CAPÍTULO 52. La gran jugadaChristian está a punto de estallar, lo puedo jurar por la vena que le late en el cuello, y no puedo explicar por qué, pero también puedo jurar que esa vena en particular… ¡Vero la está disfrutando mucho!La veo despegar los labios para replicarle, pero antes de que esto acabe en mordidas sobre el escritorio, mi celular vibra con un mensaje y me apresuro a abrir mi tableta con la noticia del momento.—¡Jefecito, jefecito! —lo llamo y él se gira hacia mí con una mirada asesina, como si le estuviera interrumpiendo la matanza.—¡¿Qué?!—¡Acaba de salir una noticia sobre la farmacéutica…!—¿Sobre Apex? —pregunta Christian frunciendo el ceño.—¡Sí, esa, la que está en quiebra! —le digo y Verónica se hace la desentendida, solo se gira un poco, toma el mando de la enorme pantalla de su oficina y la enciente—. Canal cinco —murmuro y ella enseguida pone el canal de noticias.La pantalla se llena con la imagen de una periodista con una cara que irradia satisfacción po
CAPÍTULO 53. Un pago de serviciosMe siento en la barra hasta que reconozco a uno de los hombres que entra. Es uno de los gerentes de Tradelink y con el vienen tres hombres más. Ocupan una mesa reservada en el fondo y yo me aseguro de ubicarme en la más cercana.Quieren hablar bajo, se les nota, pero el alcohol y la impotencia hacen que suban la voz sin poder evitarlo.—¿No crees que ya es hora de que nos demos cuenta de que estamos muertos? —dice uno de ellos con una risa amarga—. No nos vamos a recuperar de esto.Otro tipo suelta una risa amarga, mirando su vaso vacío y levantando la mano para pedir más.—El señor Finnigan está haciendo todo lo posible, pero como no nos llegue un milagro, el próximo mes estaremos todos desempleados. Los inversionistas están presionando para retirar sus inversiones, lo han dejado claro.—Entonces el contrato con el grupo de Wall Street es la única carta que le queda. Si lo pierde, adiós a todo —gruñe otro con desesperación.—Lo sé, pero eso no va a p
CAPÍTULO 54. Un hombre que necesita contenciónHay mil formas mejores de decirlo pero la verdadera es simple: esto es con lo que quiero ahogarme.Mi lengua rodea su miembro, que honestamente no necesita ni un estímulo más para estar listo. Su respiración se vuelve pesada y errática y mis manos subes por sus muslos buscando un ancla. Sé que soy una mujer valiente, porque cuando el diamante me roza la garganta todavía sigo devorando y escucho el pequeño rugido de satisfacción que escapa entre los dientes de Viggo.Las lágrimas saltan de mis ojos y no me importa. A él tampoco, evidentemente, porque cuando lo miro solo hay una risa descarada en su rostro. Sus dos manos se hacen puños sobre mi cabello y la cesión de control comienza, porque yo lo pierdo en un segundo y al otro lo siento embestir mi boca con fuerza.El agua nos empapa, el vapor es todo lo que hay alrededor mientras siento la forma en que me llena. El diamante marca un ritmo perfecto, rápido, feroz, diseñado para saciarse so
CAPÍTULO 55. Una disculpa diferente¡¿Qué diablos está haciendo Ren aquí?!El corazón se me pone en la garganta en un solo segundo porque entiendo que eso puede significar que puso gente a seguirme y yo no me he dado cuenta. Sin embargo no hay mucho que pueda hacer en este momento que no sea enfrentar la batalla tal como se presente.Camino en silencio hasta la puerta de la habitación donde Viggo está descansando, la cierro y paso la llave por fuera para que no pueda abrirla.Y luego me dirijo hacia la puerta del departamento. La rabia me empieza a hervir en la sangre, pero trato de mantener la calma. Abro con un solo movimiento y lo veo en el corredor, con su figura enorme y esos ojos que son una amenaza constante.Toshiro Ren está frente a mí y eso no presagia nada bueno.—¿Cómo me encontraste? —le pregunto tratando de que mi tono sea absolutamente neutro, pero es evidente que el suyo está en alguno de los extremos ya.—Mandé a rastrear tu teléfono —responde sin titubear, porque cre
