Kaladdarius—No estoy diciendo que no sea tu Mate, pero tienes que considerar que los Lonehowl llevan muertos mucho tiempo. ¡Solo me preocupo por tu seguridad, Kaladdarius!Las discusiones entre mi padre y yo nunca son bonitas, mucho menos cuando mi madre y mi hermana hacen de testigos. Sé que a mi madre le duele mucho vernos pelear, su rostro adolorido por el pesar de ver a su familia discutiendo me parte el corazón en dos. Y los quejidos de mi hermana no favorecen que gane esta pelea.—Entiende, nuestro padre tiene razón. Te dije que había algo raro en esa chica desde que no se presentó propiamente con una manada —dice Belladaria.—¡Arg! ¿Por qué siempre eres así? ¿Por qué siempre tienes que cuestionar todo lo que hago y escojo? ¿Crees que soy un inútil que no puede cuidarse solo? —espeto.Mi padre ruge y con la sola acción de mostrarme sus ojos de Alfa, retrocedo y agacho la cabeza.—Lucian, mi amor, tampoco podemos juzgar a esa chica sin más. ¿Por qué mejor no le pedimos a Sorin o
AzuraUna luz rojiza envuelve mi cuerpo y el de mi hermana, mientras sentimos cómo el poder del hechizo se entremezcla con la magia misma de la luna, tiñéndola de un rojo sangre intenso. Mis fuerzas se debilitan a cada segundo que el color cubre la superficie del astro nocturno, como si absorbiera parte de mi propia vitalidad. Tengo la sensación de que aquello dura una eternidad, pero solo son un par de segundos hasta que el haz de luz nos libera por completo.Enseguida, todo el reino de Dunwic se tiñe del mismo color que mana de la luna en este instante, y lentamente puedo sentir en mis huesos cómo el hechizo se esparce por todos los otros reinos del mundo. Poco a poco, toda la tierra se ve teñida de rojo, el caos está a punto de desatarse. Mi hermana sonríe con una maldad que hasta ahora no era consciente de reconocer en ella, como si el hechizo hubiera liberado una oscuridad latente en su interior.Lo primero que hago es observar a todas las personas que se encuentran en la sala, l
KaladdariusLa oscuridad se cierne sobre mí y me consume, empujándome a un rincón apartado de mi mente del que no puedo escapar. De alguna forma, todavía puedo percibir lo que ocurre a mi alrededor, pero a la vez es como si mi cuerpo no fuera mío, como si algo más lo controlase.De pronto siento una necesidad primitiva por cazar, todos mis sentidos se agudizan y mi mente se enfoca en perseguir a la presa; el problema es, que hay muchas presas que perseguir.Escucho los gritos a mi alrededor, el frenesí de perseguir a quien deseo perseguir y matar se apodera de mí. Me relamo los labios y empiezo la carrera contra alguna pobre alma de la que realmente no soy consciente. No sé quién es, no sé por qué quiero cazarla, solo sé que debo hacerlo.Mis colmillos se clavan en su garganta y destrozan la carne a su paso, empapando mi boca de sangre. Eso debería ser suficiente, pero esta noche, sin motivo aparente, solo deseo más.Fijo mi objetivo en la siguiente presa, perseguirlas se me está haci
AzuraMi cabeza rebota contra el suelo provocándome una reacción en cadena de un dolor insoportable. Siento la sangre brotar de la herida y por breves segundos soy incapaz de moverme. Pienso que este es el fin, voy a morir aquí a manos de mi propia hermana gemela.Un par de lágrimas corren por mis mejillas, cierro los ojos esperando el inminente final, el momento en el que la vida escapará de mis pulmones y me iré a otro lugar. Siempre me he preguntado ¿qué sucederá después de la muerte? ¿Tal vez iré a algún sitio junto a mi madre? No lo sé.Abrazo ese pensamiento y mientras espero mi muerte, escucho a la distancia un grito desgarrador. No necesito verlo para saber qué es él. De pronto no deseo morir, no quiero que mi vida acabe aquí.Abro los ojos de nuevo y, para mi sorpresa, mis heridas han comenzado a curarse. Debe ser por el hechizo que tengo puesto sobre mí misma. Aun así, me levanto con dificultad y dando traspiés por el suelo de piedra.Me incorporo con dificultad, tambaleándo
KaladdariusLa incredulidad me envuelve como una sombra oscura. «No puede ser», repito en mi mente, rechazando con todas mis fuerzas la revelación que se despliega ante mí. Ella, una bruja, no puede ser mi Mate. Debe de haber algún engaño, algún hechizo retorcido que distorsiona la realidad y me hace ver conexiones que no pueden ser reales. En toda la historia de nuestro reino, jamás se había contemplado la posibilidad de que la Mate de un lobo fuera una bruja. Ni siquiera entre los humanos se da tal anomalía, y mucho menos con una criatura tan incompatible como las brujas.La furia hierve en mi interior, pero se ve eclipsada por el dolor punzante de sentirme traicionado. ¿Cómo pudo hacerme esto? Cada recuerdo compartido parece perder su significado en un instante. Había creído encontrar a mi destinada, mi otra mitad, y ahora todo se desmorona en un caos desgarrador. La idea de que mi familia y todo el reino puedan perecer debido a esta conexión imposible me golpea como una maldición.
