REINA DEL MAR. CAPITULO 19. CulpaRENEl grito se me queda atascado en la garganta antes de que siquiera lo suelte. Todo pasa en cámara lenta. Veo el auto venir, directo hacia ella, y no pienso, solo reacciono.—¡¡Ruby!!Giro el volante con tanta fuerza que mis neumáticos chillan contra el pavimento. Intento poner el coche en medio, meterme entre ella y ese maldito conductor que viene como loco, pero es demasiado rápido. El impacto me alcanza por el costado, y mi cabeza rebota contra la ventana con un golpe seco que me saca el aire.De lleno golpeó mi auto… pero el Roll Royce la golpeó a ella.No sé cómo salgo. No sé ni siquiera si estoy de pie cuando lo hago. Solo sé que la veo allí, en el suelo, retorcida de una forma que no tiene sentido.—No, no, no, no, Ruby... —Corro como si el cuerpo no me doliera, como si la sangre que siento bajar por mi sien no existiera.Me tiro junto a ella y la tomo en brazos. Su cabeza cae hacia atrás, y eso me hunde el corazón.—¡Ruby, joder, mírame! —le
REINA DEL MAR. CAPITULO 20. Una hermosa tradición familiarRENEl mundo se convierte en una espiral de molestia. Cuando el abuelo sale yo trato de incorporarme, me cambio de ropa por una limpia que me he traído y cada vez me tambaleo menos, pero apenas me arranco la venda de la frente la herida que tengo empieza a sangrar. Estoy a punto de gritarle al idiota que solo la tapó y no la cosió en su momento, pero en medio de la diatriba entra Regina.Mis ojos se posan en ella y un segundo después les pide a todos que nos dejen solos.—¿Viste quién fue? —me pregunta con una calma que los dos estamos aparentando solamente.Respiro hondo. No una, sino dos veces. La sangre me corre por la frente y me arde, pero ni eso me distrae de la imagen de Ruby en el suelo, inconsciente, rota.—No… —gruño con impotencia—. Solo sé que era un coche negro. Cristales entintados. Sin placas.Me mira como si entendiera que no fue un accidente. Esto fue alguien que vino a dejar un mensaje. O a cerrar una cuenta.
REINA DEL MAR. CAPITULO 21. Una oración al tantōJuego con el peso del cuchillo entre los dedos mientras esa historia que el abuelo kaizen me conto innumerables veces siendo un niño me viene a la cabez.—Para los antiguos samuráis, en el arte de la espada japonesa, el dedo meñique es el que más fuerza tiene porque aprieta sobre la empuñadura. Cuando a un guerrero le cortaban el meñique, su destreza en batalla disminuía considerablemente…Veo la cara de espanto de Finnigan y sé que empieza a entender. Todos ponen al final la misma cara.—Quizás de ahí se originó el ritual del Yubitsume, donde una afrenta se castiga cortando secciones del meñique.El rostro de Devon pasa del rojo al blanco. Traga saliva con torpeza y forcejea tratando de levantarse, pero no hay forma de que se libere: mis hombres lo tienen sujeto con fuerza; y alargan sus palmas frente a mí, abiertas sobre la mesa.—¡Eso es un barbarismo! —grita con desesperación—. ¡No puedes cortarme los dedos!¿Barbarismo dice? ¿Más bá
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 22. VivaSoy una criaturita hermosa y adolorida. No hay un solo centímetro de mí que no experimente ese dolor plano y vacío de cuando el peligro ha pasado ya, y el cuerpo todavía trata de recuperarse. Por eso mismo estoy segura de que...—Mierd@… sigo viva.Mi voz suena como si me hubieran lijado la garganta, pero soy yo. Todavía yo. El techo blanco del hospital se balancea un poco, pero no se cae. Bien. Estoy jodida, pero no muerta.Siento unas manos tomar las mías, suaves pero firmes. —Por supuesto que sigues viva, idiota —dice Verónica—. No íbamos a dejar que te fueras.Abro más los ojos. Verónica y Regina. Las dos están ahí, inclinadas sobre mí. Me aprietan los dedos como si temieran que me deshiciera en el aire.Las quiero. Joder, las quiero tanto.Me río, o algo parecido. Más bien un resoplido ridículo. —¿El maestro de espadas está bien? —pregunto, porque sí, carajo, eso es lo primero que me viene a la cabeza. Hay prioridades y luego está Ren.Regina se
