KaladdariusHe pasado cinco días en agonía esperando volver a verla, por un motivo desconocido, Azura no ha vuelto al castillo, ni siquiera me ha enviado algún mensaje, nada que me indique el motivo de su silencio, sin embargo, estoy seguro de que ella aparecerá esta noche.Pienso en ella y en lo que hicimos esa noche en la oscuridad de mi habitación secreta y mi cuerpo se estremece, mientas que mi lobo aúlla por su regreso. A penas ha salido la luz del sol de la mañana, el tiempo se me estira como si fuese eterno esperando la gran noche.—Hermanito, ¿por qué andas tan pensativo? Eso es inusual en ti —bromea Belladaria.Resoplo y me hago a un lado en el balcón donde me encuentro observando el amanecer.—Feliz cumpleaños —le digo con una media sonrisa.—Feliz cumpleaños para ti también —responde dándome un ligero codazo amistoso.—¿Crees que las cosas cambien para nosotros después de esta noche? —pregunto sin apartar la vista del horizonte.—¿Por qué habrían de cambiar? Yo no me siento
AzuraLas manos no paran de temblarme mientras mi hermana y yo vamos en el carruaje que nos lleva hasta el castillo lunar donde la solemne fiesta ya ha comenzado.Nadie sabe que somos hermanas gemelas, así que, Azura y yo, ocultas bajo vestidos idénticos, compartimos una mirada llena de complicidad. Somos dos almas entrelazadas en un secreto que ni siquiera la luna llena puede revelar. Azella, ese es nuestro nombre ante el mundo, una fusión de identidades que debemos mantener a toda costa. La soledad ha sido nuestra compañera constante, un precio a pagar para poder lograr nuestra venganza.En la penumbra del carruaje, Marcella, mi hermana gemela, se transformó de nuevo. Para los ojos curiosos que me vieron subir al carruaje, yo iba sola, pero cuando cerramos las puertas, mi hermana, que iba en mi mano convertida en una araña negra, volvió a su forma humana.A lo largo de los años, nos habíamos vuelto expertas en mantener nuestro secreto, tejiendo una red de mentiras que nos había perm
KaladdariusElla resplandece con un brillo tan único y excepcional, incluso más que el más bello de los diamantes de la joyería del palacio. Sin pensarlo ni un segundo los cambiaría a todos por ella. Por una sonrisa de esos labios carmesí o por una mirada abanicada con sus pestañas.Azura es mi mundo entero, la razón por la que vivo ahora. Le tomo entre mis brazos, sin importarme que todo el mundo nos esté viendo; después de todo, este es mi cumpleaños, así que sé bien que soy el protagonista esta noche.—¿Bailamos? —ofrezco mi mano, ella la observa con detenimiento y entonces me sonríe con dulzura y las mejillas rosadas.—Sí —susurra.Entrelazo nuestras manos y la llevo hasta la mitad de la pista bajo la mirada atenta de varios lobos del palacio. Rhea y Sorin, sobre todo, no apartan los ojos de la chica que me acompaña.Pareciera que la música misma se hubiese detenido para observarnos. Levanto la mirada hacia el trono, donde mi padre y mi madre miran con atención.En los ojos del re
AzuraEs la primera vez que veo tan de cerca a la hermana gemela de Kaladdarius. La chica es realmente hermosa, sin duda le hace honor a su nombre y se parece bastante a su madre y a su hermano. Sin embargo, ella no posee la misma mirada cálida y de devoción que me da él.En cambio, Belladaria me observa de forma inquisitiva, como si su instinto le dijera que no puede confiar en mí.—¿Por qué no esperas igual que los demás? —recrimina Kaladdarius colocándose ligeramente delante de mí de manera protectora.—Soy tu hermana, no tengo por qué —se excusa encogiendo los hombros. Enseguida avanza hasta mí y extiende su mano para estrechar la mía.Trato de controlar los espasmos de mi cuerpo para que no se dé cuenta de que estoy temblando. Todo esto me está sobrepasando a límites que no creí que fuesen posibles.Le doy mi mano y ella la aprieta con un poco más de fuerza de la necesaria, no obstante, intento fingir que no me ha dolido.—Mucho gusto, tú debes ser la famosa Belladaria, es un hon
