Capítulo 35: Intruso

Una familia. Esther anhelaba una. Y aunque no apareciera explícitamente en la novela podía sentirlo. Ahora Aldrec le había otorgado esa oportunidad. Él platicó conmigo sobre las razones por la que no dijo nada. Una de ellas era por el temor a que huyera de él al saber lo que en verdad era. Lo entendía en esa parte. Los lobos que se encariñaba con humanos temían por lo que esta persona pensara sobre ellos. Hubo casos donde el humano los rechazaba. ¿Y cómo no? Se convertían en bestias carnívoras enormes. Pero a pesar de todo eso, les tenía cariño a todos, a cada uno de los chicos

―Toma. ―Aldrec interrumpió mis pensamientos. Traía una taza de chocolate en sus manos para mí. Los dos nos encontrábamos en una banca-columpio que estaba ubicada en la parte de atrás de la casa. Luego de haber llorado como magdalena, sugirió que desayunáramos fuera. Mientras lo hacíamos él me explicó sus razones y me pidió disculpas.

―¿Cómo te sientes?

―Me duele la cabeza.

―Es por el llanto. ―Me reí divertida
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