REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 72. El caos contigoMis ojos se enfocan en su costado, porque aunque lo estaba mirando simplemente no tenía el ángulo correcto, pero en cuanto le da la luz lo veo: un enorme hematoma se extiende desde sus costillas hasta la parte baja de su abdomen, con tonalidades que van del morado profundo al negro.Camino hacia él apresurada y no me importa cuánto retroceda, igual lo alcanzo y levanto su camiseta.—¿Qué demonios es esto? —pregunto, pasando suavemente los dedos por la piel amoratada.Christian apenas reacciona, solo baja la vista hacia donde estoy tocándolo y suspira.—No es nada… —¿No es nada? Tienes medio costado hecho un desastre, Christian… —le espeto con incredulidad—. ¡Por Dios dime que no te metiste en una pelea ni…!Y entonces lo recuerdo. Él estaba ahí cuando todo se salió de control. Cuando el disparo sonó, cuando la multitud se volvió un caos. Estuvo conmigo, sosteniéndome, cubriéndome con su cuerpo.—¡Maldición! Te patearon, ¿verdad? —Mi voz es
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 73. La esperanza.La cocina está en silencio. El único sonido es nuestra respiración y el goteo lento del grifo, que de repente parece ensordecedor. Sigo atrapada en este momento, en la forma en que Christian me mira, en el calor de su cuerpo a centímetros del mío, en el peso de sus palabras.—Mañana puedes fingir que tienes amnesia —murmura, con una expresión severa que jamás le he visto—. Después de todo, te di un buen golpe en la cabeza.Intento reírme, desviar la tensión con algo de sarcasmo, pero no puedo. Mi garganta está demasiado apretada, mi cuerpo demasiado tenso, mis emociones demasiado desbordadas como para pretender que esto no es algo más grande de lo que puedo manejar.—Eres un imbécil —susurro, porque necesito decir algo, lo que sea, aunque mi voz suene débil, aunque mis palabras no tengan peso porque… lo extraño. Maldición lo extraño tanto que yo también he estado por inercia en estas semanas.Christian apoya su frente en la mía y me mira con
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 74. Puedo sentir la tensión en cada músculo de su cuerpo aun por debajo de la tela; la calidez de su aliento y esta brutal necesidad que parece una segunda piel. Jamás he sentido esto, puedo jurarlo, tal como puedo jurar que no sé qué es. Parece hambre, sed, deseo, impotencia, desesperación.—¡Maldición! ¿Así es el sexo de reconciliación? —pregunto con un jadeo que casi me cierra los ojos y siento que Christian niega mientras me besa.—Ni puta idea, yo jamás me he reconciliado con nadie… —susurra y mi piel se eriza mientras la camisa baja sobre mis hombros, y mis manos se cierran sobre la piel de su espalda. —Pues mañana peleamos por quién lava los platos —gruño mientras siento sus besos bajando por mi cuello, mi hombro.—Mañana es… perfecto.Su boca se apodera de mis pezones con un hambre feroz, arrancándome un jadeo que no intento contener. Su lengua se mueve con destreza, provocando escalofríos que se expanden por todo mi cuerpo. Me tensa, me humedece, me
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 75. La mitad que me faltabaDespierto con la sensación de que apenas he dormido unos minutos, pero la luz tenue que se filtra por las cortinas me dice que ya casi es mediodía. Hay un extraño silencio en la habitación, un contraste abrumador con la intensidad de lo que pasó hace solo unas horas.Me giro lentamente en la cama, pero el lado de Christian está vacío. Aún está tibio, y eso significa que no se ha ido hace mucho. Cierro los ojos por un instante, tratando de procesar todo lo que ha pasado en los últimos días. Mi cuerpo está cansado, pero mi mente no deja de trabajar, dándome vueltas una y otra vez.Respiro hondo y me obligo a levantarme. Salgo de la habitación y lo encuentro en la sala, de pie junto a la ventana con una taza de café en la mano y el ceño ligeramente fruncido mientras revisa su teléfono. La luz le da un tono dorado a su piel, y por un momento me quedo observándolo en silencio. Hay algo en su postura, en la manera en que se mueve de un la
