AzuraLa oscuridad de esta prisión es mi única compañía ahora. Eso junto con las lágrimas que se derraman hasta aterrizar en el suelo húmedo y frío. El rey no lo dudó ni un segundo. Esa mirada que me dio fue la certeza que necesitaba para saber que jamás me vería con buenos ojos después de lo que hice.Mi único remordimiento es haber dejado a Kaladdarius solo con una carta y la incertidumbre de lo que me ocurrirá, pero era necesario. No puedo seguir causándole más dolor, así que lo mejor es que yo muera a manos del rey, pagando por la atrocidad que cometí. Aun así, mi corazón agobiado siente una fuerte presión dentro de mi pecho. No sé si lo que estoy haciendo lo lastimará más de lo que podría ayudarlo.La confirmación me llega cuando escucho su voz. Al principio creo estar loca, pero no, es él. Lo escucho mucho antes de que siquiera se acerque a la celda donde me encuentro. Sin embargo, otro lobo le impide llegar hasta mí. No quiero que destruya su vida por mí, no quiero que se enfre
KaladdariusLa confesión de mi hermana deja a todos de piedra. ¿Es posible que ella también tenga un lazo de luna con otra especie? Hasta el momento nunca la he visto ni siquiera dar señales de que eso sea posible en ella; aunque… no olvido que andaba muy risueña con el vampiro ciego, pero… ¿será que es con él?Nuestro padre relaja sus facciones y cambia la expresión por una más… confundida. No hay otra palabra, lo que está ocurriendo lo está cambiando todo.—Lo que ese espejo diga es indiferente, aunque ella sea tu Mate, el pueblo nunca la aceptará después de lo que hizo —refuta mirándome a los ojos.Tomo la mano de Azura y la atraigo hacia mi cuerpo para protegerla. Entretanto, mi madre le hace una seña a los guardias reales para que se nos dejen a solas. Pronto, el jardín vuelve a estar en calma, solo agitado por el suave viento que mece las flores.—Pues no me importa, tendrán que aceptarla. Se darán cuenta de que ella se redimió por lo que hizo y nos salvó a todos.—Su majestad —
AzuraUn año entero ha transcurrido desde la terrible tragedia que mi hermana y yo provocamos. Ha sido un tiempo duro. Cuando el consejo aceptó la propuesta de Kal, sentí que todo iba a encausarse para bien, sin embargo, tuvimos que trabajar mucho para recuperar el reino.La devastación que provoqué tuvo serias consecuencias, la población de las sirenas, vampiros y lobos se redujo, pero no todo fue malo.Poco a poco conseguimos hacer que las brujas salieran de sus escondites, con la promesa de que les daríamos un futuro mejor donde todos pudiéramos vivir en paz.Kaladdarius y yo nos comprometimos, aunque al principio eso no le gustó a la mayoría de los lobos del reino. Comprender nuestro extraño vínculo lunar y aceptar que yo no solo era bruja sino mitad loba también fue arduo, no obstante, creo que eso ha mejorado mucho.Para nuestra sorpresa, al poco tiempo Belladaria reveló que su lazo de luna lo había conseguido con Dimitri, el vampiro ciego que nos había ayudado esa noche.Con la
Alina La luz chispeante de la vela a mi lado crea la atmosfera perfecta mientras escribo esta carta de despedida. Quisiera decir que me causa nostalgia tener que abandonar a mi manada y esta tierra, pero la verdad es que no. Cuando creces siendo despreciada por todos, incluso por tu propio padre y Alfa de la manada, lo único que deseas es poder huir, ser libre y, aunque eso me condene a ser una loba solitaria, lo prefiero mil veces a seguir soportando sus humillaciones. Termino de trazar la última palabra en la carta, un suave y delicado “adiós para siempre”, ahora que estoy segura de que me fugaré con mi amado Beta. Él es el único que me ha demostrado algo de cariño y compasión, es el único al que no le ha importado lo defectuoso de mi condición. Por eso estoy más que segura de lo que voy a hacer, huiré, me refugiaré en las manadas del sur si es que me aceptan, o si no, vagaré junto a él hasta las tierras más allá del sol, ¿quién sabe? Quizá descubra algo nuevo para mí, en un lug
