Capítulo 39. Una sobreviviente.No puedo descifrar la expresión en el rostro de Ren, solo sé que la idea se queda dando vueltas en su cabeza… junto con todo lo demás que he puesto ahí. Sé que escuchó mi falsa conversación con Vero el otro día hablando de Trade Link y de Christian, y estoy segura de que no comete el error de subestimarme; solo está tratando de ubicarme en su vida en el lugar idóneo.El viaje no dura mucho, y pronto estamos llegando a la casa del abuelo. Mi corazón empieza a latir con fuerza, y por un momento pienso que quizás no debí venir, lo último que quiero es que el abuelo se sienta mal. Pero Ren baja primero y extiende su mano, como un pequeño empujón para que baje del auto, así que lo acepto y lo sigo por los jardines de la mansión familiar hasta que llegamos a un hermoso salón comedor de paredes acristaladas.El abuelo está allí, sentado a la mesa, sonriendo cuando nos ve llegar. La cena es exquisita y asi todo el tema de conversación se mueve alrededor del Sho
CAPÍTULO 40. Un intercambioDe mi boca no sale una sola palabra que pueda incriminarme, pero al final Ren tiene razón, ellos son los reyes de Wall Street no precisamente porque juegan limpio, sino porque encuentran la manera de espiarse los unos a los otros.Ni siquiera soy capaz de describir la forma en que Ren me mira, solo que esa maldit@ sonrisa ladeada derretiría los polos si los tuviera enfrente. Me devuelve al departamento de Vero segura y protegida, y sé que tengo que mantener la calma.—Solo unos días más, eso es todo. Unos días más, y Ren también se encargará de Devon —murmuro porque lo siento en las entrañas, siento que es algo que tiene que suceder.El silencio de la madrugada me encuentra sentada al borde de la cama y me hace sentir un poco más sola de lo que me gustaría. Siento la presión en mis hombros, como si todo el peso del mundo estuviera sobre mí, esperando a que me rinda. Pero no puedo hacerlo. No ahora.El reloj marca las tres de la mañana, y aunque sé que deber
CAPÍTULO 41. Un lugar sin máscarasNo puede ser cierto.No puede ser cierto.No puede ser cierto.Las palabras de Bonnie retumban en mi cabeza como un eco maldito que no me deja respirar. Me quedo mirando el papel, con las manos temblorosas y el estómago hecho un nudo.—Estás mintiendo —logro decir, aunque mi voz apenas es un susurro—. En el hospital… ellos dijeron…—Sí, sí, que no quedaba nada, te lo dijo el doctor Greer. ¿No? —replica y entiendo, por fin entiendo a esta mujer, esta es una verdadera villana, de las que siempre tienen un as bajo la manga, de las que mueven su telaraña diez años en el futuro, de las que no les importa herir de la peor forma.Bonnie sonríe. No es una sonrisa normal, no. Es la sonrisa de alguien que sabe que acaba de destrozarte, que acaba de meterse en tu piel y hundirte un puñal sin esfuerzo.—¿Olvidaste que el doctor Greer es mi…? ¿Cómo lo digo… aliado?? —pregunta con sorna—. Yo firmé los papeles para que el hospital hiciera el procedimiento, ya sabes
CAPÍTULO 42. La última vez...Puedo sentir su impotencia y todo lo demás en la forma en que me sujeta la cara y me mira a los ojos. El agua cae con fuerza, golpeando mi piel caliente contra la suya, pero apenas lo noto. Todo mi mundo se reduce a la intensidad de este segundo, a Viggo arrancándome el dolor como si estuviera acomodando un hueso roto; a la forma en que su boca atrapa la mía sin previo aviso.No hay sutileza en su beso, solo hambre, furia, deseo desenfrenado, y la voluntad para someter. Me dejo llevar por esto, sea lo que sea. Antes de darme cuenta, mis manos se clavan en sus hombros, aferrándome a él como si fuera mi única salvación.—Vas a decirme lo que pasa —gruñe contra mi boca, con voz ronca y entrecortada, cargada de una rabia que roza la desesperación.—Por favor… —es todo lo que puedo suplicar y él sabe lo que quiero, sabe lo que necesito y hace que la frase muera en mi garganta cuando me empuja contra la fría pared de la ducha.Jadeo ante el contraste del gélido
