Eva entró en el dormitorio con el corazón agitado.
Su esposo había vuelto antes de lo estimado de su última misión y las cosas no andaban muy bien entre ellos últimamente.- General – intentó llamar su atención desde la puerta del dormitorio.Pero Salvador miraba del otro lado del ventanal ante ellos.Salvo por la semana en que se casaron, no lo veía con su uniforme o parte de él.Ahora, parado de espaldas a ella, con las botas puestas, el pantalón de su uniforme y una camiseta negra que se pegaba a sus anchos hombros, se veía imponente.E incluso, inalcanzable. Como si siempre estuviera por encima de todos, y ella nunca estuviera a su altura.Aun así, Eva sintió mariposas en su estómago.Aunque no compartían mucho tiempo juntos y hablaban aún menos, en la cama él le había mostrado un mundo que para ella era tan fascinante como desconocido, y al menos en esos instantes, se permitía sentir que había más que solo papeles entre ellos.- General – insistió.Salvador volteó, pero la expresión del hombre la congeló.- ¿Sucede algo, General?- La misión fracasó – le respondióElla tardó en comprender el significado de lo que él le decía. Salvador Domoniccie era un militar de alto rango a quien se le asignaban misiones de suma importancia.- ¿Estás bien? – Eva se preocupóSalvador soltó el humo del cigarro que sostenía, directo en dirección a ella.Eva comenzó a toser, no tenía resistencia al tabaco.- Fuimos emboscados – agregó SalvadorElla quería acercarse a él, pero había una barrera entre ellos que aún no lograba saltar: ese matrimonio solo era protocolar.La intimidad entre ellos también, al menos para él.La familia de Eva necesitaba el respaldo de la familia Domoniccie para sostenerse en la política, y la familia de Salvador, quería un heredero para asegurar su descendencia.Ella quería preguntarle más, pero Salvador nunca aceptaba de buena gana sus intentos por acercarse.- Lo siento – Eva susurró- ¿Lo sientes? – repitió con ironía- Sé que debe ser difícil para ti, yo… yo… - tartamudeó – Yo no sé qué más decir – admitióSalvador se acercó al juego de sillones delante de ella, colocando una pila de papeles sobre la mesita de café- Explícame esto – le exigióConfundida, Eva leyó hoja por hoja. “Eva Larrahona” Su nombre figuraba en cada página- ¿Qué es esto? – le preguntó- Alguien expuso la ubicación de mi campamentoExponer su ubicación era igual a intentar asesinarlo, había demasiadas personas detrás de él que conspiraban para sacarlo del ejército desde que había sido ascendidoMolesto por su expresión perpleja, Salvador se apresuró hacia ella, haciéndola retroceder.Eva chocó contra la pared, pálida y con las manos temblorosas - Pero yo no fui – Eva afirmóPero Salvador la tomó por el cuello y ella sintió que un camión la atropellaba.Solía ser muy crítico con ella, pero jamás pasaba de llamarle la atención y reprenderla verbalmente cuando cometía algún error en alguna cena.Este Salvador, que se lanzaba contra ella de manera amenazadora, era completamente desconocido para ella.- En el informe que sostienes figuran todas las personas que sabían de mi ubicación – le dijo apretando los dientes- Yo no sabía – insistió Eva- ¡Mientes! – gritó contra su caraÉl no era un hombre paciente, perdió la compostura de inmediato- Salvador – sin darse cuenta, ella había pronunciado su nombre – ¡Lo juro! ¡Yo no…!- ¡General! – la interrumpió para corregirla- General – Eva intentó apartar la mano de Salvador - yo no… sabía… dónde… dónde estarías – el agarre de Salvador se hizo más fuerte y Eva tuvo problemas para respirar- Mi secretaria te pasa cada una de mis ubicaciones en tiempo real- Julieta… jamás me… dice dónde… estás – la frente de Eva se arrugó, poblándose de sudor- ¿Me estás diciendo que Julieta ignoraría mi orden? – rio, soltándola.Eva cayó al suelo, tratando de recuperar el alientoNadie desafiaría una orden de Salvador.Eva estaba sorprendida, perpleja ¿Él le había ordenado a Julieta que la mantuviera al tanto de dónde se encontraba?