CAPÍTULO 57. Alguien a quien arreglarTrago saliva y por un segundo trato de ser el pilar en esta… lo que sea que tengamos.Viggo parece estar buscando algún rincón donde hundirse y desconectarse de todo, y aunque sé que de preferencia ese rincón es mi cuerpo, quizás haya un poco más que pueda hacer. —Ven aquí —le digo tirando de su mano para llevarlo al sofá y lo hago sentarse. Nada es fácil con él, siempre parece tan en control de todo, como si nunca necesitara a nadie. Pero hoy... hoy solo está tan roto como yo, y necesito entender por qué—. Ven siéntate, te aseguro que te va a gustar.Viggo me mira un momento, y finalmente, como si no pudiera resistirse, se acurruca en el sofá, dejándose caer de espaldas con un suspiro pesado. Me subo sobre él, y aunque mi peso es nada comparado con el suyo, sé que sentirlo le gusta y veo cómo se relaja un poco.—¿Quieres masaje, terapia, consuelo, que te haga de comer o que sea la comida? —le pregunto con suavidad y siento sus manos recorriendo
CAPÍTULO 58. Una amenaza malvadaLo veo esbozar una sonrisa de medio lado, como si le hubiera dicho algo que de verdad quería escuchar.—¿En serio, señorita Sand? ¿Me querías tener? —me increpa con descaro.—Por supuesto. ¿Crees que me va a dar vergüenza admitirlo? —susurro inclinándome hacia él y rozando mi boca con la suya.Escuchó su corazón acelerarse y bajo mis manos está su corazón así que puedo sentir el momento exacto en que empieza a excitarse.—¿Te digo a verdad? —murmura mordiéndose el labios inferior—. Me volvió loco que me robaras… solo me molestó que no te hubieras llevado más. Cuando vi tu nota todo lo que pensé fue: esta es loca y es para mí.—Mmmm… —ronroneo mientras me muevo para apretarme más contra él—. ¿En serio, señor Massari? ¿Para ti?Por un momento lo veo cerrar los ojos y su agarre se hace férreo sobre mis muslos, como si tuviera que hacer un esfuerzo para dejar salir toda la posesividad que eso implica.—Sabes que solo tienes que decirme ¿verdad? Solo dime u
CAPÍTULO 59. Una ofertaUn jadeo suave se me escapa, pero no es precisamente por los diamantes, sino porque sé que Viggo usará esta oportunidad para cometer alguno de sus oscuros excesos y que terminaré como termino siempre: doliéndome, pero disfrutándolo.—Está bien, acepto —le respondo y lo veo retroceder casi haciendo un bailecito de la victoria—. ¿Por qué presiento que te vas a aprovechar de eso?—¿Por qué me conoces? —responde con otra pregunta y luego me besa—. Esa noche, nos vemos en la 5Ta Avenida y… —Por un segundo se detiene, veo esa explosión de ira controlada en su rostro, se aleja, y cuando regresa trae un celular en la mano—. Toma, encriptado, irrastreable, solo tiene mi número. La gente que trabaja con operaciones delicadas tiene que asegurarse de que su información se mantenga confidencial.Miro el aparato y sé que lo hace porque escuchó que Ren rastreó mi teléfono.—Gracias —le digo aceptándolo—. Si no fueras tan joven diría que eres mi sugar daddy. Camioneta blindada
CAPÍTULO 60. Un vestido para una dama.Camino por la 5ta Avenida con el corazón acelerado, esta calle nunca deja de ser un tanto abrumadora, con las tiendas, las luces y el glamour, pero esta noche no se trata de eso, sino de que mi empresa ahora está ligada a los tres mayores grupos de Wall Street, y sé que eso no es algo que se consigue con facilidad, especialmente porque ninguna de esas inversiones he tenido que pedirlas.Viggo me dijo que se encontraría conmigo en esta tienda. Así que llego temprano para poder perderme entre los vestidos antes de que él desate alguna de sus perversas fantasías.¡Nótese lo mucho que me estoy quejando!Recorro los maniquíes con la mirada y entonces lo veo. Un vestido rojo, tan vibrante que parece casi fuego, colocado en la vitrina como si estuviera esperando por mí. La tela tiene un brillo tan sutil, pero elegante, y el corte me llama la atención. Me acerco y pido que me lo traigan, pero la dependienta solo toma el de la vitrina porque es una pieza
