REINA DEL MAR. CAPÍTULO 4. Sin trono fijo.Dos años después. Mismo puerto, misma rutina. Pero nada es igual.Llego al muelle como cada noche, con el viento lleno de sal despeinándome y ese olor a aceite de barco mezclado con la humedad. Camino rápido, con el corazón golpeándome el pecho, y cuando llego a la dársena cinco, ahí están: Vero apoyada en un poste, como si fuera parte del paisaje, y Regina sentada sobre una maleta, concentrada en su tablet como si estuviera hackeando el Pentágono.—¿Todo listo? —pregunto, ajustándome la chaqueta de cuero porque el frío de esta noche es pegajoso.—Todo listo, capitana —responde Regina mientras me enseña sus pequeñas maletas: tres en total. Una suya, una de Vero y la otra mía. Por suerte recogieron mis cosas a tiempo.—¿Ya revisaste las bitácoras del puerto? —le pregunto y me mira con esa sonrisa de suficiencia tan suya.—Por supuesto. El Magnolia estará sin tripulación por los próximos tres meses. Confirmado por bitácora y monitoreo satelital
REINA DE REYES. CAPÍTULO 5. El heredero.Doce años después.Me acomodo frente al monitor y trazo con el dedo el recorrido sobre el mapa digital. El nuevo carguero tiene que salir en exactamente un mes, y la ruta que quiero usar se ve clara, directa, sin rodeos. Pero también es una zona roja. Me vibra el teléfono y ni tengo que ver el nombre para saber quién es.“La nueva licencia para los cargueros está lista” me dice Vero con su voz tan calma que hace que cualquiera respire en paz. “Pero, Ruby… ¿de verdad quieres meterte en esto?”—¿Por qué no? —pregunto y ya imagino lo que me va a decir.“Porque el carguero pasará por zona de piratas. Podrías elegir cualquier otra ruta…” Sé que intenta convencerme de que no haga nada peligroso, pero el peligro es parte de mi naturaleza y cuando no estoy sintiendo el choque de adrenalina todo se siente un poco más… irreal. —La ruta alternativa demoraría una semana más, y el tiempo es dinero, cariño. Además, a estas alturas ya deberías saber que yo
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 6. Un negocio especialDebo ser la mujer más prosaica del mundo, pero me sorprende la gente que dice que el poder no es sexy. Claramente no han visto a Toshiro Ren caminando como si la gravedad lo respetara más a él que a los demás.No es de los que habla mucho, solo observa y eso me gusta. Es el tipo de persona que no se molesta en llenar el silencio con tonterías. Y no sé qué, pero hay algo en el condenado que me atrae, quizás porque crecí rodeada de hombres que hablaban más de lo que hacían. Tiene una manera de mirar que parece que ya sabe todo lo que vas a decir antes de que abras la boca. El alto, guapo como él solo, el condenado, y esos ojos rasgados solo hacen que parezca aun más peligroso de lo que ya estoy segura de que es. Pero aunque parece que podrá atravesarte con una katana con un solo movimiento y sin esfuerzo, lo que realmente me deja pensando en él es… el silencio. La calma. Ren parece una tormenta que no necesita truenos para asustar.Pero en
REINA DEL MAR. CAPITULO 7. HayabusaRENEstoy corriendo. No sé hacia dónde ni desde cuándo, pero corro. El suelo cambia debajo de mis pies, se vuelve blando, casi como fango, pero no me detengo. No puedo. Hay algo siguiéndome. No, alguien. Lo siento más que verlo: una presencia afilada en el aire, como electricidad antes de una tormenta.Un chillido. No humano. Un halcón.Miro hacia arriba, donde solo hay un cielo gris y nubes rotas. Y ahí está: un halcón peregrino, enorme, de ojos feroces. Baja en picada. Mi mente recuerda que así alcanza más de trescientos kilómetros por hora. Hayabusa, el animal más rápido del mundo…. Y no tiene intenciones de dejarme vivir. Es veloz, es preciso, es letal… y demasiado grande.Me ataca con tanta fuerza que me tira al suelo. Siento sus garras sobre mi pecho como si quisiera sacarme el corazón. El dolor no es físico, pero pesa, como un largo y terrible presentimiento de lo que está por venir: la cacería, la adrenalina. Me revuelvo, me arranco del sue