- General… Julieta jamás me dijo ninguna de sus ubicaciones – repitió con la voz ronca- Hay quince páginas con registros telefónicos de todos en el campamento, Julieta te llamó cada vez que nos movimos – la levantó del suelo, tomándola por el brazo para empujarla sobre el sillónEra como si Eva no fuera más que un muñeco en sus manos. En las manos de un hombre que había perdido el control- He hablado con ella, pero nunca me dijo algo así – Eva no podía hacer más que sostener la verdadSalvador tiró un sobre delante de ella, que golpeo contra la mesita con un fuerte sonido, haciéndola estremecer- Y luego de hablar con ella siempre hablas con MauricioEra cierto que Eva hablaba con el primo de Salvador, pero porque era médico mundialmente famoso, con muchos contactos y luego de más de un año de matrimonio, ella aún no quedaba embarazada.Y luego de cada llamada con Julieta, ella se sentía más y más cuestionada.La secretaria de Salvador siempre era irrespetuosa y dura con ella, como si más que su secretaria fuera su madre o algo así, y eso la llenaba de miedos e inseguridades.- Mauricio me recomendó una obstetra y me ayuda con mi tratamiento de fertilidad – le confesó - ¿Y también se ven a escondidas por eso? – Salvador señaló las fotos entre las páginas - ¿También necesitas su ayuda en la cama para quedar embarazada?- Sí, nos hemos visto, pero no fue a escondidas, tu abuelo… – comenzó a explicar- ¡Basta! – la interrumpió de nuevo, levantando una mano en su dirección Eva enmudeció- Debí saber que eras igual a tu madre – soltó, mirándola con ascoEl corazón de Eva dio un vuelco. Ella era producto de una infidelidad de su madre y cargó con esa cruz toda su existencia.Ahora, su esposo también insinuaba que ella era infiel, solo por un par de fotos sacadas de contexto y su registro de llamadas.¿Podía culparlo por juzgarla mal, con esos antecedentes?- ¿Qué más podía esperar de una mocosa como tú? – Salvador se burló de sí mismo, en voz alta- Salvador, yo no… - insistió, al borde de las lágrimas- Eva Larrahona, por lo visto, olvidaste quien soy y cómo se manejan las cosas en esta casaDesde el primer momento supo que este hombre no era una persona sencilla.Si ella lo había engañado con otro hombre, seguiría un divorcio, pero si además sostenían que ella lo había traicionado, incluso su vida estaba en riesgo en aquella casa.- ¿De dónde sacaste todo esto? – preguntó Eva con un gusto amargo.De lo poco que entendía de aquel hombre, sabía que él solo confiaba en un grupo muy reducido de personas.Pero cualquiera de ellos, la conocía lo suficiente como para saber que Eva temía y respetaba a su esposo.Nadie podría insinuar que ella le fuera infiel ni mucho menos, traicionarlo, exponiendo su ubicación y colocando su vida en peligroEs que, de todos modos, ¿A quién le vendería esa información? Eva no salía de esa casa ni hablaba con alguien más, además de Julieta, Mauricio, su ginecóloga y Sara, su acompañante.- Mi secretaria ¿Quién más? – soltó Salvador como si fuera algo obvioCon la sangre huyendo de sus venas, Eva comprendió que nada de lo que dijera podría convencerlo de su inocencia en ese momento.- Y la única verdad para ti es la que ella te dice – reflexionó Eva en voz altaSalvador la miró un largo minuto- ¡Llévenla de aquí! – gritó Salvador y dos hombres uniformados entraron a la habitaciónEva se levantó de golpe- ¿Qué harás conmigo? – le preguntó, con el labio inferior temblando ligeramente- Lo que hago con todo aquel que me traiciona- ¿Me matarás? – preguntó con un hilo de vozEl rostro de Salvador se oscureció, arrebatándola de los brazos de los hombres- ¿Crees que te liberarás de mí? – escupió, pellizcando su barbillaEl dolor la hizo llorar.- Te encerraré a dónde Mauricio jamás te pueda encontrar – Con toda su imponencia sobre ella, Salvador la condenó.Eva apretó los labios con fuerza e intentó zafarse de su agarre.- ¿Crees que te liberarás tan rápido de todo lo que me hiciste? ¡Seis hombres murieron por tu culpa cuando fuimos emboscados! – La empujó contra la puerta - Te juro Eva Larrahona que, mientras yo viva, jamás podrás poner un pie fuera de mis manos ¿Quieres correr a los brazos de Mauricio? ¡Ni lo sueñes! ¡No te dejaré ir hasta vengar a mis compañeros!