CAPITULO 5

Capítulo 5.

Nieves.

Al llegar a mi habitación, me dejé caer sobre la cama, incapaz de apartar de mi mente las imágenes de aquel despacho.

Una ira comenzó a crecer en mi interior. Maldito idiota.

Era repugnante que nunca volviera a entrar en ese despacho; me preguntaba cuántas mujeres más habían ocupado ese escritorio o esas sillas.

Me sentía tan molesta. Sé que son los lazos que me hacen sentir así de posesiva, pero, por Dios, odio sentirme así, tan enojada, llena de furia. Ni siquiera tengo sentimientos por Hunter, pero solo verlo con esa mujer me ha dejado furiosa, frustrada, molesta, ¿decepcionada? ¿De qué? No tengo idea; siempre supe cómo era él, me lo demostró hace dos años. Debo salir de este palacio lo antes posible y ayudaré a Amber en lo que pueda para marcharme. Y, si la diosa lo permite, no volver a verlo en mucho tiempo.

(...)

No recuerdo en qué momento me quedé dormida, pero al abrir los ojos, los rayos de la luna iluminaban parte de mi habitación. Miré mi cuerpo y noté que estaba descalza, además de que alguien había colocado una manta sobre mí. Amber debió venir a buscarme y decidió no despertarme. Mi estómago rugió pidiendo comida.

Tomé mi teléfono de la mesita de noche; eran las nueve de la noche y no había comido nada desde el desayuno. Guardé el teléfono en la parte trasera de mis vaqueros y pasé mis dedos por mi cabello mientras salía de mi habitación.

El pasillo estaba en completo silencio, desierto, lo que resultaba escalofriante y reconfortante al mismo tiempo. Solo se escuchaba el viento atravesando las ventanas. Aceleré el paso hacia la cocina.

La luz estaba encendida. Genial, debe haber alguien del servicio todavía aquí. Pero al abrir la puerta de la cocina, mis ojos se abrieron como platos ante la escena que tenía frente a mí.

Hunter estaba con unos audífonos grandes sobre sus orejas, luciendo su torso desnudo, exhibiendo su trabajado cuerpo. Un enorme tatuaje cubría toda su espalda: una corona con diseños de lobos y una mujer con los brazos abiertos en la parte superior. Era un tatuaje realmente hermoso y detallado. Hunter estaba cocinando algo, llevaba puesto un pantalón de chándal negro que le quedaba perfectamente. Una corriente recorrió mi cuerpo; ese hombre era verdaderamente perfecto.

No olvides que lo odias, recuérdalo.

—Sabes, una foto te duraría más— comentó, todavía de espaldas a mí. Sentí como mis mejillas se encendían.

—Lo siento, no quería interrumpir, me voy.

—Tranquila, no molestas— se giró, mostrándome su abdomen perfectamente definido. Tragaba con dificultad; ahora solo podía imaginar las manos de esa mujer sobre su cuerpo. M****a, contrólate, Nieves.

—Solo venía por algo de comer.

—Lo sé, esto es para ti— dijo mientras colocaba en un plato toda la comida que estaba preparando. Lo miré confundida por su gesto; ¿acaso pensaba que con comida iba a perdonarlo?

—¿Sabes cocinar?— pregunté, mi voz salió más cortante y fría.

—Claro, sé hacer muchas cosas. No porque sea el rey quiere decir que no pueda hacer nada. Siempre me ha gustado aprender— en su rostro se dibujó la sonrisa más grande que jamás había visto, aunque aún percibía su incomodidad. —Ahora siéntate y come.

Lo miré con duda, pero finalmente hice lo que me pidió y me senté en los banquillos. Mi plato contenía puré de patatas con una salsa blanca que incluía champiñones, pollo y otras verduras. Entrecerré los ojos hacia él y, sin dejar de observarlo, llevé una pequeña porción de comida a mi boca.

Solté un gemido de satisfacción. Dios, esto estaba delicioso; cocinaba mejor que mi madre. Sin pensarlo dos veces, llevé otra porción a mi boca, cerrando los ojos mientras disfrutaba del sabor.

