Salimos de la oficina de Mónica con el peso de la conversación aún sobre nosotros. El aire afuera se sentía más frío que antes, o tal vez era la sensación de haber sellado un destino que, hasta ahora, no parecía real. Apenas habíamos avanzado unos pasos cuando Aldrec me detuvo.—¿Cómo pudiste hacer ese trato? Su voz estaba cargada de frustración, pero más que eso, dolor. Me giré para mirarlo y vi su mandíbula tensa, sus ojos ardiendo con una mezcla de enojo y algo que no quería reconocer como tristeza. —Aldrec… —¿Tienes idea de lo que significa? —continuó, sin dejarme hablar—. Si aceptas el trato de Mónica, te sacará del registro familiar. No solo dejarás esta casa… dejarás de ser parte de la familia.El golpe de sus palabras me dejó sin aliento.Sabía que sería una despedida difícil, pero no había pensado en la magnitud de lo que estaba perdiendo. A mi alrededor, la manada se había detenido a escuchar. Sus expresiones reflejaban la tristeza que probablemente aún no podía sentir
El aire de la noche era fresco y silencioso. Sentada en el balcón, me envolví un poco más en la manta que cubría mis hombros mientras mi mirada vagaba por el paisaje nocturno. A pesar de que las casas eran grandes y numerosas, no parecían sofocantes ni invasivas. Siempre había espacio verde entre ellas, pequeños bosques y claros que daban la sensación de estar en plena naturaleza. Tenía sentido. Después de todo, este era el hogar de una familia de lobos. Pero en este momento, lo que menos me preocupaba era el paisaje. Mi mente estaba en otro lugar, en un rincón oscuro donde la tranquilidad era un lujo que no podía permitirme. Sí, los chicos ahora estaban protegidos gracias al ritual, pero yo no. Corría peligro incluso estando despierta. Suspiré, apoyando la cabeza en la baranda. Quería pensar en una solución, en cómo enfrentar lo que venía, pero la verdad era que no lo sabía. El miedo se arrastraba como una sombra persistente, pegándose a mi piel. Y entonces, sin necesidad de mir
La noche seguía envolviendo el cielo con su manto oscuro, pero el frío ya no me molestaba tanto. Quizá era la manta sobre mis hombros… o quizá era la persona que tenía a mi lado. Lucian suspiró y se levantó de su asiento. —Es tarde. Deberías descansar. —Lo mismo para ti —respondí, mirándolo de reojo. Él sonrió con esa expresión serena que a veces me desconcertaba. —Haré una ronda antes de acostarme. Quiero asegurarme de que todo esté en orden. No me sorprendía. Siempre estaba en alerta. Asentí con una leve sonrisa. —Gracias, Lucian. Él sostuvo mi mirada por un instante, pero cuando hizo ademán de darse la vuelta, mi cuerpo se movió antes de que pudiera pensarlo. Sin decir nada, estiré la mano y lo tomé de la muñeca. Lucian se detuvo, y en ese momento, lo abracé desde atrás. Sentí cómo su cuerpo se tensaba con sorpresa al principio, pero solo por un segundo. Luego, lentamente, bajó las manos y las colocó sobre las mías. Mis dedos se aferraron a su ropa, mis mejillas presion
El tiempo en el hospital se había convertido en un bucle interminable de días grises y noches interminables. Dos semanas habían pasado desde que desperté, pero el tiempo no había traído la calma que esperaba.Mis amigos, tanto humanos como lobos, me visitaban constantemente. Su preocupación era evidente en cada mirada, en cada palabra de aliento. Pero lo peor no era el insomnio que me consumía lentamente, ni la sensación de estar atrapada en una habitación donde el aire se sentía pesado.Lo peor era el miedo.Cada vez que un lobo se acercaba, mi cuerpo reaccionaba con un pánico irracional. Mi corazón se aceleraba, mi respiración se volvía errática y mi mente se llenaba de imágenes que no podía controlar.Porque ella siempre estaba ahí.Cada vez que uno de ellos entraba a la habitación, Agatha aparecía en los rincones, en los reflejos de los vidrios, en las sombras de las paredes.Me susurraba cosas. Se burlaba de mí. Y aunque yo sabía que no era real, aunque me repetía a mí misma que
