REINA DEL MAR. CAPITULO 46. Una cita en públicoEl abuelo Kaizen arquea una ceja, curioso y se pone los lentes para ver la foto de la ecografía.—Feliz cumpleaños, abuelo —susurro.Él toma la imagen entre sus dedos y su expresión cambia en un segundo. Pasa del desconcierto al asombro, y luego a una emoción que se desborda como un río crecido.—¿Es...? ¡¿Esto es en serio?! —exclama y Ren y yo asentimos, riéndonos.—Un Toshiro en camino —dice Ren con una sonrisa gigante.—Tu primer bisnieto —confirmo yo y el abuelo se levanta palmeando y haciendo escándalo porque sabemos que no hay cumpleaños mejor que este para él.Finalmente camina hacia mí y me abraza fuerte, como si quisiera protegerme del mundo entero.—Gracias, Ruby. Este... este es el mejor regalo que un hombre como yo puede recibir. ¡Por fin el siguiente heredero de los Toshiro!Sus palabras me calientan el pecho y me hacen arder los ojos. Respiro profundo para no llorar, porque el sentimentalismo no es lo mío pero las hormonas
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 47. El dolor más profundoLa amenaza queda flotando en el aire como una nube negra, y veo que Brad se cruza de brazos, disfrutando cada segundo.Hacía mucho tiempo que no lo veía, creí que estaba perdido en esa multitud que se dedica a lamerle el trasero a los Hall, pero al parecer el niño tiene voz propia… o algo así.—Entonces supongo que no investigaste bien —murmuro mirando a Kaori—. ¿No te dijo que tiene la mandíbula torcida y habla ceceando porque se la rompí con un bat3 hace doce años?Kaori se acerca con una inclinación burlona.—Doce años son muchos para guardar rencor, maldit@ zorra y eso es todo lo que importa —declara mientras se levanta de la silla.—Entonces déjame entenderlo: ¿trajiste a Brad aquí para que haga el trabajo sucio por ti, pero no te vas a quedar a verlo?—¿Yo? ¿Para qué me quedaría? —pregunta encogiéndose de hombros con un gesto de indiferencia—. No te quedas viendo cada mosca que matas. Sería una pérdida de tiempo —asegura dándose
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 48. RespuestasNo digo una sola palabra.No cuando el abuelo llega con flores y dulces que no quiero.No cuando Ren me acaricia la mano como si fuera a romperme si aprieta muy fuerte.No cuando Regina y Vero se sientan a mi lado a llorar en silencio.Nada.Me hundo en el colchón del hospital como si pudiera desaparecer. Como si pudiera retroceder el tiempo.Pero el dolor sigue ahí, aplastándome el pecho, cortándome la respiración cada vez que parpadeo y me doy cuenta de que todo pasó de verdad.El mundo entero sigue girando y yo estoy atrapada, como una marioneta rota.Ren a veces cree que estoy durmiendo, así que no mide su rabia ni la altura de su voz mientras les grita a sus hombres.—¡¿Cómo que nada?! ¡Tiene que haber algo! ¿Me estás diciendo que todas las maldit@s grabaciones de seguridad de toda una manzana se perdieron a la misma vez?Se oye furioso y frustrado, debe estar desesperado por cortar algo más que dedos. También puedo ver eso en el rostro del
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 49. Una negociación Camino directo hacia él, y mis hombres cierran filas detrás de mí.—¿Sabes? —digo, sacando una pequeña pieza de metal chamuscado de mi bolsillo, que Isaías me entregó en el muelle—. Estos cacharros son muy interesantes. El del puerto... y el del restaurante. El mismo diseño, el mismo autor… el mismo cabrón tratando de matarme.Se le escapa una mueca nerviosa, apenas perceptible, y niega.—¡Ya te dije que yo no tuve nada que ver con la explosión en el puerto! —se defiende.—Y yo jamás dije que me lo creyera —replico—. Brad fue quien detonó el dispositivo, pero ese infeliz de mierd@ besa el suelo por donde pisas así que solo tengo una explicación para esto: —sentencio caminando de un lado a otro con aparente calma—. Todo lo que pasó, fue obra tuya.—¡Te dije!—¡Pero luego pienso que no puedes ser tan estúpido! ¡¿Mandarme a matar?! ¡¿Aliarte con la japonesa para terminar el trabajo?!Tucker se ríe, con esa risa seca y falsa que siempre he odia
