ¿qué paso?- preguntó Amelia, mi compañera.- ¿estuvo feo verdad?

- Si, me dejó de guardia, y me dio una advertencia, por gritarle 'al jefe', maldito insensible.

- Pues dirás lo que quieras, - suspiró- pero esta buenísimo, y con esa cara de pocos amigos, me encanta. Me dijeron que estuvo casado, y que se divorció hace unos años y desde entonces no se le ha visto con ninguna mujer.

- ¿Quién te dijo eso?

- Pues las enfermeras, ay Grace, ya sabes que ellas saben todo, pero no saben porque aún usa el anillo en su dedo.

- ¿Cómo? - estaba confundida.

- Si, nunca se lo quita.

- Quizás solo quiere ahuyentar a las mujeres.

- O quizás es porque aún ama a su ex. - yo solo la miré, él no me dijo que me amaba y no hizo nada por arreglar lo nuestro.

- Hey, ¿a donde te fuiste?- exclamó sonriendo.

- Nada, solo pensaba, . . . tengo que alistarme, aún me faltan 12 horas.

- Claro, suerte, adiós.

*

Me presenté en el área de urgencias, las enfermeras me veian sonrientes.

- Hola, soy la doctora Grace, voy a estar de apoyo esta noche.

- Ah, es la que castigó el doctor Miller, ¿verdad? pues la felicito, nadie en mucho tiempo, habia mandado al diablo al doctor.

- ¿Gra. . .gracias?- la miré confundida.

- Soy Eli, y ella es Mia, y aquella de allá- dijo señalando atrás- es Emma, la apoyaremos en lo que necesite.

- Que amables, aún me falta este servicio, asi que en un mes nos veremos por aquí.

- Por supuesto querida.

La noche transcurrió algo intensa, me llamaban para algún paciente grave o descompensado, y los estabilizaba, como a las 3 de la mañana, todo se tranquilizó y yo solo queria dormir 10 minutos, asi que me acosté en una camilla y cerré los ojos lo que me pareció solo un momento.

- ¡Doctora Miller!

Me levanté tan rápido que me giré en la camilla y caí de ella, pero David me atrapó en sus brazos antes de tocar el piso.

- ¿Estás bien?- dijo muy cerca de mi rostro, casi podia sentir su aliento y su aroma me inundó por completo, ya lo habia olvidado.

- Uhmm, si gracias, estoy bien, ¿podrias dejar que me levante?

Me ayudó y él hizo lo mismo.

- ¿Sabes que no tienes permiso para dormir? es una guardia de castigo - me dijo.

- ¿Y que haces aqui? .

- Vine a ver si cumpliste - me entregó un vaso de café, estaba caliente, como me gustaba, asi que lo probé.

- Con crema, lo recordaste, gracias.

- Que no se te haga costumbre- me miró por un momento- quisiera preguntarte algo- dijo con seriedad recargándose en la pared- ¿porqué . . . porqué aún usas mi apellido?, crei que no querias saber nadamás de mí.

- Si, ehhh, la verdad fue por un error, cuando me inscribí al examen, aún estabamos casados y después ya no pude cambiarlo, asi que, lo conservé, espero que no te moleste.

- No me molesta, es que es extraño.- respondió.

- ¿Y tú? ¿usas una argolla y no estás casado? o eso es lo que dicen.

Me miró por un momento, sacó el anillo de su dedo y me lo enseñó, en él estaba grabado mi nombre.

- ¿ Es. . . ?

- Si, el anillo de nuestra boda- dijo- lo conservo para no olvidar, y para no volver a ser un imbécil.

-¿No olvidar qué?.- se lo devolví y lo puso de nuevo en su dedo.

- Eso no te lo diré . . . bien- dijo viendo su reloj, - aún te quedan dos horas y te sugiero que no te duermas, doctora Miller, no siempre voy a estar para atraparte.

- Pues no hubiera sido necesario si no me hubieras asustado.

Se rió, hacia mucho tiempo que no veia esa sonrisa que tanto me gustaba, bajé la cabeza, no queria que viera mi emoción.

- ¿Doctor Miller?- era Mia- ¿está de guardia?.

- Claro que no, solo vine a . . . supervisar. - dijo mirándome.

- ¿A las 4 de la mañana?- nos vio a ambos de forma curiosa. - Doctora tiene un paciente.

- Gracias Mia- terminé mi café y me fui a trabajar.

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