KaladdariusLa oscuridad se cierne sobre mí y me consume, empujándome a un rincón apartado de mi mente del que no puedo escapar. De alguna forma, todavía puedo percibir lo que ocurre a mi alrededor, pero a la vez es como si mi cuerpo no fuera mío, como si algo más lo controlase.De pronto siento una necesidad primitiva por cazar, todos mis sentidos se agudizan y mi mente se enfoca en perseguir a la presa; el problema es, que hay muchas presas que perseguir.Escucho los gritos a mi alrededor, el frenesí de perseguir a quien deseo perseguir y matar se apodera de mí. Me relamo los labios y empiezo la carrera contra alguna pobre alma de la que realmente no soy consciente. No sé quién es, no sé por qué quiero cazarla, solo sé que debo hacerlo.Mis colmillos se clavan en su garganta y destrozan la carne a su paso, empapando mi boca de sangre. Eso debería ser suficiente, pero esta noche, sin motivo aparente, solo deseo más.Fijo mi objetivo en la siguiente presa, perseguirlas se me está haci
AzuraMi cabeza rebota contra el suelo provocándome una reacción en cadena de un dolor insoportable. Siento la sangre brotar de la herida y por breves segundos soy incapaz de moverme. Pienso que este es el fin, voy a morir aquí a manos de mi propia hermana gemela.Un par de lágrimas corren por mis mejillas, cierro los ojos esperando el inminente final, el momento en el que la vida escapará de mis pulmones y me iré a otro lugar. Siempre me he preguntado ¿qué sucederá después de la muerte? ¿Tal vez iré a algún sitio junto a mi madre? No lo sé.Abrazo ese pensamiento y mientras espero mi muerte, escucho a la distancia un grito desgarrador. No necesito verlo para saber qué es él. De pronto no deseo morir, no quiero que mi vida acabe aquí.Abro los ojos de nuevo y, para mi sorpresa, mis heridas han comenzado a curarse. Debe ser por el hechizo que tengo puesto sobre mí misma. Aun así, me levanto con dificultad y dando traspiés por el suelo de piedra.Me incorporo con dificultad, tambaleándo
KaladdariusLa incredulidad me envuelve como una sombra oscura. «No puede ser», repito en mi mente, rechazando con todas mis fuerzas la revelación que se despliega ante mí. Ella, una bruja, no puede ser mi Mate. Debe de haber algún engaño, algún hechizo retorcido que distorsiona la realidad y me hace ver conexiones que no pueden ser reales. En toda la historia de nuestro reino, jamás se había contemplado la posibilidad de que la Mate de un lobo fuera una bruja. Ni siquiera entre los humanos se da tal anomalía, y mucho menos con una criatura tan incompatible como las brujas.La furia hierve en mi interior, pero se ve eclipsada por el dolor punzante de sentirme traicionado. ¿Cómo pudo hacerme esto? Cada recuerdo compartido parece perder su significado en un instante. Había creído encontrar a mi destinada, mi otra mitad, y ahora todo se desmorona en un caos desgarrador. La idea de que mi familia y todo el reino puedan perecer debido a esta conexión imposible me golpea como una maldición.
