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Capítulo 4: ¿Quién Es Ella?

La boda que había planeado con ilusión se había convertido en una pesadilla, Rosalin observaba con rencor a Edwan que avanzaba por el pasillo de la iglesia con una sonrisa burlona.

 

El andar de Edwan era con un aire de superioridad, como si lo que había hecho fuera una gran hazaña.

 

Edwan no entendía que lo único que hizo para obtenerla como esposa, fue manipularla para que ella se doblegara, pero eso no significaba que algún día tendría su corazón, porque solo le pertenecía a Jasón.

 

Edwan la agarraba con fuerza del brazo, como si temiera que se le fuera. La miraba con una combinación de posesión y triunfo, como si hubiera obtenido un premio.

 

—No te opongas, Rosalin—le murmuró al oído —ahora sonríe, es tu boda.

 

—No me digas lo que tengo que hacer. Tú no eres nadie…—le respondió Rosalin con desprecio.

 

—Te equivocas, soy tú compañero, la Diosa me ha hecho ver que tú eres mía —Edwan había dejado caer esa verdad, que helaba por completo el cuerpo de Rosalin, se negaba a creer que ella pudiera ser la compañera de ese hombre lobo. Era humana, los lobos debían tener de compañeras a mujeres lobas, no humanas.

 

—La diosa en esta ocasión se ha equivocado, yo no puedo ser su compañera —Edwan poso su mano sobre su rostro, ella quiso apartarse, pero no pudo, su mano la agarró con fuerza de las mejillas, para acercarla a centímetros del suyo.

 

—Ella no se equivoca y si ella dijo que eres mi compañera, es que lo eres, recuerdas mi promesa en la fiesta de tu compromiso, yo siempre cumplo lo que prometo, y tú ahora eres mi esposa —miró sus labios y sin previo aviso poso sus labios sobre los de ella, Edwan pudo sentir la resistencia de Rosalin al principio.

 

Pero poco a poco fue cediendo a su forma seductora y erótica de las caricias de sus labios, Rosalin nunca había sentido un beso tan embriagador como él que daba el señor King, que despertaba en su interior el deseo de ser amaba y besada por él.

 

Edwan se apartó apenas milímetros, espero a que Rosalin abriera los ojos y lo viera.

 

—Al fin cumplí mi deseo de probar tus labios —con su dedo pulgar Edwan acaricio su labio inferior —y pude sentir como tú respondiste a mi beso, creo que tu corazón sabe a quién pertenece…

 

Rosalin bajó la vista furiosa con ella misma por haber respondido el beso con esa pasión.

 

—Es hora de ir a celebrar nuestra boda, quiero que todos sepan que eres mía para siempre.

 

La arrastró hasta el coche negro que los esperaba afuera, miró detrás, su padre salía de la iglesia con la cabeza baja, podía sentir su vergüenza.

 

—¿Mi padre va estar bien? —preguntó Rosalin a Edwan que miró a Harry mientras Drake estaba cumpliendo con la parte del trato que había hecho, su hija a cambió de su deuda.

 

—Si, tu padre va estar bien, yo cumplo con mi palabra —empujo a Rosalin dentro del auto.

 

En la recepción fueron recibidos por los aplausos de los invitados, todos conocidos de la ciudad, ninguno de él. Jasón había llegado a la ciudad después de haber sufrido la pérdida de su familia, a causa de un incendio, siendo el único sobreviviente.

Rosalin no era dichosa en la fiesta, cada que podía miraba la puerta principal, esperando un milagro, solo esperando verlo entrar, ella le importaría poco ese enlace, si Jasón le pedía que lo siguiera, ella lo haría sin pensar.

Sin embargo, las horas pasaron y él no apareció, bajo la vista pensado en las cosas terribles que hubiera podido hacer este lobo para que no llegara a la boda, miró el anillo de compromiso que Jasón le había dado, y sin poder evitarlo soltó unas lágrimas.

“Mi Jasón que te han hecho”

 

Edwan tomo su rostro por la barbilla, sus miradas se conectaron de inmediato, él noto sus lágrimas.

 

—No quiero que llores —se acercó con ternura a besar sus mejillas —me parte el corazón.

 

—No te creo, si te partiera el corazón no hubieras hecho lo que hiciste —respondió con molestia Rosalin —si de verdad la diosa te dijo que era tu compañera, no debiste desear que fuera feliz con él hombre que yo escogí, y no hacerle daño para que no esté en nuestra…

 

—Las cosas son muy diferentes, entre los humanos y nosotros, ustedes escogen parejas, nosotros tenemos parejas asignadas por la Diosa, ella es sabía, pronto haremos un vínculo eterno que solo la muerte puede romper —tomo su mano —eres mi compañera y cualquier hombre que te toque sufrirá la peor consecuencia de su vida, solo pensar que ese maldito hombre te toco me dan ganas de romperle la mano…

 

Rosalin sonrió había una pequeña luz de esperanza que Jasón siguiera con vida, pero donde lo tendría.