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 76. Una amenazaDos días más tarde tengo los informes perfectamente listos y miro de reojo a Christian mientras entra en la sala de juntas de Crown Capital. Sé que debe estar pensando por qué no le he dicho el motivo de la reunión, pero negocios son negocios.—¿Estás molesto porque no has podido espiarme? —le pregunto en un murmullo y me responde de la misma manera, acercándose a mi oído.—Por supuesto que estoy molesto, pero te lo voy a cobrar en nalgadas esta noche así que eso me hace muy feliz. Conclusión: ¡tú me pones bipolar, mujer! —suspira y yo me muerdo los labios para aguantar la risa porque las cosas que se le ocurren a este…Finalmente todos entran y se sientan en la sala de conferencias de Crown Capital, y yo voy dejando frente a ellos los documentos que Regina me encargó.—Caballeros, ese es el informe de sus ganancias del trimestre —dice ella, pero de las dos carpetas que tienen enfrente, Viggo se lanza directamente por la segunda y encuentra la
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 77. Una peligrosa verdadEl auto avanza a toda velocidad por las calles de la ciudad, pero siento que no nos estamos moviendo lo suficientemente rápido. Mis manos tiemblan sobre la pantalla de mi teléfono mientras marco una y otra vez, pero nadie contesta. El pitido monótono de la línea sin respuesta retumba en mi cabeza, haciendo que mi respiración se vuelva más errática.—No contesta… —murmuro con la garganta apretada y Christian, con los nudillos blancos sobre el volante, acelera más.—Trata otra vez.Lo hago. Y otra vez el mismo tono de llamada, seguido por el silencio que me hiela la sangre.—Dios… Ninguna de las dos contesta. —Cierro los ojos, sintiendo un nudo formarse en mi estómago—. ¿Y si les hicieron algo?—No pienses en eso —dice Christian con firmeza, sin apartar la vista de la vía—. Vamos a llegar en unos minutos.Pero cada minuto se siente eterno. Cada semáforo, cada curva en la carretera es una barrera entre la única persona que realmente me ma
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 78. No es justoMis pies no se mueven. Mi cuerpo entero se siente paralizado.Mildred me mira una última vez y cierra la puerta sin decir nada más; y yo me quedo ahí, sintiendo cómo todo se desmorona a mi alrededor.Los brazos de Christian me rodean y ni siquiera tengo que decirlo, no sé qué haría sin él en este momento, probablemente solo habría alcanzado para sentarme en la acera o algo así. Me sube al auto y maneja en silencio mientras yo miro por la ventana con expresión perdida. Mis manos están frías, mi mente todavía atrapada en la imagen de Alma llorando.—Ellas van a entender —dice Christian de pronto, y su voz es baja, pero está llena de una seguridad que de verdad quisiera tener—. Solo tienes que decirles la verdad.Suelto una risa amarga porque por más que trate de decir cómo es, no lo entendería.—¿La verdad? —Mi voz tiembla mientras trato de aguantar las lágrimas—. ¿Cómo le explico a una niña que su madre la abandonó porque creyó que era lo mejor?
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 79. Un rincón especialChristian tenía razón, hay decisiones que solo se toman con la cabeza fría, y digo “la cabeza” porque el corazón lo voy a tener caliente por mucho tiempo. Saco el teléfono y marco un número sin dudar.—Ruby —es mi único saludo y después de tantos años por supuesto que sabe reconocer el tono.“¿Qué pasa, Venenito?”—Necesito que me prestes tu bat3 —sentencio y lo único que se escucha al otro lado de la línea en un silencio inquietante.“¿Solo nosotras o también va Regina?”—Ella también —suspiro—. Las necesito a las dos.Y esa voz que casi siempre suena divertida, de pronto se convierte en una cosa oscura, peligrosa y difícil de describir, como si hablara desde el fondo de una caverna maldit@.“¿A quién vas a romperle la cara?”—Vanessa fue a buscar a mi hija —digo sin más explicaciones y sé que no las necesita.“Dame diez minutos. Llamo a Regina y te vemos donde me digas”, me asegura.—Te mandaré la dirección cuando la tenga —digo mientr