Durante dos semanas, se vieron casi todos los días.No estaban acostumbrados a coordinar sus rutinas así que mantuvieron la espontaneidad con la que se encontraban por sexo, solo que sin tener sexo.Las cosas iban más o menos así:Viernes, veinte horas.- Marcos ¿Quieres ver una película?Marcos fue al cine.Se saludaron con un beso rápido y ella lo dirigió hasta su sala tomándolo de la mano.- Hey espera, más despacio – le dijo.Ella sonrió: - Es que la película ya empezó.- ¿O es que me extrañaste? - ¿Quién te extraña a vos? – se burló.Sentado en la sala llena de personas y con niños gritando y corriendo alrededor, Marcos estaba extremadamente incómodo.- Cuando dijiste de ver una película, pensé que sería algo más… para adultos.- ¿Qué tiene esta de malo?- Daniela, si querías hacerme sentir mal lo lograste.- ¿Qué hice?- Una película de dibujitos… ¿Es en serio, Daniela? ¿Qué sigue? ¿Ir al parque, al carrusel?- No… me mareo en el carrusel – le respondió con seriedad mientras to
Eva miraba desde la ventana de su habitación a las personas que se acomodaban alrededor de las mesas forradas de blanco.Tenía el corazón inflado de alegría y una sonrisa llena de amor.- ¿Supiste que Marcos va a trabajar como parte del comité que evalúa a los alicantes para unirse al ejército? – preguntó sin voltear a ver al hombre detrás de ella.Ya no necesitaba confirmar que estaba allí, él estaba siempre que ella lo buscaba.- Sí, lo supe, Marcos lo contó hace dos días.- Daniela está contenta.- Él también. - Tendrá que presentarse a diario en el cuartel, pero no tendrá que salir en otra misión.- No fue su elección, en realidad… Le ofrecieron mi puesto, pero él lo rechazó así que lo mandaron allí.- Al final, fue como hacerles un favor… podrán pasar mucho tiempo juntos sin miedos ni angustias.- Marcos y Daniela son la combinación más despareja que pude conocer.- Pero se ven bien juntos.- Daniela atrapó a Marcos cansado – rio.Salvador la abrazo por detrás.- Hey, cuidado con
Eva entró en el dormitorio con el corazón agitado.Su esposo había vuelto antes de lo estimado de su última misión y las cosas no andaban muy bien entre ellos últimamente.- General – intentó llamar su atención desde la puerta del dormitorio.Pero Salvador miraba del otro lado del ventanal ante ellos.Salvo por la semana en que se casaron, no lo veía con su uniforme o parte de él.Ahora, parado de espaldas a ella, con las botas puestas, el pantalón de su uniforme y una camiseta negra que se pegaba a sus anchos hombros, se veía imponente.E incluso, inalcanzable. Como si siempre estuviera por encima de todos, y ella nunca estuviera a su altura.Aun así, Eva sintió mariposas en su estómago.Aunque no compartían mucho tiempo juntos y hablaban aún menos, en la cama él le había mostrado un mundo que para ella era tan fascinante como desconocido, y al menos en esos instantes, se permitía sentir que había más que solo papeles entre ellos.- General – insistió.Salvador volteó, pero la expres
En una pequeña casa blanca, de ventanas azules y puertas de chapa, Eva Larrahona llevaba siete meses encerrada.Mirando el prado delante de ella, se preguntaba con el corazón pesado ¿Cuánto más tendría que pasar allí? Pagando por cosas que no había hecho.- Señora, ¿De verdad quiere bajar al pueblo? Aún tengo que terminar de cargar agua del pozo para poder lavar la ropa – Sara resopló – además en su estado y con este calor… Con el cabello renegrido recogido en una coleta, Eva suspiró.- Luego de que termines con el almuerzo – sonrió – Podemos pedirle a Don Felipe que nos lleve- ¡Está bien! – Sara se secó las manos mojadas en el delantal – pero si vamos, usted exigirá hablar con el General- Si Julieta vuelve atender el teléfono de Salvador, no me dejará hablar con élEsa mujer seguía al lado de su esposo y mientras todo continuara de esa manera, nada cambiaría para ella.- ¡Julieta es únicamente su secretaria! Usted es su esposa, exija hablar con él y dígale de una vez por todas que