- Realmente espero – susurró Eva, cuando él la soltó – que llegues al fondo de todo estoCon el estómago revuelto y ganas de vomitar, Eva se aferró a la única esperanza que latía dentro de ella: que él descubriera la verdad y comprobara que ella no tenía nada que ver con todo eso.Pero mientras tanto, como si la insistencia de Eva en su inocencia hubiera sobrepasado todos los límites de Salvador, él se giró una última vez hacia ella, con la mano levantada.El ruido de la bofetada resonó en el cuarto, sorprendiendo a todos.Pero nadie dijo nada mientras los hombres uniformados llevaron a Eva hasta una camioneta negra y se perdieron en medio de la noche.En una pequeña casa blanca, de ventanas azules y puertas de chapa, Eva Larrahona llevaba siete meses encerrada.Mirando el prado delante de ella, se preguntaba con el corazón pesado ¿Cuánto más tendría que pasar allí? Pagando por cosas que no había hecho.- Señora, ¿De verdad quiere bajar al pueblo? Aún tengo que terminar de cargar agua del pozo para poder lavar la ropa – Sara resopló – además en su estado y con este calor… Con el cabello renegrido recogido en una coleta, Eva suspiró.- Luego de que termines con el almuerzo – sonrió – Podemos pedirle a Don Felipe que nos lleve- ¡Está bien! – Sara se secó las manos mojadas en el delantal – pero si vamos, usted exigirá hablar con el General- Si Julieta vuelve atender el teléfono de Salvador, no me dejará hablar con élEsa mujer seguía al lado de su esposo y mientras todo continuara de esa manera, nada cambiaría para ella.- ¡Julieta es únicamente su secretaria! Usted es su esposa, exija hablar con él y dígale de una vez por todas que
- ¿Dónde está? – Salvador no gritaba, pero la firmeza de su gruesa voz hacía que todos se estremecieran. - La Señora está en… - No – interrumpió a Sara - ¿Dónde está su amante? - ¿De qué está hablando? – Sara, que al fin había dejado de llorar, comenzó a derramar lágrimas de rabia - ¡La Señora nunca le fue infiel! ¡Se lo dijimos cientos de veces, pero usted nunca escucho!- ¡Insolente! – Espetó haciéndola callar de inmediato – Sigo a Mauricio desde hace meses, sé que vino aquí - Pues se equivoca, Señor – Don Felipe habló con cierta decepción, aún no comprendía la insensibilidad de ese hombre – si hubiéramos contado con alguien más para ayudarnos, la Señora no habría muerto Ante las palabras de Felipe, Salvador se sorprendió - ¿De qué estás hablando? Sara se acercó con la pequeña en sus brazos hasta estar parada en frente del General. No se dejaría intimidar por el tamaño ni la imponencia de aquel hombre, no después de haber visto como su Señora había sufrido por la ciega lealt
Nina estaba sentada delante de una escultura de mármol de un metro sesenta de alto: un pequeño bebé que descansaba en los brazos de su madre.Sin mucho que hacer sobre un pasado olvidado, Nina se había concentrado en su futuro como Nina Duran, y en esos cinco años, gracias a su facilidad para la pintura y su exquisita mano en el tallado en mármol, se había convertido en una famosa artista.Pero cada tanto, cuando en alguna obra se abría paso algún recuerdo, quería saber más de sí misma.¿Y si…? Se preguntaba una decena de veces por día.¿Y si tengo un hijo? Estaba segura de que el llanto de bebé con el que soñaba, era de ese pequeño en su escultura. - Señora, el Señor la busca – el conserje llamó su atención - Está cruzando el ingreso y no está de humor- Ya se enteró – adivinó, bajando a encontrarlo, brincando escaleras abajoNo esperaba que él se enterara de su viaje antes de decirle, pero ya que las cosas se habían dado de esa manera, tenía una sorpresa para él.Nina alquilaba un
Nina había logrado zafarse de la insistencia de Mauricio en casarse ese mismo día. Claro que a costa de algunas concesiones: intentarían llevar una vida de pareja durante todo el viaje.No se atrevía a adivinar si él estaba poniendo a prueba su honestidad o su voluntad, pero no podía rehusarse.Además, tarde o temprano, las cosas serían de esa manera ¿No? En resumen, la noche se hizo eterna para ella.Mauricio la había obligado a dormir junto a él y aunque había mantenido una distancia saludable para ambos, el corazón de Nina martillaba contra su pecho como si fuera a saltar fuera de su cuerpo en cualquier momento.No pudo siquiera pestañear.Con un vestido de estilo bohemio que se pegaba a ella donde sus curvas se pronunciaban y unas sandalias con tacón, esperaba tener un aspecto juvenil y refrescante, pero cuando subían al avión para cruzar el mar, se sentía más como un zombi con ojeras negras.No era voluptuosa, ni podía lucir largas piernas, pero tenía un cuerpo armonioso y un ro
