Ahora sí mis amores, arrancamos con esta segunda parte, espero que les guste. No olviden dejar sus comentarios en el inicio de la novela, los que ponen dentro de los capítulos no se me notifican, así que es poco probable que los vea, ya que tendría que revisar capítulo por capítulo xD
AzuraDieciocho años han pasado desde que todo mi mundo cambió. Dieciocho años en los que he tenido que crecer en la miseria, escondiendo lo que en realidad soy como si fuera un monstruo que tiene que avergonzarse de sus orígenes.Frida dice que no debemos avergonzarnos, ni yo, ni mi hermana gemela Marcella. Ambas nacidas de la magia y del vientre único de nuestra madre: la princesa Jazmín.Ella nos dio a luz antes de que la guerra se desatara, manteniendo aquel nacimiento en secreto. Ni siquiera supimos nunca quién fue nuestro padre, pero eso no importaba, porque mi hermana y yo somos verdaderas brujas de nacimiento, y a las brujas no les interesa conocer la descendencia masculina que nos trae al mundo.Durante años Frida nos crío como si fuésemos sus propias hijas, ocultas en la villa humana y pretendiendo llevar vidas mundanas.Lo que nadie imaginaba es que, en la oscuridad de un sótano secreto, Marcella y yo hemos urdido un plan tan grande y magistral, que hemos de necesitar toda
KaladdariusLa silueta de la hermosa chica misteriosa se encuentra sentada en una roca, apacible y con una dulce sonrisa. Me acerco a ella con cautela, aunque eso no evita que mi corazón se agite dentro de mi pecho. Tiene que ser la loba más hermosa que he visto jamás, porque no me quedan dudas de que es una loba, su esencia y el hecho de que es mi Mate lo comprueban.A pesar de saber que nuestra conexión es instantánea, no dejo de preguntarme si es que ella sentirá lo mismo que yo, el miedo de ser rechazado eclipsa por un momento mi emoción.Me detengo frente a ella esperando que diga las primeras palabras.—Viniste.—No me lo hubiese perdido por nada del mundo —afirmo con bastante seguridad.Ella sonríe y… ¡Madre mía!, mi corazón está a punto de saltar de mi pecho.—Me halaga, príncipe Kaladdarius, tan solo soy una desconocida.Cierro la distancia que nos separa, tan ínfima que en realidad solo son unos pocos pasos. Le tomo de las manos sin que se lo espere, su rostro denota la sorp
AzuraCorro a una velocidad vertiginosa, el bosque se desdibuja a mi alrededor. No tengo noción del tiempo, solo sé que debo huir de él. Cada paso se convierte en una tortura, como si mil agujas se clavaran en mis talones, y el fuego recorre mis piernas. Forzada a detenerme bruscamente, choco violentamente con una roca gigantesca que obstruye mi camino, y ruedo colina abajo, mi cuerpo golpeándose contra el suelo. Las pequeñas rocas afiladas rasgan mi piel, dejando heridas abiertas que arden con intensidad.El impulso de mi carrera se desvanece y termino yaciendo en el suelo, cubierta de hojas y tierra, incapaz de levantarme. Las lágrimas inundan mis ojos mientras el terror se apodera de mí por lo que Kaladdarius acaba de revelarme... Soy su Mate... eso no puede ser real.Permanezco inmóvil durante un largo tiempo, acurrucada sobre mí misma, aferrándome a mis piernas. No puede ser, simplemente no puede ser...El silencio del bosque se vuelve ensordecedor, solo roto por el susurro de la
AzuraDespués de haber huido como una tonta hace dos noches, intenté regresar al sitio donde nos habíamos encontrado la primera vez, sin embargo y para mi gran decepción, él no apareció. La presión de mi hermana se está haciendo cada vez mayor, además, los días para terminar el hechizo se nos agotan.El príncipe y la princesa cumplen los dieciocho años en tan solo cinco días más. Si para entonces no he conseguido su sangre, todo habrá sido en vano.Por esa razón he decidido infiltrarme en el castillo para hablar con él. Sé que lo que estoy haciendo es muy arriesgado, pero es mi carta desesperada, de otro modo Marcella se enterará de la supuesta cuestión de los Mates y, por un motivo ajeno a mi conocimiento, tengo el presentimiento de que es mejor que no lo sepa nunca.Me deslizo con la gracia de la noche, entre las sombras del castillo real. Cada paso que doy está marcado por la urgencia de mi corazón, que late al ritmo de un tiempo que se desvanece rápidamente. La presión por cumplir