CAPÍTULO 56. Cuando todo termineNo necesito que me lo diga, ya lo sé. Está furioso y un poco más que eso. La cerradura hecha pedazos es toda la evidencia que necesito, y cuando me mira a los ojos, los suyos parecen dos carbones encendidos.No me meto en su camino cuando se dirige a la puerta con un rugido sordo, pero en el corredor ya no hay nadie, estoy segura, así que solo me apoyo en uno de los muebles y espero a que regrese a mí.—¡Respóndeme, Regina! ¡¿Quién te cortó el cabello?! —me increpa y su voz suena tan áspera que siento un nudo en el estómago, porque no sé si está en el punto en que se pondría realmente violento aunque no conmigo—. ¡Dímelo maldita sea! ¡No te atrevas a mentirme…!Su pecho sube y baja con desesperación, y yo respiro hondo porque no puedes enfrentar a una bestia con otra a menos que quieras desatar una masacre.—No tengo que mentirte, Viggo —respondo, dejando que el tono de mi voz sea tan calmado como puedo y señalando alrededor—. El departamento está llen
CAPÍTULO 57. Alguien a quien arreglarTrago saliva y por un segundo trato de ser el pilar en esta… lo que sea que tengamos.Viggo parece estar buscando algún rincón donde hundirse y desconectarse de todo, y aunque sé que de preferencia ese rincón es mi cuerpo, quizás haya un poco más que pueda hacer. —Ven aquí —le digo tirando de su mano para llevarlo al sofá y lo hago sentarse. Nada es fácil con él, siempre parece tan en control de todo, como si nunca necesitara a nadie. Pero hoy... hoy solo está tan roto como yo, y necesito entender por qué—. Ven siéntate, te aseguro que te va a gustar.Viggo me mira un momento, y finalmente, como si no pudiera resistirse, se acurruca en el sofá, dejándose caer de espaldas con un suspiro pesado. Me subo sobre él, y aunque mi peso es nada comparado con el suyo, sé que sentirlo le gusta y veo cómo se relaja un poco.—¿Quieres masaje, terapia, consuelo, que te haga de comer o que sea la comida? —le pregunto con suavidad y siento sus manos recorriendo
CAPÍTULO 58. Una amenaza malvadaLo veo esbozar una sonrisa de medio lado, como si le hubiera dicho algo que de verdad quería escuchar.—¿En serio, señorita Sand? ¿Me querías tener? —me increpa con descaro.—Por supuesto. ¿Crees que me va a dar vergüenza admitirlo? —susurro inclinándome hacia él y rozando mi boca con la suya.Escuchó su corazón acelerarse y bajo mis manos está su corazón así que puedo sentir el momento exacto en que empieza a excitarse.—¿Te digo a verdad? —murmura mordiéndose el labios inferior—. Me volvió loco que me robaras… solo me molestó que no te hubieras llevado más. Cuando vi tu nota todo lo que pensé fue: esta es loca y es para mí.—Mmmm… —ronroneo mientras me muevo para apretarme más contra él—. ¿En serio, señor Massari? ¿Para ti?Por un momento lo veo cerrar los ojos y su agarre se hace férreo sobre mis muslos, como si tuviera que hacer un esfuerzo para dejar salir toda la posesividad que eso implica.—Sabes que solo tienes que decirme ¿verdad? Solo dime u
CAPÍTULO 59. Una ofertaUn jadeo suave se me escapa, pero no es precisamente por los diamantes, sino porque sé que Viggo usará esta oportunidad para cometer alguno de sus oscuros excesos y que terminaré como termino siempre: doliéndome, pero disfrutándolo.—Está bien, acepto —le respondo y lo veo retroceder casi haciendo un bailecito de la victoria—. ¿Por qué presiento que te vas a aprovechar de eso?—¿Por qué me conoces? —responde con otra pregunta y luego me besa—. Esa noche, nos vemos en la 5Ta Avenida y… —Por un segundo se detiene, veo esa explosión de ira controlada en su rostro, se aleja, y cuando regresa trae un celular en la mano—. Toma, encriptado, irrastreable, solo tiene mi número. La gente que trabaja con operaciones delicadas tiene que asegurarse de que su información se mantenga confidencial.Miro el aparato y sé que lo hace porque escuchó que Ren rastreó mi teléfono.—Gracias —le digo aceptándolo—. Si no fueras tan joven diría que eres mi sugar daddy. Camioneta blindada