REY ALFA Y NIEVES
REY ALFA Y NIEVES
Por: pola jardim
PROLOGO

Prólogo

Si hace menos de cuatro horas me hubieran dicho que hoy encontraría a mi alma gemela, y que ella sería simplemente la hija del florista de una manada tan distante de mi reino, no lo habría creído.

—¿Qué harás? —preguntó mi mejor amigo y rey beta.

—Nada, si tengo suerte, nunca la volveré a ver —respondí mientras observábamos a través de las ventanas de mi todoterreno.

—¿Pero ella no se dio cuenta?

—Escapé antes de que ella me mirara.

—¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —lo miré con seriedad, antes de volver la vista hacia el lugar donde se encontraba mi compañera.

—Tan seguro como me llamo Hunter Müller Gold.

Encendí el motor de mi todoterreno y me preparé para salir de aquel sitio. Sin mirar atrás, dejamos atrás aquella manada que solo me había traído desdichas.

No deseaba a alguien como ella; era tan sencilla, con su cabello castaño y ojos aceitunados. No sé por qué, pero esa noche en el bar, su aroma me enloqueció, y cuando seguí ese dulce olor, la vi, y todas mis reservas se desvanecieron.

No me considero una persona clasista, pero me dejo influir demasiado por las apariencias. Soy un individuo único y, como tal, necesito a alguien igualmente excepcional.

Sin embargo, mientras nos alejábamos, una extraña sensación de vacío comenzó a invadirme. Miré por la ventana, observando cómo la manada se desdibujaba en el horizonte, y aunque intentaba convencerme de que había tomado la decisión correcta, una parte de mí gritaba que había cometido un error. Pero no me importaba.

—¿Hunter? —me interrumpió mi amigo—. ¿Estás bien?

—Sí, solo… reflexionaba sobre el error que ha cometido la diosa de la luna.

—Quizás deberías volver y conocerla. La diosa nunca se equivoca —sugirió él, con un tono que denotaba inseguridad.

—¿Volver? —repetí, casi escupiendo la palabra. —No puedo. Eso no está en mis planes.

—¿Por qué no? —me desafió, y su mirada penetrante me hizo dudar. —Quizás ella sea justo lo que necesitas.

—Y quizás solo sea una distracción —repliqué, aunque en el fondo sabía que había más en juego.

Un silencio incómodo se asentó entre nosotros mientras conducíamos. La carretera se extendía ante nosotros, pero mi mente estaba atrapada en aquel bar, en su presencia. Finalmente, decidí romper el silencio.

—Es lo correcto, Jack. Ella no es apta para mi manada. Soy el maldito rey, y espero que me apoyes como siempre.

M*****a sea, quería a Jack como a una hermana, pero en esos momentos me estaba enfureciendo, sin comprender que esa mujer no era adecuada para ser mi compañera, tan simple y, además, era Omega, una simple Omega.

No voy a mezclarme con Omegas insignificantes, que me castren antes.

Jack soltó un suspiro, pero lo ignoré. Iba a hacer como si nunca la hubiera visto; solo pensar en mezclar mi pureza con una Omega simple me llenaba de rabia.

lo que más me molestaba era que no podía volver y rechazarla oficialmente, había algo en mi interior que se negaba a volver y rechazarla, por eso mejor miles de kilómetros de distancia entre esa Omega y yo.

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