La brisa del mar golpea mi rostro dándome una sensación de frescura, mis ojos capturan el momento exacto en el que una ola choca contra la enorme roca que se encuentra a unos cuantos metros a mi lado, estar en el lugar en el que inició todo me llena de paz. Han pasado ya unos cuantos veranos y ahora a mis 25 años me encuentro plena y dichosa de la vida que estoy llevando. Mañana es el gran día de mi boda, después de estudiar y batallar mucho en mi relación con Damon, hemos logrado complementarnos el uno con el otro, logramos superar muchos obstáculos que aparecieron en nuestro camino, aprendimos mucho en estos años y convertimos diariamente los malos ratos en un aprendizaje bueno. Cada que pienso en todo lo que hemos tenido que recorrer para que llegara este día, me inunda de una indescriptible felicidad. Toco mi vientre plano con delicadeza y respiro hondo.
Damon me penetra profundamente al tiempo que me arqueo soltando un gemido, no lo venía venir tan pronto pero un calor se coloca en vientre bajo y sonrío por la noticia que le espera mañana. Damon comienza a embestirme y yo me propongo disfrutar sin hacer demasiado ruido o de lo contrario terminaré por despertar las sospechas de todos. Recorre mi cuello con la dulce guía de sus besos y ligeros mordiscos cobre mis pechos, ambos nos entregamos a la pasión, al amor, fue una noche perfecta en la que como siempre terminábamos amándonos y gritando nuestros nombres hasta que las fuerzas nos vencían y el cansancio se hacía presente.A la mañana siguiente me desperté con una nota de él diciendo que me esperaba en el altar y que no llegara tarde. Sandra, mi madre y mi suegra no tardaron en llegar y abrumarme
Aún sigo intentando procesar todo, ¿cómo era posible que se tratase de un sueño? Se sintió cada cosa tan real que me sentía fuera de realidad. Y ahora no podía dejar de abrazar a Edwin, me encontraba como jodido Koala con los brazos rodeando su cuello, a tal punto que no me importaba asfixiarlo.—Entonces conociste a un tío llamado Damon, que casi muere y te casaste con él y estabas embarazada de ese cabrón —dice Edwin—. No sé cómo debo sentirme, pero quiero matar a ese pendejo.Edwin no estaba muerto, respiraba, a mi lado, era lo que importaba, todo había sido un sueño, ignoro las palabras punzocortantes de Edwin, me separo y plasmo mis labios con los suyos.—Nunca
Aeropuerto de Arizona, dos años después.El cálido sol y la ligera brisa pesada, hacen que mi cuerpo se estremezca cuando pisamos la tierra de mis sueños, han pasado dos desde que Edwin y yo nos convertimos en marido y mujer, no ha sido fácil, su carácter siempre ha sido explosivo y el mío poco dócil, pero el amor nunca ha dejado de existir, pese a las peleas, los celos y las dificultades a las que nos hemos enfrentado, seguimos juntos, amándonos con loca pasión. Y ahora estábamos de visita en Arizona, tenía muchas ganas de ver a mi tía Jenny.—Odio el sol —resopla Edwin cuando mete la última maleta al taxi—. El calor es insoportable, pero sabes qué es lo único bueno.
