CAPÍTULO 41. Un lugar sin máscarasNo puede ser cierto.No puede ser cierto.No puede ser cierto.Las palabras de Bonnie retumban en mi cabeza como un eco maldito que no me deja respirar. Me quedo mirando el papel, con las manos temblorosas y el estómago hecho un nudo.—Estás mintiendo —logro decir, aunque mi voz apenas es un susurro—. En el hospital… ellos dijeron…—Sí, sí, que no quedaba nada, te lo dijo el doctor Greer. ¿No? —replica y entiendo, por fin entiendo a esta mujer, esta es una verdadera villana, de las que siempre tienen un as bajo la manga, de las que mueven su telaraña diez años en el futuro, de las que no les importa herir de la peor forma.Bonnie sonríe. No es una sonrisa normal, no. Es la sonrisa de alguien que sabe que acaba de destrozarte, que acaba de meterse en tu piel y hundirte un puñal sin esfuerzo.—¿Olvidaste que el doctor Greer es mi…? ¿Cómo lo digo… aliado?? —pregunta con sorna—. Yo firmé los papeles para que el hospital hiciera el procedimiento, ya sabes
CAPÍTULO 42. La última vez...Puedo sentir su impotencia y todo lo demás en la forma en que me sujeta la cara y me mira a los ojos. El agua cae con fuerza, golpeando mi piel caliente contra la suya, pero apenas lo noto. Todo mi mundo se reduce a la intensidad de este segundo, a Viggo arrancándome el dolor como si estuviera acomodando un hueso roto; a la forma en que su boca atrapa la mía sin previo aviso.No hay sutileza en su beso, solo hambre, furia, deseo desenfrenado, y la voluntad para someter. Me dejo llevar por esto, sea lo que sea. Antes de darme cuenta, mis manos se clavan en sus hombros, aferrándome a él como si fuera mi única salvación.—Vas a decirme lo que pasa —gruñe contra mi boca, con voz ronca y entrecortada, cargada de una rabia que roza la desesperación.—Por favor… —es todo lo que puedo suplicar y él sabe lo que quiero, sabe lo que necesito y hace que la frase muera en mi garganta cuando me empuja contra la fría pared de la ducha.Jadeo ante el contraste del gélido
CAPÍTULO 43. Un camión de desechos tóxicos—¡Dímelo! —grita con tanta fuerza que su tono envía un escalofrío directo a mi columna.—Sí… —susurro con los ojos cerrados hasta que siento una de sus manos en mi garganta—. Maldita sea, Viggo…Su nombre en mi boca destierra el último reducto de cordura. Él entierra el rostro en mi cuello, mordiendo mi piel húmeda mientras me embiste con más fuerza, arrancándome un grito tras otro. Nos movemos en un frenesí desesperado, chocando sin control, alimentándonos del placer, de esta necesidad primitiva que nos consume.—Entonces córrete —susurra contra boca y sé que esos dedos en mi sexo pueden sentir cada contracción—. Córrete ahora… ¡Ahora!El orgasmo me golpea con una intensidad devastadora, haciéndome convulsionar entre sus brazos mientras me sostiene con más fuerza, guiándome a través de cada espasmo, devorando cada uno de mis gritos, hasta que un gruñido profundo escapa de sus labios cuando finalmente me sigue, y su cuerpo se tensa antes de h
CAPÍTULO 44. Máscaras y mentirasViggo está de pie frente a mí, con ese aire de tener todo bajo control, incluso cuando sé que lo que sostiene en las manos lo llena de duda. Su determinación de no preguntar por mi vida es fuerte, pero entiendo que eligió hundirse en arenas movedizas, las mías, y de alguna forma necesita saber que no voy a ahogarlo.—¿Por qué estás trabajando con él? —me interroga y su voz es grave cuando corta el silencio.Esos ojos suyos tan intensos, tan… persuasivos, buscan los míos, y me acerco a él sin parpadear porque no tengo intención de mentirle.No hay palabras correctas para esto, solo palabras sinceras.—Porque Ironclad Strategies está haciendo las inversiones donde yo las necesito —le digo con tono firme—. Christian St Jhon no es ningún idiota, y está poniendo su dinero donde yo necesito que lo ponga.Viggo no responde de inmediato. Su mirada se desplaza hacia la oferta de inversión que tiene en la mano y luego su atención regresa a mis ojos, como si estu
