KaladdariusElla resplandece con un brillo tan único y excepcional, incluso más que el más bello de los diamantes de la joyería del palacio. Sin pensarlo ni un segundo los cambiaría a todos por ella. Por una sonrisa de esos labios carmesí o por una mirada abanicada con sus pestañas.Azura es mi mundo entero, la razón por la que vivo ahora. Le tomo entre mis brazos, sin importarme que todo el mundo nos esté viendo; después de todo, este es mi cumpleaños, así que sé bien que soy el protagonista esta noche.—¿Bailamos? —ofrezco mi mano, ella la observa con detenimiento y entonces me sonríe con dulzura y las mejillas rosadas.—Sí —susurra.Entrelazo nuestras manos y la llevo hasta la mitad de la pista bajo la mirada atenta de varios lobos del palacio. Rhea y Sorin, sobre todo, no apartan los ojos de la chica que me acompaña.Pareciera que la música misma se hubiese detenido para observarnos. Levanto la mirada hacia el trono, donde mi padre y mi madre miran con atención.En los ojos del re
AzuraEs la primera vez que veo tan de cerca a la hermana gemela de Kaladdarius. La chica es realmente hermosa, sin duda le hace honor a su nombre y se parece bastante a su madre y a su hermano. Sin embargo, ella no posee la misma mirada cálida y de devoción que me da él.En cambio, Belladaria me observa de forma inquisitiva, como si su instinto le dijera que no puede confiar en mí.—¿Por qué no esperas igual que los demás? —recrimina Kaladdarius colocándose ligeramente delante de mí de manera protectora.—Soy tu hermana, no tengo por qué —se excusa encogiendo los hombros. Enseguida avanza hasta mí y extiende su mano para estrechar la mía.Trato de controlar los espasmos de mi cuerpo para que no se dé cuenta de que estoy temblando. Todo esto me está sobrepasando a límites que no creí que fuesen posibles.Le doy mi mano y ella la aprieta con un poco más de fuerza de la necesaria, no obstante, intento fingir que no me ha dolido.—Mucho gusto, tú debes ser la famosa Belladaria, es un hon
AzuraMis piernas tiemblan ante la imponente presencia de Lucian. Sabía que el rey se daría cuenta de que no soy quien digo ser. Miro a todos lados buscando el apoyo de mi hermana, pero con su tamaño actual ni siquiera soy capaz de ver dónde está.Mi corazón martillea sin descanso dentro de mi pecho, como si quisiera huir de la realidad que se cierne sobre mi cabeza como un agujero negro dispuesto a tragarme.—Yo… yo… —balbuceo sin saber realmente qué decir. Siento los miles de ojos de los invitados puestos sobre mí e inevitablemente escucho los murmullos que dicen cosas espantosas.Toda mi vida me preparé para este momento, para estar aquí y cumplir la venganza, pero ahora no puedo. Todo lo que quiero es huir de aquí y evitar una muerte segura. Observo a Kaladdarius, quien me ve con ojos anhelantes… no puedo lastimarlo a él, no me importa lo que haya hecho su padre, no puedo.—Azura, no escuches a mi padre.—¡Kaladdarius! —reprende la reina levantándose del trono.Salgo corriendo a t
Kaladdarius—No estoy diciendo que no sea tu Mate, pero tienes que considerar que los Lonehowl llevan muertos mucho tiempo. ¡Solo me preocupo por tu seguridad, Kaladdarius!Las discusiones entre mi padre y yo nunca son bonitas, mucho menos cuando mi madre y mi hermana hacen de testigos. Sé que a mi madre le duele mucho vernos pelear, su rostro adolorido por el pesar de ver a su familia discutiendo me parte el corazón en dos. Y los quejidos de mi hermana no favorecen que gane esta pelea.—Entiende, nuestro padre tiene razón. Te dije que había algo raro en esa chica desde que no se presentó propiamente con una manada —dice Belladaria.—¡Arg! ¿Por qué siempre eres así? ¿Por qué siempre tienes que cuestionar todo lo que hago y escojo? ¿Crees que soy un inútil que no puede cuidarse solo? —espeto.Mi padre ruge y con la sola acción de mostrarme sus ojos de Alfa, retrocedo y agacho la cabeza.—Lucian, mi amor, tampoco podemos juzgar a esa chica sin más. ¿Por qué mejor no le pedimos a Sorin o
