KaladdariusEl encanto de camuflaje tejido por Azura demuestra ser eficaz. Hemos atravesado zonas pobladas por lobos y vampiros, que nos han ignorado por completo gracias a la hábil artimaña de ocultación. Lo mismo ha sucedido con las sirenas, aunque su presencia en el reino se ha vuelto escasa. La ausencia del rey Nereus sigue siendo un misterio para mí, y solo puedo esperar que su destino haya resultado mejor que el de las pobres almas que se encuentran sin vida en el suelo.Mientras avanzamos, las palabras de Azura resuenan en mi mente. ¿Será cierto lo del espejo? La incertidumbre me carcome. ¿Qué ocurrirá cuando me pare frente a él y no encuentre ningún reflejo de la magia que creo tener sobre mi mente? Al principio, traté de convencerme de que Azura seguía manipulándome de alguna manera, pero esa certeza se desvanece. Mi reciente actuación, enfrentándome a mi propia hermana en su defensa, va más allá de cualquier hechizo. Incluso el más poderoso de los encantamientos no podría im
AzuraMientras Kaladdarius corre a toda velocidad por el bosque, no puedo dejar a un lado la sensación de que algo nos vigila. La noche rojiza debido al hechizo que baña todo de un tinte macabro no ayuda en nada a tranquilizar mi mente que ya de por sí está paranoica.Las sombras que se proyectan de los árboles y los aullidos y gritos a la distancia tampoco favorecen a que el temor pase. Si el hechizo de camuflaje se ha caído, es solo cuestión de tiempo para que alguna criatura presa del trance se lance a atacarnos.Cierro los ojos y solo dejo que Kal me lleve con firmeza en su espalda. Sus manos apretando mis piernas envían corrientes de cosquilleo por mi cuerpo, pero intento pretender que no me pasa nada; lo menos que quiero ahora es recibir otro rechazo de su parte.De pronto siento que se detiene de golpe, el viento en mi rostro deja de congelar mis mejillas y mi nariz. Alzo la cabeza para ver qué es lo que nos ha hecho detenernos, rogándole a la luna que no se trate de una horda
KaladdariusEl nuevo integrante que se suma a nuestra cruzada me pone bastante nervioso. En el castillo he convivido con muchos vampiros, en especial con el príncipe de ellos, Valard; sin embargo, este sujeto no me da buena espina. No me gusta la forma en la que mira… o bueno, aparenta mirar a mi hermana.Su ceguera es cuanto menos sospechosa, pero no quiero preguntar cómo se la hizo sin parecer un entrometido.Mientras caminamos bajo el manto de la luz rojiza de la noche hechizada y nos acercamos más al castillo, un creciente nerviosismo se acrecienta en mi pecho, cada paso que damos acorta el camino hacia el espejo de la verdad. No puedo apartar mis ojos de Azura, pues muy en el fondo sé que eso es innecesario, sé que ella no me ha hechizado.O tal vez sí, pero no del modo en que mi hermana lo cree.El imponente castillo se alza ante nosotros en un claro despejado, aunque cubierto de maleza que ha crecido a lo largo de estos dieciocho años en los que ha permanecido abandonado. Una v
AzuraTodo lo que puedo ver es una oscuridad absoluta. Recuerdo el ruido ensordecedor de las rocas cayéndose en la entrada y luego… nada. Poco a poco despierto de mi letargo, un dolor punzante atraviesa mi cabeza y el aire ligero que me golpea me hace sentir un frío extraño en la frente. Si tuviera que adivinar, diría que es la sangre en mi cabeza la que me hace percibir esa sensación.No obstante, lo que más viene a mi mente en este momento es que él me protegió.Una sonrisa se forma en mis labios y no puedo evitar sentirme como una tonta enamoradiza, al pensar que quizá nuestro vínculo no se ha roto después de todo.Abro los ojos y lo miro, Kaladdarius me lleva en sus brazos por un pasillo estrecho y oscuro, no se ha dado cuenta de que desperté, así que me quedo contemplando su perfecto rostro labrado. Ahora mismo lleva una expresión seria y ligeramente preocupada; aunque no puedo asegurar que sea por mi condición.A medida que recupero la conciencia, los detalles de mi entorno comi