AzuraPuedo sentir la angustia en la voz de Kaladdarius, la urgencia por salvar a su padre de el horrible destino de asesinar a su propia familia. La escena ante nosotros es realmente espantosa. Nunca tuve un padre, pero no le deseo ese destino ni al peor de mis enemigos; y curiosamente, ese es el rey.Ambos salimos corriendo a toda velocidad. Kaladdarius se arroja de un salto sobre la espalda de su padre y evita el zarpazo fatal con el que iba a golpear a Belladaria, sin embargo, la amenaza no ha mermado, pues la reina, Alina, también poseída bajo la influencia de la luna roja, intenta atacar a Kaladdarius y al rey.El jardín se ha convertido en un campo de batalla donde no hay muy buenas probabilidades de salir con vida.Jamás creí que haría uso de mi magia para salvar a la familia real, esa de la que intentaba vengarme en primer lugar. Uso mi poder para apartar a la reina de Kaladdarius. La fuerza de mi magia la manda a volar varios metros y termina por golpearse contra los muros d
KaladdariusLa pregunta de mi hermana cala profundo en mi interior, mi silencio crea una atmosfera tensa de la que no puedo deshacerme tan fácilmente, ¿creó que en esa mentira? No, por supuesto que no, pero no puedo ignorar que sigo sintiéndome igual cada vez que la tengo cerca, que deseo protegerla incluso de mi hermana y que en el fondo siento que no es una mentira.Azura es una bruja y no dudo que siga bajo el efecto de su hechizo a pesar de que me aseguró que se lo había quitado.¿De verdad existe alguna remota posibilidad de que ella sea mi Mate? La mujer destinada para mí.Ahora mismo mientras se encuentra a mis espaldas y trato de protegerla de la ira de Belladaria, todo lo que quiero es gritarle que sí, que lo creo porque la amo, porque no puedo ignorar lo que siento.En cambio, respondo algo totalmente opuesto:—No, claro que no, pero torturarla no servirá de nada —argumento.Belladaria la observa con el fuego del odio refulgiendo en sus ojos. Si logramos salir de esto, no sé
Azura¿Él acaba de defenderme?Un halo de sorpresa y gratitud envuelve mi ser cuando percibo el acto protector de Kaladdarius que se encuentra de espaldas a mí. La figura de su imponente silueta erigida como un guardián, se interpone entre la furia de su hermana y yo. En ese momento, se revela un destello de humanidad en sus ojos, un gesto que va más allá de la fachada de indiferencia que suele portar.El corazón, que me latía con incertidumbre ahora experimenta un palpitar diferente, uno lleno de esperanza. «No todo está perdido entre nosotros», pienso con alivio. La conexión inexplicable que compartimos parece haber trascendido las barreras de la discordia, como si la diosa luna, en su capricho celestial, hubiera dispuesto que nuestros destinos se entrelazaran de esta forma.En medio del desconcierto una verdad emerge con claridad: Kaladdarius es mi pareja destinada. La revelación resuena en mi interior, desafiando las convenciones que creía conocer sobre las brujas y sus vínculos.