AzuraMis piernas tiemblan ante la imponente presencia de Lucian. Sabía que el rey se daría cuenta de que no soy quien digo ser. Miro a todos lados buscando el apoyo de mi hermana, pero con su tamaño actual ni siquiera soy capaz de ver dónde está.Mi corazón martillea sin descanso dentro de mi pecho, como si quisiera huir de la realidad que se cierne sobre mi cabeza como un agujero negro dispuesto a tragarme.—Yo… yo… —balbuceo sin saber realmente qué decir. Siento los miles de ojos de los invitados puestos sobre mí e inevitablemente escucho los murmullos que dicen cosas espantosas.Toda mi vida me preparé para este momento, para estar aquí y cumplir la venganza, pero ahora no puedo. Todo lo que quiero es huir de aquí y evitar una muerte segura. Observo a Kaladdarius, quien me ve con ojos anhelantes… no puedo lastimarlo a él, no me importa lo que haya hecho su padre, no puedo.—Azura, no escuches a mi padre.—¡Kaladdarius! —reprende la reina levantándose del trono.Salgo corriendo a t
Kaladdarius—No estoy diciendo que no sea tu Mate, pero tienes que considerar que los Lonehowl llevan muertos mucho tiempo. ¡Solo me preocupo por tu seguridad, Kaladdarius!Las discusiones entre mi padre y yo nunca son bonitas, mucho menos cuando mi madre y mi hermana hacen de testigos. Sé que a mi madre le duele mucho vernos pelear, su rostro adolorido por el pesar de ver a su familia discutiendo me parte el corazón en dos. Y los quejidos de mi hermana no favorecen que gane esta pelea.—Entiende, nuestro padre tiene razón. Te dije que había algo raro en esa chica desde que no se presentó propiamente con una manada —dice Belladaria.—¡Arg! ¿Por qué siempre eres así? ¿Por qué siempre tienes que cuestionar todo lo que hago y escojo? ¿Crees que soy un inútil que no puede cuidarse solo? —espeto.Mi padre ruge y con la sola acción de mostrarme sus ojos de Alfa, retrocedo y agacho la cabeza.—Lucian, mi amor, tampoco podemos juzgar a esa chica sin más. ¿Por qué mejor no le pedimos a Sorin o
AzuraUna luz rojiza envuelve mi cuerpo y el de mi hermana, mientras sentimos cómo el poder del hechizo se entremezcla con la magia misma de la luna, tiñéndola de un rojo sangre intenso. Mis fuerzas se debilitan a cada segundo que el color cubre la superficie del astro nocturno, como si absorbiera parte de mi propia vitalidad. Tengo la sensación de que aquello dura una eternidad, pero solo son un par de segundos hasta que el haz de luz nos libera por completo.Enseguida, todo el reino de Dunwic se tiñe del mismo color que mana de la luna en este instante, y lentamente puedo sentir en mis huesos cómo el hechizo se esparce por todos los otros reinos del mundo. Poco a poco, toda la tierra se ve teñida de rojo, el caos está a punto de desatarse. Mi hermana sonríe con una maldad que hasta ahora no era consciente de reconocer en ella, como si el hechizo hubiera liberado una oscuridad latente en su interior.Lo primero que hago es observar a todas las personas que se encuentran en la sala, l
KaladdariusLa oscuridad se cierne sobre mí y me consume, empujándome a un rincón apartado de mi mente del que no puedo escapar. De alguna forma, todavía puedo percibir lo que ocurre a mi alrededor, pero a la vez es como si mi cuerpo no fuera mío, como si algo más lo controlase.De pronto siento una necesidad primitiva por cazar, todos mis sentidos se agudizan y mi mente se enfoca en perseguir a la presa; el problema es, que hay muchas presas que perseguir.Escucho los gritos a mi alrededor, el frenesí de perseguir a quien deseo perseguir y matar se apodera de mí. Me relamo los labios y empiezo la carrera contra alguna pobre alma de la que realmente no soy consciente. No sé quién es, no sé por qué quiero cazarla, solo sé que debo hacerlo.Mis colmillos se clavan en su garganta y destrozan la carne a su paso, empapando mi boca de sangre. Eso debería ser suficiente, pero esta noche, sin motivo aparente, solo deseo más.Fijo mi objetivo en la siguiente presa, perseguirlas se me está haci