- ¿Dónde está? – Salvador no gritaba, pero la firmeza de su gruesa voz hacía que todos se estremecieran. - La Señora está en… - No – interrumpió a Sara - ¿Dónde está su amante? - ¿De qué está hablando? – Sara, que al fin había dejado de llorar, comenzó a derramar lágrimas de rabia - ¡La Señora nunca le fue infiel! ¡Se lo dijimos cientos de veces, pero usted nunca escucho!- ¡Insolente! – Espetó haciéndola callar de inmediato – Sigo a Mauricio desde hace meses, sé que vino aquí - Pues se equivoca, Señor – Don Felipe habló con cierta decepción, aún no comprendía la insensibilidad de ese hombre – si hubiéramos contado con alguien más para ayudarnos, la Señora no habría muerto Ante las palabras de Felipe, Salvador se sorprendió - ¿De qué estás hablando? Sara se acercó con la pequeña en sus brazos hasta estar parada en frente del General. No se dejaría intimidar por el tamaño ni la imponencia de aquel hombre, no después de haber visto como su Señora había sufrido por la ciega lealt
Nina estaba sentada delante de una escultura de mármol de un metro sesenta de alto: un pequeño bebé que descansaba en los brazos de su madre.Sin mucho que hacer sobre un pasado olvidado, Nina se había concentrado en su futuro como Nina Duran, y en esos cinco años, gracias a su facilidad para la pintura y su exquisita mano en el tallado en mármol, se había convertido en una famosa artista.Pero cada tanto, cuando en alguna obra se abría paso algún recuerdo, quería saber más de sí misma.¿Y si…? Se preguntaba una decena de veces por día.¿Y si tengo un hijo? Estaba segura de que el llanto de bebé con el que soñaba, era de ese pequeño en su escultura. - Señora, el Señor la busca – el conserje llamó su atención - Está cruzando el ingreso y no está de humor- Ya se enteró – adivinó, bajando a encontrarlo, brincando escaleras abajoNo esperaba que él se enterara de su viaje antes de decirle, pero ya que las cosas se habían dado de esa manera, tenía una sorpresa para él.Nina alquilaba un
Nina había logrado zafarse de la insistencia de Mauricio en casarse ese mismo día. Claro que a costa de algunas concesiones: intentarían llevar una vida de pareja durante todo el viaje.No se atrevía a adivinar si él estaba poniendo a prueba su honestidad o su voluntad, pero no podía rehusarse.Además, tarde o temprano, las cosas serían de esa manera ¿No? En resumen, la noche se hizo eterna para ella.Mauricio la había obligado a dormir junto a él y aunque había mantenido una distancia saludable para ambos, el corazón de Nina martillaba contra su pecho como si fuera a saltar fuera de su cuerpo en cualquier momento.No pudo siquiera pestañear.Con un vestido de estilo bohemio que se pegaba a ella donde sus curvas se pronunciaban y unas sandalias con tacón, esperaba tener un aspecto juvenil y refrescante, pero cuando subían al avión para cruzar el mar, se sentía más como un zombi con ojeras negras.No era voluptuosa, ni podía lucir largas piernas, pero tenía un cuerpo armonioso y un ro
Agitada, Nina se subió al taxi sin explicarle a Mauricio lo que había sucedido- Nina ¿Qué sucede? – preguntó luego de indicarle la dirección al chofer, con la respiración agitadaHabía corrido tras de ella, sin soltar la mano que Nina le extendió- Mauricio, conocí gente loca – su pecho subía y bajaba mientras se dejaba caer contra el respaldar del asiento – muy loca- No lo dudo, para hacerte correr a ti, debe ser algo serio - ¡Hey! ¿Qué quieres decir? Soy buena corriendo- No corres nunca – rioNina manoteó el café que Mauricio sostenía- Ese era el mío – se quejó él- Te compraré otro cuando lleguemos al departamento – le dijo, tomando el contenido del caféEstaba agotada.Quizás… solo quizás… debía hacer algo de ejercicio cada tanto.- ¿Cómo piensas pagarlo? – Mauricio le preguntó, divertido- ¡Tengo más dinero que tú!- ¿Y a dónde están tus cosas? Nina tanteó sobre su cuerpo y recordó que traía un vestido sin bolsillos, buscó su bolso de mano, pero no estaba por ningún lado.A