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 23. Todo queda en familiaEl alta llega pocos días después, por suerte, porque Ren no se ha ido de aquí y los dos necesitamos un baño de esos que te lavan hasta el alma.El médico entra con cara seria, pero apenas puede disimular la sonrisa porque con la presión que son los Toshiro, debe estar más que feliz de librarse de mí.—Señorita Hall, ya está bien. Le voy a dar el alta con la condición de que tiene que descansar.—Perfecto —digo, mientras firmo los papeles—. Me voy a casa...Pero Ren niega con la cabeza desde la esquina, como si esa parte no estuviera a discusión.—Te llevo a la mansión —dice.—¿Qué parte de “voy a mi casa” no entendiste?—¿Qué parte de “no vas a estar sola” no entiendes tú?Lo miro, cruzo los brazos y el médico desaparece como por arte de magia. Como si supiera que esto se va a poner candente. ¡Uy, se va a poner candente!—¡Ruby, casi te matan! Y el cabrón de Finnigan no es tu único enemigo. Así que no me importa si tienes más armas que
REINA DEL MAR. CAPITULO 24. Mucho más que esoSilencio.No puedo decir que mi corazón se acelera precisamente, solo espero poder escuchar la respuesta y por suerte Ren tiene puesto el altavoz, así que aunque no lo escucho del todo bien, igual puedo reconocer la voz del cabrón de Sylus cuando habla.“¡Estoy seguro de que el robo de la mercancía fue obra de Ruby!” se queja y un sentimiento que es mitad furia y mitad satisfacción me sube por el pecho.—Pues yo hice negocios contigo, no con ella —replica Ren—. Lo que haya hecho Ruby me tiene sin cuidado. Mi transportita eres tú, la carga te la robaron a ti.“¡Pero es que ella…! ¡Estoy seguro de que fue ella! ¡Si vamos detrás de Ruby podríamos hacer que nos devolviera todo!”, exclama Sylus y puedo escuchar la impotencia en su voz.—Y eso no cambiará que la seguridad de tus cargueros es una porquería, que no puedes controlar la mercancía y que tampoco tienes cómoMe debes el dinero, punto. Te doy una semana para depositarlo en mi cuenta an
REINA DEL MAR. CAPITULO 25. Una historia familiarMe mira en silencio, sé que espera que la historia siga y que me está dando mi espacio para decidir si quiero contársela o no, pero la verdad es que no es un alto secreto, y que los Hall ya se han encargado de darle su estúpida versión a medio mundo.En esa versión yo siempre soy la villana y no es que me moleste, para nada, pero el abuelo ha sido muy amable conmigo, y kenshi…—Cuando levanté mi primer carguero —empiezo, viendo cómo su ceño se frunce apenas—, Paxton vino a pedirme “derecho de puerto”. Él era quien dirigía antes los negocios en nombre de mi padre, o eso decía; y me exigió una cantidad exorbitante de dinero por recalar en el maldito pedazo de muelle que legalmente era mío.Ren no dice nada, pero su mandíbula se tensa, quizás porque intuye lo que viene después.—Adivino que le salió cara la exigencia.—Al principio no. Yo sabía que solo estaba tratando de ganar puntos con mi padre así que le dije que no y listo. Que mi ca
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 26. Una marionetaToma mi rostro entre sus manos y me besa. No hay nada urgente en ese gesto, solo una calidez que me recorre y me deja temblando por dentro. Cierro los ojos, respiro su olor, siento cómo mis latidos se sincronizan con los suyos.Se sienta en el tatami conmigo encima y el roce de su erección contra mi intimidad es desesperante, delicioso, perfecto. Baja lentamente la bata sobre los hombros y lo miro, hay algo en su expresión que me hace sentir hermosa, incluso con todas las maldit@s inseguridades que me dejó el cabrón de Brad. Es como si Ren pudiera disolverlas todas.—Estás temblando —susurra contra mi cuello y yo sonrío.—Es tu culpa —le respondo con un gemido bajo que apenas puedo sostener—. Me has tenido mucho tiempo descuidada. Creo que tendré que comprar un vibrador de esos que dice el abuelo…Siento su boca sobre mi cuello, y luego más abajo, dibujando caminos invisibles sobre mi piel. Sus dedos hacen surcos rojos y suaves en mi espalda y