CAPÍTULO 45. Una operación exitosaLa operación de análisis de acciones ya está lista.Todo está en su lugar: números, proyecciones, oportunidades. El reloj avanza, y yo también. Las últimas veinticuatro horas han sido largas, de mucho estrés, pero aquí estoy, con los papeles en mi mano, dispuesta a entregar la clave para la operación más grande que he hecho hasta ahora. Una que definitivamente podría poner a Devon en el mapa financiero, consiguiéndole los mejores inversores.Sin embargo nada de eso importa más que recuperar a mis hijos.Todo esto me tiene al borde del colapso, entiendo el fuego con el que estoy jugando y sé que si me equivoco terminaré en la cárcel, pero en este punto eso no es algo que me moleste tampoco.Así que me levanto de la mesa y meto todo en una carpeta, me pongo cualquier cosa que encuentro en el armario y Ruby ya me está esperando con el auto listo cuando salgo. Va todo el camino maldiciendo, porque es Ruby y no podía ser de otra manera. Vero es me muerd
CAPÍTULO 46. ÁngelesSalgo de la que fue mi casa durante tantos años, y mi mente se desconecta como si me hubieran golpeado con un mazo. La cabeza me da vueltas, mi estómago está revuelto y ni siquiera me doy cuenta de que camino sin rumbo, solo moviéndome, porque el tiempo parece haberse detenido, y lo único que quiero es escapar de esta realidad.Pasa una hora, dos, hasta que el cansancio me gana y finalmente tomo un taxi que me lleva directo al departamento de Verónica, aunque sé que es el último lugar en el que en este momento encontraré algo de paz.Cuando entro mis amigas ya están esperándome. Ambas me observan como si supieran que estoy a punto de estallar, y, sin decir nada Ruby me abraza, apretándome fuerte, como si intentara protegerme de todo. Verónica también se acerca y me da un abrazo, quizás porque saben que estoy a punto de quebrarme.En la mesa frente a mí, veo tres pequeñas cajitas de madera. Mis ojos se quedan fijos en ellas porque sé lo que son. Las cajitas de mis
CAPÍTULO 47. El negocio perfectoLa sala de juntas está impecable. Ordenada, brillante, con una jarra de café en el centro de la mesa y tazas alineadas perfectamente a su alrededor. No es que me importe demasiado la presentación, pero Devon es un perfeccionista obsesivo cuando se trata de reuniones importantes. Y esta lo es, así que por un momento le quiero dar el gusto.Me cruzo de brazos y echo un vistazo al reloj. 9:58 a. m. Puntualidad británica, como siempre, porque después de todo las apariencias son importantes. Christian está sentado en la cabecera de la mesa, revisando su teléfono con expresión aburrida, pero sé que en realidad está expectante. Escucho pasos en el corredor y me acerco a él.—Será mejor que espere en la sala de al lado —le sugiero en voz baja, acercándome a él y señalando la puerta contigua.Christian levanta una ceja y luego suspira.—Regina, no tienes por qué tolerar a gente impertinente, si la tal Anabella viene que se aguante, o si no que se vaya —gruñe co
CAPÍTULO 48. Una apuesta arriesgadaDevon abre la boca, su mirada oscila entre Christian y la pantalla donde las acciones de Apex BioSolutions siguen desplomándose. Parece un hombre ahogándose, aferrándose a cualquier excusa para evitar hundirse.—¡Esto no cambia nada! —suelta con la mandíbula apretada—. Todo se va a estabilizar. ¡Las demandas son pura estrategia para manipular el mercado, un golpe de la competencia! Si esperamos, esto se resolverá y…—No me interesa escuchar excusas —lo interrumpe Christian con voz cortante—. Puede ser una estrategia, puede ser lo que quieras, pero lo cierto es que en los últimos veinte minutos las acciones de la farmacéutica han perdido el setenta por ciento de su valor, tus diez millones ahora solo son tres, y dentro de una hora serán cien mil. Así que no voy a esperar por nada. Solo me alegra haber salvado mi dinero, pero lo que más me alegra es que ya no tengo que perder más tiempo contigo.Devon se tensa y Anabella, a su lado, parece como si le