 

—Nunca me tendrás, ¿Dónde esta Jasón? —volvió a preguntar Rosalin con esperanza que si contestara —necesito saber qué hiciste con él —pero Edwan permaneció callado, mirando a todas las personas que se acercaban a darles sus felicitaciones en esa boda tan particular —¡no entiendes que es el hombre que quiero!…

 

—Tú lo has dicho que quieres —replicó Edwan con una media sonrisa en los labios, pero fuego en los ojos —y te juro que después de esta noche que vas a querer y amar será a mí.

 

—Nunca dejaré que me toques, seré tu esposa, pero nunca compartiré cama contigo, al único que deseo con toda mi alma y cuerpo es a Jasón…—sus palabras buscaban herirlo, y parecía que había resultado, pues sus ojos azules cambiaron de color a un rojo intenso que provoco medio en Rosalin.

—Como es que dices que deseas con toda tu alma y cuerpo a un hombre que no te dijo quien era de verdad —Edwan soltó que estaba harto de escuchar el nombre de ese maldito en los labios de su compañera, de su Luna —él te mintió desde que te conoció.

—Eso lo dices para justificar tu acción, pero no te creo, yo conocía perfectamente a Jasón —Edwan noto como Rosalin jugaba con algo en su mano, al tomarla el centelleo de la insignificante piedra brillo, sin pensarlo dos veces retiro el anillo de bodas y después el anillo de compromiso.

—No llevaras nada que él te ha dado —con total desprecio Edwan lo aventó lejos de ellos entre las personas que bailaban.

—Maldito tú no tenías el derecho de hacer eso —replico llena de furia Rosalin, que se puso de pie para ir en busca del anillo, pero Edwan la tomo de la mano y la llevó a la pista.

 

—Se que ahora me odias, pero te juro que llegara el día que de tus labios saldrán palabras de amor —dijo muy confiado Edwan mientras la sujetaba por la cintura para bailar un vals.

 

Cuando terminó la música, Harry se acercó a Edwan, con los pagarés en la mano.

—He cometido un error, no hay trato, devuélvame a mi hija —dijo Harry con dolor en su voz, Edwan comenzó a negar con la cabeza —yo buscaré…

—Eso ya es imposible, ella ahora es mi esposa —Edwan dejaba salir esa última palabra con orgullo y satisfacción —no te preocupes Harry, te juro que voy hacer todo para hacer feliz a Rosalin, ella tendrá todo lo que pida.

 

—Y si te pido el divorcio —Edwan giró la cabeza para encontrarse con la mirada fría de Rosalin.

 

El comenzó a reír parecía que no le había quedado claro la fuerza que los unía para siempre.

—Oh cariño mío, eso será lo último que te dé, tú eres mía, la Diosa me ha hecho este regalo de rendición y no pienso dejarte ir por nada en el mundo —Edwan la tomo del brazo, ya había sido suficiente de celebrar, él ahora quería tenerla en su casa.

Rosalin miró con cierto nerviosismo la casa que se alzaba en el centro del bosque, Edwan le había asegurado que sería su nuevo hogar, donde serían muy felices, pero ella se negaba a creer eso, para Rosalin esa casa sería su tormento.

La casa era como si fuera parte de la colina, pues la pared de atrás era parte de la enorme roca que formaba parte de la montaña, era de dos pisos que eran cubiertos por grandes cristales que dejaban pasar la luz, tanto de día como de noche, sobre todo en las lunas llenas.

Pero esa noche estaban cubiertas por grandes cortinas que no dejaban ver nada del interior.

Tenía que admitir que era preciosa, pero al fin y al cabo era donde Edwan la forzaría a vivir con él, supuestamente como su compañera.

Primero salió Edwan del auto, le tendió la mano para ayudarla a salir del auto, pero ella la ignoró, salió sin ni siquiera darle una mirada.

Él en vez de molestarse, disfrutaba su forma de ser, la miró con amor, era más de lo que hubiera podido pedir a la diosa, con dos grandes zancadas la alcanzó, antes de pudiera entrar a su hogar sin él.

—¿Qué te parece si te llevo en brazos hasta tu nueva casa? —propuso Edwan con una sonrisa.

 

—No hace falta, puedo caminar —respondió Rosalin con frialdad —además, esta no es mi casa.

Pero Edwan no le hizo caso, la levantó en sus brazos y cruzó la puerta.

La casa era bonita y acogedora, pero Rosalin no se sentía cómoda allí.

—Ya estamos en nuestra casa, mi amor... —Edwan intentó besarla, pero Rosalin apartó la cara.

Un ruido de pisadas les hizo mirar hacia las escaleras. Una chica pelirroja bajaba corriendo, con una expresión de alegría que se borró al ver a Rosalin con el vestido blanco.

—Hola, Edwan, ¿cómo te fue? —saludó la chica, pero su voz se quebró al final —¿Quién es ella? —preguntó con angustia y confusión.

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