Capítulo 1. La esposa perfectaAcaricio mi vientre con una sonrisa, sé que mi embarazo todavía no se me nota mucho porque apenas tengo cuatro meses, pero estoy tan feliz que solo puedo pensar en eso. No es el primero, y cuando recuerdo que Devon y yo hemos perdido dos embarazos anteriores el miedo me asfixia, pero tengo todas mis esperanzas puestas en que todo saldrá bien con este bebé.Bajo a la cocina y la inundo con el olor del café recién hecho. Dejo el desayuno listo, la mesa impecable, el portafolio ejecutivo de mi esposo está preparado y Bonnie, mi suegra, ya está sentada frente a su taza de té con leche, hojeando la sección financiera del periódico como si entendiera algo.Mi esposo entra al comedor con su traje perfectamente ajustado y ese aire de seguridad del que me enamoré. Me envuelve en un abrazo y acaricia mi vientre saludando al bebé, y luego parece recordar algo del trabajo.—Amor, ¿el informe de TradeLink? ¿Crees que deberíamos movernos rápido? —pregunta mientras aju
CAPÍTULO 2. Una verdad desgarradoraEl dolor es lo primero que siento cuando abro los ojos. No es físico, aunque mi cuerpo esté cansado y entumecido. Es un dolor profundo en mi pecho, como si algo hubiera sido arrancado de mí. Y lo fue. Lo sé incluso antes de escuchar una palabra.—Regina... —La voz de Verónica llega suave, como si estuviera tratando de no romperme más de lo que ya estoy. Cuando mis ojos se enfocan la veo ahí, sentada junto a mi cama, con Ruby a su lado.—No... —murmuro con un susurro ahogado, pero no hace falta que diga más. Ellas lo saben, y yo lo sé. Ruby aprieta mi mano, y Verónica me acaricia el cabello con los ojos llenos de lágrimas—. No puede ser… esto no puede estar pasando…—Estamos aquí contigo, cariño —dice Ruby.—El bebé... —susurro y la palabra se queda flotando en el aire como un eco vacío hasta que Vero niega con la cabeza.—Lo siento tanto, Regina…Las lágrimas vienen sin previo aviso, un torrente que no puedo detener. No me importa quién me ve o cómo
CAPÍTULO 3. Una máscara de traiciónLas luces del edificio parpadean cuando llego a casa, tambaleándome. Cada paso que doy es una tortura, como si mi cuerpo estuviera cargando el peso de todo lo que me han arrebatado. Verónica y Ruby tratan de seguirme, insisten en quedarse conmigo, pero las detengo en seco.—No. —Y mi voz es firme aunque estoy al borde del colapso—. Esto lo tengo que hacer sola.—Regina por Dios… ¡Solo déjame entrar y te juro que voy a sacar a esa mujer a rastras por los malditos pelos del puto edificio! —gruñe Ruby, pero Verónica la detiene porque entiende que esto ya no puede dolerme más y necesito enfrentarlo por mí misma.—Déjala, es más fuerte de lo que crees —le dice a Ruby y luego me mira con una mezcla de preocupación y respeto—. Llámame si necesitas algo, Regina. Lo que sea.Asiento, aunque la verdad es que no planeo llamar a nadie. Esto es entre Bonnie, Devon y yo.Las veo marcharse y solo entonces entro al departamento, pero la calidez habitual del lugar n
CAPÍTULO 4. La noticia más dolorosaEl departamento está en silencio, uno pesado, que me aplasta el pecho cada vez que intento respirar. He perdido la cuenta de cuántos días han pasado desde que me atreví a salir de esta cama. Sé que Ruby y Verónica han venido más veces de las que puedo recordar, pero siempre me niego a verlas. Solo puedo quedarme aquí, bajo las sábanas, con los ojos fijos en el techo mientras mi mente se hunde más y más.Devon intentó consolarme al principio. Lo hizo, o eso quiero creer. La primera noche me abrazó, me prometió que estaría conmigo, que no dejaría que nada malo volviera a pasar. Me dijo que se tomaría unos días libres para cuidarme, para ayudarnos a superar esto juntos.Pero ahora, más de una semana después, lo único que escucho son excusas. Emergencias en el trabajo. Reuniones que no puede cancelar. Cenas con clientes importantes. Al final, siempre me quedo sola con este dolor punzante que me está destrozando. Tengo tres ángeles en el cielo y solo qui