Agitada, Nina se subió al taxi sin explicarle a Mauricio lo que había sucedido- Nina ¿Qué sucede? – preguntó luego de indicarle la dirección al chofer, con la respiración agitadaHabía corrido tras de ella, sin soltar la mano que Nina le extendió- Mauricio, conocí gente loca – su pecho subía y bajaba mientras se dejaba caer contra el respaldar del asiento – muy loca- No lo dudo, para hacerte correr a ti, debe ser algo serio - ¡Hey! ¿Qué quieres decir? Soy buena corriendo- No corres nunca – rioNina manoteó el café que Mauricio sostenía- Ese era el mío – se quejó él- Te compraré otro cuando lleguemos al departamento – le dijo, tomando el contenido del caféEstaba agotada.Quizás… solo quizás… debía hacer algo de ejercicio cada tanto.- ¿Cómo piensas pagarlo? – Mauricio le preguntó, divertido- ¡Tengo más dinero que tú!- ¿Y a dónde están tus cosas? Nina tanteó sobre su cuerpo y recordó que traía un vestido sin bolsillos, buscó su bolso de mano, pero no estaba por ningún lado.A
Encerrada en el estudio, Nina no notó que Mauricio volvió del aeropuerto con las maletas, ni que la noche había caídoÉl no entraría en el estudio mientras ella trabajaba, pero luego de horas en silencio, golpeó suavemente para anunciarse y abrió la puerta para encontrar a Nina sentada en el suelo, con una botella de vino al lado y una decena de papeles desparramados a su alrededor.- ¿Tan difícil es dibujar un algarrobo? – le preguntó curioso- Eva – soltó ellaÉl se congeló, pero Nina estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó la expresión compleja de Mauricio- Creo que me llamo Eva – le dijo sin levantar la vistaMauricio se aclaró la garganta - Creo que bebiste de más- Creo que mi apellido era algo como Arra o Parra- Creo que tienes muchas ganas de tomar alcohol de nuevo, pero ya bebiste suficiente- Eva Arra – pronunció – Eva Parra- Mmm… ahora que lo dices – Mauricio se sentó en la silla detrás de ella, cerrando sus ojos con fuerza para calmar sus nervios - creo que e
Salvador sentía que había pasado más de una década de la última vez que se sentó de esa manera, en medio de la noche.No tenía muchas oportunidades para mirar la luna con la guardia baja, puesto que pasaba demasiadas noches lejos de casa, de misión en misión.— General, Mauricio vendrá pronto - le informó Marcos, aun con su uniforme— Eso es bueno – susurró Salvador— ¿De verdad irá usted mismo por el relevamiento de los daños en la frontera?— ¿Por qué no iría?— General, no necesita hacer todo usted mismoSalvador miró la mansión detrás de él, en dirección a la ventana de la habitación de Magnolia.Con su rango, no necesitaba ser tan activo en el campo, pero últimamente, era más lo que huía de casa que lo que extrañaba regresar.Si no fuera por la niña, quizás ni asomaría allí.— Mauricio debe asumir ciertas responsabilidades con la familia – murmuró— Fue bueno que Mauricio justo estuviera en la ciudad, o no podría distraer a Greco Domoniccie de usted para investigar lo de la Señora
- ¿En serio me parezco a la esposa de tu primo? – preguntó Nina con curiosidad - ¡Quiero ver una foto de ella!- ¿Cómo puedes sonar tan entusiasmada por algo como eso? - le preguntó Mauricio con el ceño fruncido - Te dije que murió de una manera muy lamentable- Es que se me ocurrió en qué trabajar este año- ¿Te largarás a hacer retratos póstumos? - ¡Mejor que eso! – se detuvieron frente a la puerta de la mansión - ¡Fantasmas! ¿Qué dices?- La serie de “olvido” no fue tan fuerte para ti, ¿No?… Nina, ¿Cómo le haces para salir con cosas tan fuertes si nunca saliste de casa?Nina se encogió de hombros - ¿Y quieres algo aún más escalofriante? – la cuestionó Mauricio- Es que es mucha casualidad ¡Fue el destino! Yo creo que también me llamé Eva alguna vez- Ese chiste no lo hagas aquí, las paredes escuchan en esta mansión y no le causará gracia a nadie – Mauricio se puso serio – Eva es un tabú… incluso para mi- Pero ahora todo tiene sentidoAl menos ahora el afecto de Mauricio parecía t