Lucian —Mi señor, es hora de salir a recibir a los invitados. Le respondo a mi lacayo con un gruñido. De ser por mí, no habría venido a esta ridícula fiesta, pero los lobos Alfa del pueblo de Grimstan insistieron, no pude negarme. El lobo me mira con temor, agacha la cabeza y se aleja en silencio. Este es mi día a día, es mi condena, que todos me miren como si estuviera a punto de arrancarles la cabeza; y quizá no estén tan equivocados, a veces eso es todo lo que quiero hacer. Sorin, el viejo lobo de la manada y también mi Beta más cercano, camina hasta quedar frente a mí; es el único que se atreve a hacerlo sin que le tiemble la voz. —Alfa Lucian, entre más lo demore, peor será, mejor apresurémonos, así podremos regresar a Dunwic más pronto. —Muy bien, terminemos con esto. —Oh, y trate de ser más amable, quizá aquí pueda encontrar a una esposa. Vuelvo a gruñirle con fastidio. Ya me he resignado, ninguna mujer loba es lo suficientemente fuerte como para aguantar mi presencia,
Alina ¿Qué acaba de pasar? Estoy temblando, mi mente no puede procesar todo lo que acabo de escuchar. ¿Cómo es que, de un momento a otro, mi padre me ha regalado al gran rey Alfa Lucian? Esto no está pasando, es una pesadilla. El lobo al que él acaba de llamar Sorin se acerca a mí y me toma de los hombros para empujarme hacia otra habitación de la mansión. Los demás lobos solo se quedan como espectadores, mirando cómo me llevan hacia lo que probablemente, será mi perdición. Lloro sin darme cuenta, no quiero irme con el rey, yo lo que quiero es huir de este lugar, no terminar siendo la esclava de un hombre lobo tan soberbio y despiadado que se niega a mostrar su forma humana solo para mantenernos aterrorizados. Sorin cierra la puerta tras nosotros, ahora estamos en un pasillo oscuro, solo iluminado por la tenue luz de la luna creciente que está en el cielo. Las nubes pasan sobre ella y la ocultan, dejando una penumbra que me hiela la sangre. Me conduce en silencio hasta otra hab
LucianNo es posible que otra vez me suceda lo mismo. Esta loba osa rechazarme como lo han hecho muchas otras antes que ella, pero me niego a dejar que sea lo mismo en un maldit0 ciclo sin fin, ¡ella será mía, aunque no quiera!Alina me mira con el labio tembloroso y los ojos a punto de desbordarse en lágrimas. La expresión en su rostro es de puro miedo, e incluso podría decir que algo de desprecio.—¡No puedes obligarme! —espeta luego de un par de segundos en silencio.Estoy consternado por su nivel de osadía, nunca una loba, ni nadie en realidad, me había hablado de esa manera. Normalmente suplican que las mate, o me piden hacerlas mis esclavas, pero nunca, mi esposa.—Claro que puedo, yo soy el rey de esta tierra, eres una súbdita y estás bajo mi mando, soy tu Alfa y me debes obediencia —respondo con severidad. La intensidad de mi mirada y el gruñido que sale de mi garganta por fin la hacen flaquear.Alina agacha la cabeza y aprieta los puños con fiereza. Suspira profundamente y en
AlinaSiento mis oídos zumbando, todo a mi alrededor es como una especie de pesadilla borrosa, como si no estuviera viviendo lo que estoy viviendo, pero esto es real. El rey Lucian está frente a mí y acabo de decirle que acepto ser su esposa.Sorin nos declara marido y mujer, se supone que ahora viene la parte del beso. Mi cuerpo se paraliza, estoy tan tensionada que creo que no podré moverme.Lucian es casi el doble de alto de lo que soy yo, así que tengo que obligarme a mirarlo hacia arriba. No concibo la idea de cómo se supone que debo besar a esta bestia; cierro los ojos, esperando simplemente sentir su hocico sobre mi cara, pero, para mi sorpresa, eso no sucede.En cambio, Lucian toma mi mano con sus garras y me hace voltear hacia los súbditos que nos observan.Todos los lobos se hincan ante él y ante mí. Ahora estamos oficialmente casados, pero yo no me siento como su esposa, sino como una esclava más.En la tarde mientras me arreglaban para el peor día de mi vida, Rhea trató de