AzuraUna luz rojiza envuelve mi cuerpo y el de mi hermana, mientras sentimos cómo el poder del hechizo se entremezcla con la magia misma de la luna, tiñéndola de un rojo sangre intenso. Mis fuerzas se debilitan a cada segundo que el color cubre la superficie del astro nocturno, como si absorbiera parte de mi propia vitalidad. Tengo la sensación de que aquello dura una eternidad, pero solo son un par de segundos hasta que el haz de luz nos libera por completo.Enseguida, todo el reino de Dunwic se tiñe del mismo color que mana de la luna en este instante, y lentamente puedo sentir en mis huesos cómo el hechizo se esparce por todos los otros reinos del mundo. Poco a poco, toda la tierra se ve teñida de rojo, el caos está a punto de desatarse. Mi hermana sonríe con una maldad que hasta ahora no era consciente de reconocer en ella, como si el hechizo hubiera liberado una oscuridad latente en su interior.Lo primero que hago es observar a todas las personas que se encuentran en la sala, l
KaladdariusLa oscuridad se cierne sobre mí y me consume, empujándome a un rincón apartado de mi mente del que no puedo escapar. De alguna forma, todavía puedo percibir lo que ocurre a mi alrededor, pero a la vez es como si mi cuerpo no fuera mío, como si algo más lo controlase.De pronto siento una necesidad primitiva por cazar, todos mis sentidos se agudizan y mi mente se enfoca en perseguir a la presa; el problema es, que hay muchas presas que perseguir.Escucho los gritos a mi alrededor, el frenesí de perseguir a quien deseo perseguir y matar se apodera de mí. Me relamo los labios y empiezo la carrera contra alguna pobre alma de la que realmente no soy consciente. No sé quién es, no sé por qué quiero cazarla, solo sé que debo hacerlo.Mis colmillos se clavan en su garganta y destrozan la carne a su paso, empapando mi boca de sangre. Eso debería ser suficiente, pero esta noche, sin motivo aparente, solo deseo más.Fijo mi objetivo en la siguiente presa, perseguirlas se me está haci
AzuraMi cabeza rebota contra el suelo provocándome una reacción en cadena de un dolor insoportable. Siento la sangre brotar de la herida y por breves segundos soy incapaz de moverme. Pienso que este es el fin, voy a morir aquí a manos de mi propia hermana gemela.Un par de lágrimas corren por mis mejillas, cierro los ojos esperando el inminente final, el momento en el que la vida escapará de mis pulmones y me iré a otro lugar. Siempre me he preguntado ¿qué sucederá después de la muerte? ¿Tal vez iré a algún sitio junto a mi madre? No lo sé.Abrazo ese pensamiento y mientras espero mi muerte, escucho a la distancia un grito desgarrador. No necesito verlo para saber qué es él. De pronto no deseo morir, no quiero que mi vida acabe aquí.Abro los ojos de nuevo y, para mi sorpresa, mis heridas han comenzado a curarse. Debe ser por el hechizo que tengo puesto sobre mí misma. Aun así, me levanto con dificultad y dando traspiés por el suelo de piedra.Me incorporo con dificultad, tambaleándo
KaladdariusLa incredulidad me envuelve como una sombra oscura. «No puede ser», repito en mi mente, rechazando con todas mis fuerzas la revelación que se despliega ante mí. Ella, una bruja, no puede ser mi Mate. Debe de haber algún engaño, algún hechizo retorcido que distorsiona la realidad y me hace ver conexiones que no pueden ser reales. En toda la historia de nuestro reino, jamás se había contemplado la posibilidad de que la Mate de un lobo fuera una bruja. Ni siquiera entre los humanos se da tal anomalía, y mucho menos con una criatura tan incompatible como las brujas.La furia hierve en mi interior, pero se ve eclipsada por el dolor punzante de sentirme traicionado. ¿Cómo pudo hacerme esto? Cada recuerdo compartido parece perder su significado en un instante. Había creído encontrar a mi destinada, mi otra mitad, y ahora todo se desmorona en un caos desgarrador. La idea de que mi familia y todo el reino puedan perecer debido a esta conexión imposible me golpea como una maldición.