KaladdariusNo me esperé que Azura fuera la que me buscase, sin embargo, no puedo quejarme en lo absoluto, de hecho, mi corazón estaba sufriendo por su aparente rechazo.Ahora la tengo entre mis brazos y es ella quien ha dado el primer paso. Nuestros labios se funden en un beso apasionado, el sabor metálico de la sangre que brota de la herida que me ha hecho solo hace que mi excitación por ella aumente.—¡Auch! —susurro con una sonrisa—, parece que te gusta lo rudo.—No tienes idea, príncipe —asegura.Vuelvo a sonreír, cargo su cuerpo y lo apego a la pared mientras que nuestras respiraciones se vuelven más agitadas, pero a la vez, más acompasadas. Azura está dispuesta a aceptarme como su mate y yo, sin duda marcaré a esta hembra esta noche.Siento que el espacio que nos separa es ridículamente amplio, a pesar de que la tengo aprisionada contra mi cuerpo, aun así, su vestido me estorba, mi lobo interior ruge de deseo y solo quiere reclamar lo que le pertenece.Azura rodea mi cuello con
Azura¿Qué fue lo que hice?¡Dios mío! ¿Qué hice?Los recuerdos de la intensa noche que pasé con Kaladdarius dan vueltas en mi cabeza, no paran de reproducirse y producirme nuevamente las sensaciones en mi piel. La forma tan increíble y sensual en la que él me hizo suya es algo que no voy a poder sacar tan fácilmente de mi mente.Había conseguido lo que necesitaba, pero ¿a qué costo? ¿Realmente me he unido a este lobo como su Mate? ¿O él ha caído en el hechizo de mi camuflaje para que piense que soy uno de ellos?Lo que sentí mientras recorría cada centímetro de mi piel, la forma en la que me poseyó como si fuéramos uno solo y la marca que ha dejado en mi cuello me estremecen, realmente estoy preocupada por lo que pueda suceder, no sé si he cometido un grave error al dejar que todo eso pasase entre nosotros.Kaladdarius no quería dejarme ir, pero al fin consigo alejarme lo suficiente del castillo como para extraer las gotas de sangre que obtuve al morder sus labios.—Consíguela de cua
KaladdariusHe pasado cinco días en agonía esperando volver a verla, por un motivo desconocido, Azura no ha vuelto al castillo, ni siquiera me ha enviado algún mensaje, nada que me indique el motivo de su silencio, sin embargo, estoy seguro de que ella aparecerá esta noche.Pienso en ella y en lo que hicimos esa noche en la oscuridad de mi habitación secreta y mi cuerpo se estremece, mientas que mi lobo aúlla por su regreso. A penas ha salido la luz del sol de la mañana, el tiempo se me estira como si fuese eterno esperando la gran noche.—Hermanito, ¿por qué andas tan pensativo? Eso es inusual en ti —bromea Belladaria.Resoplo y me hago a un lado en el balcón donde me encuentro observando el amanecer.—Feliz cumpleaños —le digo con una media sonrisa.—Feliz cumpleaños para ti también —responde dándome un ligero codazo amistoso.—¿Crees que las cosas cambien para nosotros después de esta noche? —pregunto sin apartar la vista del horizonte.—¿Por qué habrían de cambiar? Yo no me siento
AzuraLas manos no paran de temblarme mientras mi hermana y yo vamos en el carruaje que nos lleva hasta el castillo lunar donde la solemne fiesta ya ha comenzado.Nadie sabe que somos hermanas gemelas, así que, Azura y yo, ocultas bajo vestidos idénticos, compartimos una mirada llena de complicidad. Somos dos almas entrelazadas en un secreto que ni siquiera la luna llena puede revelar. Azella, ese es nuestro nombre ante el mundo, una fusión de identidades que debemos mantener a toda costa. La soledad ha sido nuestra compañera constante, un precio a pagar para poder lograr nuestra venganza.En la penumbra del carruaje, Marcella, mi hermana gemela, se transformó de nuevo. Para los ojos curiosos que me vieron subir al carruaje, yo iba sola, pero cuando cerramos las puertas, mi hermana, que iba en mi mano convertida en una araña negra, volvió a su forma humana.A lo largo de los años, nos habíamos vuelto expertas en mantener nuestro secreto, tejiendo una red de mentiras que nos había perm