Sus labios chocan contra los míos al tiempo que una descarga eléctrica recorre todo mi cuerpo. Su lengua juega con la mía y sus manos se deslizan a un costado para aferrarse a mi cintura. Nuestras respiraciones chocan entre sí provocando que una cortina cálida de aliento se filtre entre nuestras bocas. Edwin se separa para que mi cuello sea ahora el protagonista, me besa con desenfrenada pasión, gruñe cuando se enciende y sus caricias aumentan a cada segundo.—Eres tan dulce Candice... —susurra en mi oído.—Edwin... para...Pero no me presta atención. Sigue con su recorrido por mi piel, un reguero de besos me envuelven en un manto delicioso de placer. Tomo una enorme bocanada de aire al sentir como desabrocha con destreza mi blusa, los botones salen casi disparados al último momento.Su mano llena uno de mis senos y comienza a bajar la tela blanca de mi sost&eacu
Las luces de color neón inundaban todo a mi alrededor, la música reventaba mis oídos de tan alto que tenía su volumen, mis amigas y yo no habíamos parado ni un solo minuto en bailar, desde que llegamos a la fiesta de graduación logramos acaparar todas las miradas, los chicos nos devoraban con ojos llenos de lujuria y las chicas nos lanzaban miradas llenas de envidia, era la noche perfecta para que nuestros sueños flotaran en el aire dejándose llevar, eso era lo que creía. Observo de reojo a Edwin, mi novio, no éramos muy populares; en un rango estudiantil del número uno al diez, nosotros nos posicionábamos en el número ocho, ¡y era genial!Rodeado de todos sus amigos se veía muy apuesto, y lo era, me sonrojo como una estúpida al ver cómo me agarra en curva y enseguida me guiña un ojo, Edwin hacía mi mundo mucho mejor de lo que ya era, tení
Ha pasado una semana desde que la vida decidió regalarme el dolor más insoportable que pudiera sentir. La alarma de mi despertador no ha dejado de sonar y yo me quedo inmóvil, esperando a que su espantoso ruido inunde toda mi habitación, la chica que era antes se había muerto esa noche junto con él, esa era la realidad. Mi realidad.—¡Candice!Escucho que mi madre me grita pero decido ignorarla, sigo quieta, despierta pero con los ojos cerrados al tiempo que con mis dedos acaricio el anillo que Edwin me iba a dar, abrazo mis rodillas y me hago un ovillo, era nuestro anillo de compromiso, la ansiedad me domina y aquel maldito nudo en mi garganta crece pero abro los ojos y me levanto antes de romperme en llanto, apartando todo de mi mente, odiaba tener que llorar, hace tiempo que no lo hacía porque en mi vida había puras cosas buenas, ahora sin él, me doy cuenta de que todo se trató de un e
No dejaba de asomarme por la ventanilla del avión, estaba a pocos minutos para llegar con Jenny, la mejor amiga de la infancia de mi madre, cuando era niña solía decirle tía porque se comportaba con amabilidad y me regalaba caramelos a escondidas de mis padres, así que siempre sería mi tía aunque solo fuera de palabra. Me quito los audífonos que estaban conectados a mi celular, y los guardo mientras escucho como una de las azafatas nos da las indicaciones, ya que estábamos por aterrizar. Este era un viaje que hacía por él, a Edwin le hubiera gustado la idea de que viajara a Arizona, observo el anillo en mi mano y sonrío, «esta va por ti, mi amor» suspiro decidida a dejarme llevar, me había prometido que este sería el mejor verano de mi vida, una oportunidad para sanar.Cuando aterrizamos, me dirijo al área de paquetería y después de unos
Nunca en mi vida había visto a un chico desnudo, ni siquiera tuve la dicha de ver a Edwin sin ropa. Le muerdo la mano provocando que aquel individuo soltara un grito de dolor y me dejara en libertad, pego carrera y bajo las escaleras pero al llegar a los últimos escalones termino chocando con la tía Jenny.—¡Santo dios, Candice! —Abre los ojos como platos mientras me regala una pequeña carcajada—. Me he levantado como alma que lleva el diablo en cuanto te he escuchado gritar.—¡Tía, arriba hay un ladrón con un enorme...! —me muerdo la lengua al darme cuenta de lo absurdo que sonaría contar los detalles y enseguida me sonrojo.—¿Un ladrón? —la tía Jenny enarca ambas cejas y se dirige a uno de los muebles en donde se veía con claridad que le gustaba coleccionar figurillas de porcelana, saca algo y cuando se gira me sorprende saber que