CAPÍTULO 50. TradicionesPor un instante, todo se congela. El dojo, el aire a mi alrededor, incluso el peso de la katana que Ren aún sostiene en su mano.Solo un sonido rompe el silencio: el leve susurro de mi cabello cayendo al suelo. Y mi cabeza se siente más ligera, pero no por el corte, sino por la certeza de que si decidí jugar en las ligas mayores entonces tengo que aguantarme las consecuencias.No importa lo tiernos que parezcan, estos no son los “reyes de Wall Street” por encajar la derrota, no son buenos, no son nobles y sobre todo, no pierden.Si las cosas no salen como planeo mañana a esta hora el “niño” de Ironclad irá a despedazar a Verónica a su oficina; y este que tengo frente a mí ni siquiera se aguanta, porque ya empezó.Sin embargo en este punto no hay nada que pueda intimidarme ya.Levanto la mirada y lo encaro. Sus ojos están fijos en mí, su expresión es dura, contenida. Quiere que reaccione, que me enoje, que grite, pero ya muy pocos pueden obtener ese placer de m
CAPÍTULO 51. Dientes y venenosSalgo de mi habitación bien temprano y encuentro a Verónica y a Ruby en la cocina. Vero está con su teléfono en la mano, como siempre, revisando números y confirmaciones de última hora. Y Ruby, en cambio, está sentada en la mesa, tomando café y pintándose las uñas de rojo, porque para ella no hay vida antes del café, y ya que va a existir entonces tiene que hacerlo con glamour.—¿Listas? —pregunto, y Verónica levanta la vista de la pantalla.—Por supuesto —responde, sirviéndome una taza de café.—¿Y por qué yo no puedo ir? —se queja Ruby con una sonrisa cómplice—. Puedo ser la asistente de representante de la empresa o algo. ¡No me quiero perder el show!Levanto mi taza y le tuerzo los ojos antes de hacerle un guiño.—Cielo, la reacción que realmente queremos ver está fuera de nuestro alcance. A menos, claro, que la amiga periodista de Vero pueda grabar cómo Devon se lanza de su edificio, y me temo que no tendremos tanta suerte… todavía —murmuro mientras
CAPÍTULO 52. La gran jugadaChristian está a punto de estallar, lo puedo jurar por la vena que le late en el cuello, y no puedo explicar por qué, pero también puedo jurar que esa vena en particular… ¡Vero la está disfrutando mucho!La veo despegar los labios para replicarle, pero antes de que esto acabe en mordidas sobre el escritorio, mi celular vibra con un mensaje y me apresuro a abrir mi tableta con la noticia del momento.—¡Jefecito, jefecito! —lo llamo y él se gira hacia mí con una mirada asesina, como si le estuviera interrumpiendo la matanza.—¡¿Qué?!—¡Acaba de salir una noticia sobre la farmacéutica…!—¿Sobre Apex? —pregunta Christian frunciendo el ceño.—¡Sí, esa, la que está en quiebra! —le digo y Verónica se hace la desentendida, solo se gira un poco, toma el mando de la enorme pantalla de su oficina y la enciente—. Canal cinco —murmuro y ella enseguida pone el canal de noticias.La pantalla se llena con la imagen de una periodista con una cara que irradia satisfacción po
CAPÍTULO 53. Un pago de serviciosMe siento en la barra hasta que reconozco a uno de los hombres que entra. Es uno de los gerentes de Tradelink y con el vienen tres hombres más. Ocupan una mesa reservada en el fondo y yo me aseguro de ubicarme en la más cercana.Quieren hablar bajo, se les nota, pero el alcohol y la impotencia hacen que suban la voz sin poder evitarlo.—¿No crees que ya es hora de que nos demos cuenta de que estamos muertos? —dice uno de ellos con una risa amarga—. No nos vamos a recuperar de esto.Otro tipo suelta una risa amarga, mirando su vaso vacío y levantando la mano para pedir más.—El señor Finnigan está haciendo todo lo posible, pero como no nos llegue un milagro, el próximo mes estaremos todos desempleados. Los inversionistas están presionando para retirar sus inversiones, lo han dejado claro.—Entonces el contrato con el grupo de Wall Street es la única carta que le queda. Si lo pierde, adiós a todo —gruñe otro con desesperación.—Lo sé, pero eso no va a p