AzuraPuedo sentir la angustia en la voz de Kaladdarius, la urgencia por salvar a su padre de el horrible destino de asesinar a su propia familia. La escena ante nosotros es realmente espantosa. Nunca tuve un padre, pero no le deseo ese destino ni al peor de mis enemigos; y curiosamente, ese es el rey.Ambos salimos corriendo a toda velocidad. Kaladdarius se arroja de un salto sobre la espalda de su padre y evita el zarpazo fatal con el que iba a golpear a Belladaria, sin embargo, la amenaza no ha mermado, pues la reina, Alina, también poseída bajo la influencia de la luna roja, intenta atacar a Kaladdarius y al rey.El jardín se ha convertido en un campo de batalla donde no hay muy buenas probabilidades de salir con vida.Jamás creí que haría uso de mi magia para salvar a la familia real, esa de la que intentaba vengarme en primer lugar. Uso mi poder para apartar a la reina de Kaladdarius. La fuerza de mi magia la manda a volar varios metros y termina por golpearse contra los muros d
KaladdariusLa pregunta de mi hermana cala profundo en mi interior, mi silencio crea una atmosfera tensa de la que no puedo deshacerme tan fácilmente, ¿creó que en esa mentira? No, por supuesto que no, pero no puedo ignorar que sigo sintiéndome igual cada vez que la tengo cerca, que deseo protegerla incluso de mi hermana y que en el fondo siento que no es una mentira.Azura es una bruja y no dudo que siga bajo el efecto de su hechizo a pesar de que me aseguró que se lo había quitado.¿De verdad existe alguna remota posibilidad de que ella sea mi Mate? La mujer destinada para mí.Ahora mismo mientras se encuentra a mis espaldas y trato de protegerla de la ira de Belladaria, todo lo que quiero es gritarle que sí, que lo creo porque la amo, porque no puedo ignorar lo que siento.En cambio, respondo algo totalmente opuesto:—No, claro que no, pero torturarla no servirá de nada —argumento.Belladaria la observa con el fuego del odio refulgiendo en sus ojos. Si logramos salir de esto, no sé
Azura¿Él acaba de defenderme?Un halo de sorpresa y gratitud envuelve mi ser cuando percibo el acto protector de Kaladdarius que se encuentra de espaldas a mí. La figura de su imponente silueta erigida como un guardián, se interpone entre la furia de su hermana y yo. En ese momento, se revela un destello de humanidad en sus ojos, un gesto que va más allá de la fachada de indiferencia que suele portar.El corazón, que me latía con incertidumbre ahora experimenta un palpitar diferente, uno lleno de esperanza. «No todo está perdido entre nosotros», pienso con alivio. La conexión inexplicable que compartimos parece haber trascendido las barreras de la discordia, como si la diosa luna, en su capricho celestial, hubiera dispuesto que nuestros destinos se entrelazaran de esta forma.En medio del desconcierto una verdad emerge con claridad: Kaladdarius es mi pareja destinada. La revelación resuena en mi interior, desafiando las convenciones que creía conocer sobre las brujas y sus vínculos.
KaladdariusEl encanto de camuflaje tejido por Azura demuestra ser eficaz. Hemos atravesado zonas pobladas por lobos y vampiros, que nos han ignorado por completo gracias a la hábil artimaña de ocultación. Lo mismo ha sucedido con las sirenas, aunque su presencia en el reino se ha vuelto escasa. La ausencia del rey Nereus sigue siendo un misterio para mí, y solo puedo esperar que su destino haya resultado mejor que el de las pobres almas que se encuentran sin vida en el suelo.Mientras avanzamos, las palabras de Azura resuenan en mi mente. ¿Será cierto lo del espejo? La incertidumbre me carcome. ¿Qué ocurrirá cuando me pare frente a él y no encuentre ningún reflejo de la magia que creo tener sobre mi mente? Al principio, traté de convencerme de que Azura seguía manipulándome de alguna manera, pero esa certeza se desvanece. Mi reciente actuación, enfrentándome a mi propia hermana en su defensa, va más allá de cualquier hechizo. Incluso el más poderoso de los encantamientos no podría im
AzuraMientras Kaladdarius corre a toda velocidad por el bosque, no puedo dejar a un lado la sensación de que algo nos vigila. La noche rojiza debido al hechizo que baña todo de un tinte macabro no ayuda en nada a tranquilizar mi mente que ya de por sí está paranoica.Las sombras que se proyectan de los árboles y los aullidos y gritos a la distancia tampoco favorecen a que el temor pase. Si el hechizo de camuflaje se ha caído, es solo cuestión de tiempo para que alguna criatura presa del trance se lance a atacarnos.Cierro los ojos y solo dejo que Kal me lleve con firmeza en su espalda. Sus manos apretando mis piernas envían corrientes de cosquilleo por mi cuerpo, pero intento pretender que no me pasa nada; lo menos que quiero ahora es recibir otro rechazo de su parte.De pronto siento que se detiene de golpe, el viento en mi rostro deja de congelar mis mejillas y mi nariz. Alzo la cabeza para ver qué es lo que nos ha hecho detenernos, rogándole a la luna que no se trate de una horda