CAPÍTULO 43. Un camión de desechos tóxicos—¡Dímelo! —grita con tanta fuerza que su tono envía un escalofrío directo a mi columna.—Sí… —susurro con los ojos cerrados hasta que siento una de sus manos en mi garganta—. Maldita sea, Viggo…Su nombre en mi boca destierra el último reducto de cordura. Él entierra el rostro en mi cuello, mordiendo mi piel húmeda mientras me embiste con más fuerza, arrancándome un grito tras otro. Nos movemos en un frenesí desesperado, chocando sin control, alimentándonos del placer, de esta necesidad primitiva que nos consume.—Entonces córrete —susurra contra boca y sé que esos dedos en mi sexo pueden sentir cada contracción—. Córrete ahora… ¡Ahora!El orgasmo me golpea con una intensidad devastadora, haciéndome convulsionar entre sus brazos mientras me sostiene con más fuerza, guiándome a través de cada espasmo, devorando cada uno de mis gritos, hasta que un gruñido profundo escapa de sus labios cuando finalmente me sigue, y su cuerpo se tensa antes de h
CAPÍTULO 44. Máscaras y mentirasViggo está de pie frente a mí, con ese aire de tener todo bajo control, incluso cuando sé que lo que sostiene en las manos lo llena de duda. Su determinación de no preguntar por mi vida es fuerte, pero entiendo que eligió hundirse en arenas movedizas, las mías, y de alguna forma necesita saber que no voy a ahogarlo.—¿Por qué estás trabajando con él? —me interroga y su voz es grave cuando corta el silencio.Esos ojos suyos tan intensos, tan… persuasivos, buscan los míos, y me acerco a él sin parpadear porque no tengo intención de mentirle.No hay palabras correctas para esto, solo palabras sinceras.—Porque Ironclad Strategies está haciendo las inversiones donde yo las necesito —le digo con tono firme—. Christian St Jhon no es ningún idiota, y está poniendo su dinero donde yo necesito que lo ponga.Viggo no responde de inmediato. Su mirada se desplaza hacia la oferta de inversión que tiene en la mano y luego su atención regresa a mis ojos, como si estu
CAPÍTULO 45. Una operación exitosaLa operación de análisis de acciones ya está lista.Todo está en su lugar: números, proyecciones, oportunidades. El reloj avanza, y yo también. Las últimas veinticuatro horas han sido largas, de mucho estrés, pero aquí estoy, con los papeles en mi mano, dispuesta a entregar la clave para la operación más grande que he hecho hasta ahora. Una que definitivamente podría poner a Devon en el mapa financiero, consiguiéndole los mejores inversores.Sin embargo nada de eso importa más que recuperar a mis hijos.Todo esto me tiene al borde del colapso, entiendo el fuego con el que estoy jugando y sé que si me equivoco terminaré en la cárcel, pero en este punto eso no es algo que me moleste tampoco.Así que me levanto de la mesa y meto todo en una carpeta, me pongo cualquier cosa que encuentro en el armario y Ruby ya me está esperando con el auto listo cuando salgo. Va todo el camino maldiciendo, porque es Ruby y no podía ser de otra manera. Vero es me muerd
CAPÍTULO 46. ÁngelesSalgo de la que fue mi casa durante tantos años, y mi mente se desconecta como si me hubieran golpeado con un mazo. La cabeza me da vueltas, mi estómago está revuelto y ni siquiera me doy cuenta de que camino sin rumbo, solo moviéndome, porque el tiempo parece haberse detenido, y lo único que quiero es escapar de esta realidad.Pasa una hora, dos, hasta que el cansancio me gana y finalmente tomo un taxi que me lleva directo al departamento de Verónica, aunque sé que es el último lugar en el que en este momento encontraré algo de paz.Cuando entro mis amigas ya están esperándome. Ambas me observan como si supieran que estoy a punto de estallar, y, sin decir nada Ruby me abraza, apretándome fuerte, como si intentara protegerme de todo. Verónica también se acerca y me da un abrazo, quizás porque saben que estoy a punto de quebrarme.En la mesa frente a mí, veo tres pequeñas cajitas de madera. Mis ojos se quedan fijos en ellas porque sé lo que son. Las cajitas de mis