CAPÍTULO 61. Un propósito superiorHay que decirlo: Viggo impone. Es un hombre que tiene enorme desde el ego hasta el… diamante. Él lo sabe, yo lo sé, y todos los que se cruzan con él lo saben al instante, porque cuando se gira hacia la dependienta esta solo da un paso atrás y pasa saliva bajando los ojos al suelo.—Busca el vestido. Ahora. Porque te recuerdo que tu salario no es ni la vigésima parte del valor de esa venta. ¿Además quieres que te despidan? —ordena Viggo y un segundo después la dependienta corre en dirección al piso superior.Y eso, por supuesto, solo le provoca un ataque de furia a la mujer que queda frente a nosotros. Quizás porque cree que yo no tengo con qué pagar, pero el traje de diseñador que lleva Viggo y que posiblemente cueste más de quince mil dólares, le confirma que él sí que puede.—¡Vaya que eres rápida, zorra! ¿Ni siquiera se han enfriado los papeles del divorcio y ya te estás consiguiendo a otro iluso al que puedas desplumar? —Su voz suena tan amarga q
CAPÍTULO 62. La estrategia de un hombre arroganteVolver al departamento después de lo que acaba de pasar en la tienda es como entrar en una burbuja donde todo se siente distinto. Más seguro, más oscuro, más inevitable. A pesar de lo que Viggo tiene su carácter y sé lo peligroso que es, no hay un solo momento en el que me sienta insegura a su lado.Se sienta en el sofá con la confianza de un hombre que no duda de su control sobre el mundo. Me observa de reojo mientras desabotona los primeros botones de su camisa y afloja el nudo de su corbata, como si no tuviera prisa, pero no pregunta nada aunque sé que tiene demasiadas interrogantes en la punta de la lengua.Sin embargo cuando despega los labios es para entregarme un sobre negro con letras doradas.—Tu invitación para la gala —dice con esa voz ronca que es tan especial para intimidar y… seducir.Deslizo la invitación fuera del sobre con calma. El papel es grueso, de calidad, con detalles en relieve que gritan “exclusividad”.—Gracia
CAPÍTULO 63. Día de máscarasVerónica me mira como si estuviera loca. No puedo culparla, porque estoy segura de que no se esperaba escuchar lo que acabo de decir. Pero lo que tengo en mente es demasiado grande para que me tiemble la mano ahora.—Sé lo que estoy haciendo. Solo dile al gerente que acepte el proyecto y ponle la fecha de firma para dentro de tres días. Dile que el dueño de Crown Capital no firma con nadie a quien no le haya estrechado al mano, así que lo verá en la gala.Verónica me observa fijamente, como si fuera a cambiar de idea en cualquier momento, pero no lo hago. Ella resopla pero saca su teléfono y le escribe a su gerente, y un segundo después todo lo que se escucha dentro de la oficia son felicitaciones y falsos halagos.—Créame señor Finnigan, este es un negocio seguro —le dice el hombre y yo corro a esconderme en otra de las oficinas del pasillo cuando escucho a Devon despedirse.Cuando sale al pasillo, su cara tiene una sonrisita de satisfacción que me irrita
CAPÍTULO 64. El dueño de Colosso Capital Group.El aire en la gala está cargado de una mezcla de elegancia y tensión. Llego con Viggo, mi brazo entrelazado al suyo, y no puedo evitar notar cómo todos nos miran. Como si no fuéramos un par de asistentes más, sino un espectáculo en sí mismo. Y créanme, estar con Viggo tiene ese efecto. Los flashes de las cámaras, los murmullos de la gente, todo se vuelve una burbuja de admiración, y yo, por supuesto, disfruto cada segundo.¿Es extraño que en medio de todo esto sea la mano de Viggo sobre mi espalda baja lo que me calme?Ni siquiera puedo explicarlo, tiene una habilidad para llevarme de aquí para allá, de moverse a mi alrededor como si yo fuera el centro de toda su atención pero sin llegar a ser descortés con los demás.Viggo me lleva por uno de los salones, saludando a algunas personalidades de su círculo. No me sorprende que todos lo conozcan. Es imposible no hacerlo cuando tienes el poder que él tiene. Nos sirven champaña y, por un mome