El frío me atravesó los huesos antes de que siquiera pudiera abrir los ojos. La humedad del suelo se filtraba a través de mi ropa, pegándose a mi piel como un recordatorio de que algo estaba mal. Mi respiración era errática, entrecortada. Algo espeso y caliente cubría mis manos, mi cuello… mi ropa. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando mi conciencia comenzó a despertarse por completo. Abrí los ojos con un jadeo ahogado. La oscuridad me envolvía. Era de noche. Las paredes de ladrillo a mi alrededor estaban mohosas y húmedas, y el suelo bajo mí era un charco de lodo mezclado con algo más espeso. Algo rojo. Algo que apestaba a hierro. Sangre. Mis manos temblaron cuando las levanté frente a mí. Cubiertas de rojo. Mi pecho subía y bajaba con una mezcla de terror y confusión.Miré mi cuerpo. Mi pijama del hospital estaba sucia, empapada de barro y sangre seca. Mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, con mechones pegados a mi piel por el sudor. Todo mi cuerpo dolía. Como si hubier
Honestamente, no recuerdo mucho mi vida anterior. Sé que era una universitaria en finanzas que se mataba estudiando, creo que alcancé los veintidós años de edad antes de que el exceso de bebidas energizantes acabara con mi vida. Bueno, solía vivir bajo estrés y tomaba muchas pastillas. Alguna de esas dos cosas terminó acabando con mi vida claramente.Como sea, ahora ya no vivía en ese mundo, ahora me encontraba atrapada en el mundo de un libro donde mi nombre es Esther McHill, la prima adoptiva de Aldrec, el protagonista de una novela BL que había leído en mis últimos meses de vida, Classic Wolf. Se trata de una historia de enemigos a amantes muy básica, pero interesante. Un joven magnate, Aldrec McHill, alfa de su manada que vive en constante rivalidad con la familia Thorne, la cual fue la responsable de la muerte del tatarabuelo de los McHill y Lucian, un joven heredero a Alfa y miembro de la familia rival. Ambas familias se han odiado por más de cien años por lo que siempre han sid
En cuánto sucedió aquello, pronto los guardaespaldas entraron al baño para ayudarme a ponerme de pie. Mis oídos se apagaron por un momento mientras intentaba pensar qué había hecho mal. Aldrec había enviado a sus hombres para revisar el auto. ¿Y si habían muerto? Había cambiado algo, pero ¿acaso se cobró más vidas de lo que se mencionaba en la historia original?Me encontraba siendo arrastrada por el pasillo mientras la gente salía debido al pánico. No comprendía la situación, aun así, avancé entre el gentío cuando una mirada pesada cayó en mí. Al girarme me encontré con unos ojos azules profundos como el mar que me dejaron helada. A pesar de que llevaba una peluca sobre su bella cabellera gris, supe que Lucian había sido el culpable de todo.Cuando su mirada se cruzó con la mía, sentí escalofríos recordando esa misma mirada que me asfixiaba hasta la muerte.―¡Esther! ―La voz de Aldrec me regresó a la realidad. Él me miraba con el ceño fruncido y, a lo mejor me lo imaginaba, pero pude
Estaba en problemas. Lucian sonreía como todo un desquiciado, tenía la misma sonrisa que me había mostrado cuando me asesinó. Sin embargo, era obvio que él no recordaba nada de eso. Mi cuerpo temblaba inconscientemente. Esto no tenía que haber pasado. ¿Cómo no me di cuenta que el loco me seguía? Pero ¿por qupe?Se suponía que el entraría de incógnito por este lado para luego ser capturado por mí. No era al revés. ¿De que iba todo esto? Destino, solo te pido sobrevivir. ¿Por qué me haces esto?―¿Cómo me encontraste?―Es fácil sentir tu dulce aroma pequeña McHill. ―Di un paso atrás topándome con la puerta. Mi mano cayó sobre el picaporte. Tenía que huir, debía abrir esa puerta y que mi primo viera a Lucian y así podrían enamorarse. Esa era mi única opción.―¿Mi aroma? ¿De qué hablas? ―Sonrió levemente mientras pasaba su mano sobre mi rostro, pronto tomó mis mejillas con algo de fuerza.―Eso no importa. Te he estado siguiendo pequeña McHill. ¿Cómo te atreviste a interrumpir mis planes? ¿