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 8. Plan BHay noches en las que me siento más animal de presa que persona, y esta es una de ellas. Siempre ha sido así, entonces supongo que es una buena noche para conseguir lo que quiero.Me detengo frente a la mansión de los Toshiro, las luces de la entrada me ciegan por un segundo y, aún así, no apago el motor. No va a ser fácil entrar, lo sé; pero nunca lo es, y eso no me ha detenido antes.Observo con atención: cámaras en los ángulos altos, sensores de movimiento bien escondidos, y un par de guardias haciendo recorridos cada pocos metros en intervalos demasiado irregulares. Me toma tres minutos ver que, por ahora, no hay punto ciego sin activar una alarma. Bien, pasamos al Plan B, entonces.Me bajo del coche, ajusto mi chaqueta y tomo la caja cuidadosamente envuelta que tengo en asiento del conductor. Camino directamente a la puerta principal como si me invitaran a cenar todos los viernes. Toco el timbre una sola vez y espero. Un hombre mayor, vestido con
REINA DEL MAR. CAPITULO 9. Un poco más que deseoEn el mundo hay gente con ojos temperamentales y supongo que yo soy una de ellos, porque puedo ver la forma en que Ren mira mis ojos y estoy bastante segura del color que está viendo.—Si conoces ese sobrenombre, Toshiro, es porque has estado hablando con gente con la que no te conviene hablar —le digo, sin apartar los ojos de los suyos, porque así solo me conoce el círculo cercano a mi padre—. Es una pena que tenga que perderte el respeto sin que hayas tenido tiempo de ganártelo todavía.La mano de Ren titubea sobre mi garganta y se acerca aún más a mí.—Sylus me lo dijo —responde con un siseo entre dientes—. Fue tu hermano el que me aseguró que nos arruinaste un cargamento el año pasado.Suelto una risa baja, sin humor, y sujeto su dedo meñique, doblándolo hacia atrás despacio hasta que me suelta con un gruñido feroz y contenido. Me levanto de la cama, alejándome de él y caminando por la habitación mientras trato de controlarme.—Los
REINA DEL MAR. CAPITULO 10. Consentimiento de por medio—Me siento rara… esto es un problema… —jadeo y de verdad parece que trato de mantener la calma.—Yo también —dice Ren—. Ruby, escucha. Yo no soy de los que pierden el control.—Lo sé. Esa es mi maldit@ línea —murmuro-. Pero tenemos aquí un problema más grande entre manos… y por más que quisiera tener todo “tu grande” en las manos, ahora no podemos… ¡Joder, qué puto calor! -exclamo desesperada caminando de un lado a otro y Ren se levanta; cruza la habitación con pasos medidos, como si peleara contra algo en su interior, y me toma de la mano antes de arrastrarme al baño.—Vamos a bajar la temperatura —dice con más seguridad de la que realmente tiene.Abre el grifo, mete mis manos bajo el agua fría y luego me echa agua en la nuca. Me estremezco y él me mira a los ojos.-¡No está funcionando! -protesta mientras me empuja debajo de la ducha fría.-¡¿Tú crees?! -le replico porque se nota que el agua no hace nada y que él está mucho peor
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 11. CaramelosSiento sus manos firmes sobre el nacimiento de mis muslos, y sé sin dudar que encajan con naturalidad. Sus dedos exploran con confianza, y un estremecimiento recorre mi cuerpo cuando su boca sigue el camino de mi piel.Va subiendo de nuevo, dejando un rastro de besos, mordidas y caricias que encienden cada parte de mí como si pasara electricidad pura por mi piel. Y “desesperación” no alcanza para describir lo que siento.—¿Estás esperando que te suplique, “kenshi”? Porque eso no va a pasar… —Contradictorio ¿verdad? Teniendo en cuenta que mi tono de voz parece un helado derretido al sol.—No hay problema, soy paciente —murmura junto a mi oído, y su lengua roza justo donde más me estremece.Suelta la coleta de mi cabello, pero solo para enredarlo de nuevo entre sus dedos, sujetándome como si muy en el fondo creyera que así puede controlarme. Y se toma su tiempo, disfrutando la tensión que me recorre el cuerpo.—Pídemelo… —un poco ordena y otro poco p