CAPÍTULO 54. Un hombre que necesita contenciónHay mil formas mejores de decirlo pero la verdadera es simple: esto es con lo que quiero ahogarme.Mi lengua rodea su miembro, que honestamente no necesita ni un estímulo más para estar listo. Su respiración se vuelve pesada y errática y mis manos subes por sus muslos buscando un ancla. Sé que soy una mujer valiente, porque cuando el diamante me roza la garganta todavía sigo devorando y escucho el pequeño rugido de satisfacción que escapa entre los dientes de Viggo.Las lágrimas saltan de mis ojos y no me importa. A él tampoco, evidentemente, porque cuando lo miro solo hay una risa descarada en su rostro. Sus dos manos se hacen puños sobre mi cabello y la cesión de control comienza, porque yo lo pierdo en un segundo y al otro lo siento embestir mi boca con fuerza.El agua nos empapa, el vapor es todo lo que hay alrededor mientras siento la forma en que me llena. El diamante marca un ritmo perfecto, rápido, feroz, diseñado para saciarse so
CAPÍTULO 55. Una disculpa diferente¡¿Qué diablos está haciendo Ren aquí?!El corazón se me pone en la garganta en un solo segundo porque entiendo que eso puede significar que puso gente a seguirme y yo no me he dado cuenta. Sin embargo no hay mucho que pueda hacer en este momento que no sea enfrentar la batalla tal como se presente.Camino en silencio hasta la puerta de la habitación donde Viggo está descansando, la cierro y paso la llave por fuera para que no pueda abrirla.Y luego me dirijo hacia la puerta del departamento. La rabia me empieza a hervir en la sangre, pero trato de mantener la calma. Abro con un solo movimiento y lo veo en el corredor, con su figura enorme y esos ojos que son una amenaza constante.Toshiro Ren está frente a mí y eso no presagia nada bueno.—¿Cómo me encontraste? —le pregunto tratando de que mi tono sea absolutamente neutro, pero es evidente que el suyo está en alguno de los extremos ya.—Mandé a rastrear tu teléfono —responde sin titubear, porque cre
CAPÍTULO 56. Cuando todo termineNo necesito que me lo diga, ya lo sé. Está furioso y un poco más que eso. La cerradura hecha pedazos es toda la evidencia que necesito, y cuando me mira a los ojos, los suyos parecen dos carbones encendidos.No me meto en su camino cuando se dirige a la puerta con un rugido sordo, pero en el corredor ya no hay nadie, estoy segura, así que solo me apoyo en uno de los muebles y espero a que regrese a mí.—¡Respóndeme, Regina! ¡¿Quién te cortó el cabello?! —me increpa y su voz suena tan áspera que siento un nudo en el estómago, porque no sé si está en el punto en que se pondría realmente violento aunque no conmigo—. ¡Dímelo maldita sea! ¡No te atrevas a mentirme…!Su pecho sube y baja con desesperación, y yo respiro hondo porque no puedes enfrentar a una bestia con otra a menos que quieras desatar una masacre.—No tengo que mentirte, Viggo —respondo, dejando que el tono de mi voz sea tan calmado como puedo y señalando alrededor—. El departamento está llen
CAPÍTULO 57. Alguien a quien arreglarTrago saliva y por un segundo trato de ser el pilar en esta… lo que sea que tengamos.Viggo parece estar buscando algún rincón donde hundirse y desconectarse de todo, y aunque sé que de preferencia ese rincón es mi cuerpo, quizás haya un poco más que pueda hacer. —Ven aquí —le digo tirando de su mano para llevarlo al sofá y lo hago sentarse. Nada es fácil con él, siempre parece tan en control de todo, como si nunca necesitara a nadie. Pero hoy... hoy solo está tan roto como yo, y necesito entender por qué—. Ven siéntate, te aseguro que te va a gustar.Viggo me mira un momento, y finalmente, como si no pudiera resistirse, se acurruca en el sofá, dejándose caer de espaldas con un suspiro pesado. Me subo sobre él, y aunque mi peso es nada comparado con el suyo, sé que sentirlo le gusta y veo cómo se relaja un poco.—¿Quieres masaje, terapia, consuelo, que te haga de comer o que sea la comida? —le pregunto con suavidad y siento sus manos recorriendo