KaladdariusLos ojos de Azura se tornan blancos y su mirada se pierde por un par de segundos. Es la segunda vez que le ocurre esto y no tengo idea de cómo reaccionar. Regresa en sí misma con la mirada estupefacta, como si hubiera visto algo que no debía, algo realmente malo.—¿Qué sucede? ¿Qué viste?Ella me devuelve una mirada incrédula. Dos lágrimas se deslizan por sus mejillas sin que las palabras puedan salir de su boca.—Todo ha sido una mentira… una maldit4 mentira —dice apretando los dientes.—¿De qué hablas? ¿A qué te refieres?—Frida nos dijo que habíamos sido creadas por completo con magia, pero ella mintió. Todo este tiempo… nuestra madre nos engañó incluso desde antes de nacer.—No entiendo Azura, ¿qué viste?—No somos producto de una creación mágica, la princesa Jazmín se acostó con un hombre lobo, ella rompió las reglas sagradas de las brujas y mezcló nuestras razas.—¿Qué dices? Pero eso es imposible, ¿cómo…?—Yo misma lo vi, créeme, fue demasiado gráfico como para deja
AzuraÉl me ha escogido. ¡Kaladdarius me ha aceptado! La felicidad no cabe dentro de mi pecho. Aquí en la oscuridad de las mazmorras donde nos encontramos, no puedo más que sentirme como en el sitio más romántico del mundo. No me importa que en este momento el mundo se esté yendo a la mi3erda, porque ahora mismo lo tengo todo.La revelación de mi visión solo aclaró con hechos concretos lo que ya sabía. Aunque desconocía que era lo diferente en mí, estaba segura de que lo que sentía por él no era falso, no era solo un espejismo debido a un hechizo o un enamoramiento inocente de mi parte.Soy mitad loba y él es mi Mate y yo soy suya.Sonreímos en la oscuridad, Kaladdarius toma mi mano con fuerza y de inmediato avanzamos hacia la entrada que nos llevará hacia mi hermana gemela.Mi corazón late con la incertidumbre de lo que encontraremos del otro lado. Durante todo el camino no hemos visto a Belladaria o a Dimitri y eso es algo que me preocupa. ¿Les habrá sucedido algo malo?Mientras cam
AzuraEl despliegue de poder que mi hermana libera me deja estupefacta por un momento. Su magia se ha fortalecido y ahora, me temo que es imparable. El viento se levanta como un vendaval, como si un huracán se hubiese metido en el lugar. Ahí, iluminada bajo los rayos de la luna roja, Marcella se ve más aterradora que nunca, parece como si la misma esencia de la naturaleza se inclinara ante su dominio.En el epicentro de esta tormenta sobrenatural, Marcella emerge, iluminada bajo los rayos de la luna roja. Su figura se contornea en sombras danzantes, y sus ojos destellan con una intensidad sobrenatural. La mezcla de asombro y terror se refleja en nuestros rostros, mientras Kaladdarius aprieta mi mano con fuerza, anclándome a la realidad. Belladaria y Dimitri, resguardados tras una gran roca, intercambian miradas preocupadas.Doy un paso hacia adelante, sintiendo la llamada de la conexión fraternal, pero Kal me atrae hacia su cuerpo con seguridad, negando con determinación.—No, no vaya
AzuraLa tensión en el aire es palpable, la decisión de Marcella se cierne sobre nosotros como una sombra oscura. Mi mente trabaja a toda velocidad, buscando desesperadamente una solución, alguna fisura en su armadura mágica que nos permita revertir esta pesadilla.Bella se acerca con sus ojos llenos de lágrimas y rabia. La impotencia nos consume a todos, mientras Marcella disfruta de su momento de poder. La luna roja es un testigo silencioso de nuestra tragedia mientras sigue iluminando el salón donde nos encontramos con su luz distorsionada.—¡Azura, haz algo! —grita Bella, desesperada.Mis ojos buscan desesperadamente una salida, y entonces, en medio del caos, algo llama mi atención. Una especie de vara de metal que se encuentra en el suelo, un escombro de lo que antes había sido alguna reja del castillo.Mi cabeza trabaja a toda velocidad, la idea es fugaz, pero se planta en mi cabeza y no está dispuesta a irse. Si quiero salvar a Kal, tengo que matar a mi hermana.—¡Bella, distrá