Al abrir los ojos, noté que los hermosos ojos dorados de Hunter me miraban con un brillo especial. Su sonrisa iluminaba su rostro y podía ver la ilusión en su expresión.

—¿Qué sucede?— pregunté, limpiando la comida que se había quedado en la comisura de mis labios.

—Nada, solo que me gusta esa sonrisa— se encogió de hombros, restándole importancia.

El hombre realmente sabía cocinar; todo estaba delicioso. Yo me ocupaba de comer mientras él se sentaba frente a mí con una taza de café, fingiendo no observarme. Había un silencio incómodo; sabía que quería hablar sobre lo sucedido, pero no hizo el intento de decir nada ni de disculparse.

Cuando terminé de comer, levanté mi plato y vaso. Tenía que dejar todo limpio; no soy una aprovechada. Hunter se levantó de su silla mientras yo lavaba y secaba los utensilios. Deje todo limpio y ordenado, y él secó y guardó lo que había utilizado.

—Bueno, gracias por la cena, estuvo deliciosa— dije sin ofrecerle una sonrisa, pasando a su lado para salir de la cocina.

—De nada, Nieves, fue un placer escuchar que disfrutaste mi comida— sentí que mis mejillas ardían; menos mal estaba de espaldas. Había soltado más de un gemido mientras saboreaba la comida, pero es que realmente estaba deliciosa. Asentí mientras continuaba mi camino.

Al salir de la cocina, exhalé el aire que no sabía que tenía retenido y llevé una mano a mi pecho, tratando de calmar los latidos de mi corazón. Intentaba tranquilizarme y apaciguar a mi loba, que estaba ansiosa por salir y hacerle pagar por todo el sufrimiento que nos había causado.

Porque aunque no sienta nada por él, mi cuerpo reacciona a nuestro vínculo.

—Nieves— una voz grave llamó tras de mí. Al girarme, vi que Hunter venía casi corriendo hacia mí. —Yo… quería disculparme contigo— murmuró mientras fruncía el entrecejo, mirándome con confusión. —Lamento lo que pasó hoy; no fue mi intención faltarte al respeto.

Claro, la mujer frotándose sobre él.

—No tienes por qué disculparte, Hunter. Estamos como invitadas en tu casa; puedes hacer lo que quieras. No tenemos nada— respondí mientras sentía como mi pecho se oprimía y la rabia resurgía en mí.

—¿De verdad no sientes nada?

—Hunter, no nos conocemos. Sabes de mí desde hace dos años; ¿en esos dos años nunca dejaste de tener relaciones?— Lo miré fijamente; él tragó con dificultad y negó con la cabeza. —Ves, no tienes por qué sentirte culpable solo porque estoy aquí. Sigue haciendo tu vida como siempre lo has hecho; haz como si no existiera.

—Me es imposible. Tu aroma está por todo el palacio. Realmente quiero que lo intentemos. No pasó nada con Leah; solo la estaba apartando de mí cuando ustedes llegaron. Todo fue un malentendido, te lo juro. Estoy arrepentido y deseo que lo intentemos, que tengamos un futuro juntos— me miró, esperando una respuesta. ¿Realmente quería darle una oportunidad? Todo mi cuerpo me gritaba que sí, pero tenía miedo. Miedo de que esto no funcionara y terminar con el corazón roto nuevamente.

Cerré los ojos y solté un suspiro.

—Está bien— dije, aun con los ojos cerrados. —Volvamos a empezar de cero— al abrir los ojos y clavar mi mirada en él, noté que su mirada brillaba con una chispa de esperanza, y su sonrisa abarcaba casi todo su rostro. —Espero que no me decepciones otra vez, Hunter, porque si vuelve a suceder, no habrá más oportunidades.

—Eso jamás, preciosa. Prometo que no te arrepentirás de esta oportunidad— dejó un suave beso en mi mejilla y se marchó por el pasillo. Me quedé observando su ancha espalda mientras sentía cómo las comisuras de mis labios se estiraban en una amplia sonrisa.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo