CAPÍTULO 47. El negocio perfectoLa sala de juntas está impecable. Ordenada, brillante, con una jarra de café en el centro de la mesa y tazas alineadas perfectamente a su alrededor. No es que me importe demasiado la presentación, pero Devon es un perfeccionista obsesivo cuando se trata de reuniones importantes. Y esta lo es, así que por un momento le quiero dar el gusto.Me cruzo de brazos y echo un vistazo al reloj. 9:58 a. m. Puntualidad británica, como siempre, porque después de todo las apariencias son importantes. Christian está sentado en la cabecera de la mesa, revisando su teléfono con expresión aburrida, pero sé que en realidad está expectante. Escucho pasos en el corredor y me acerco a él.—Será mejor que espere en la sala de al lado —le sugiero en voz baja, acercándome a él y señalando la puerta contigua.Christian levanta una ceja y luego suspira.—Regina, no tienes por qué tolerar a gente impertinente, si la tal Anabella viene que se aguante, o si no que se vaya —gruñe co
CAPÍTULO 48. Una apuesta arriesgadaDevon abre la boca, su mirada oscila entre Christian y la pantalla donde las acciones de Apex BioSolutions siguen desplomándose. Parece un hombre ahogándose, aferrándose a cualquier excusa para evitar hundirse.—¡Esto no cambia nada! —suelta con la mandíbula apretada—. Todo se va a estabilizar. ¡Las demandas son pura estrategia para manipular el mercado, un golpe de la competencia! Si esperamos, esto se resolverá y…—No me interesa escuchar excusas —lo interrumpe Christian con voz cortante—. Puede ser una estrategia, puede ser lo que quieras, pero lo cierto es que en los últimos veinte minutos las acciones de la farmacéutica han perdido el setenta por ciento de su valor, tus diez millones ahora solo son tres, y dentro de una hora serán cien mil. Así que no voy a esperar por nada. Solo me alegra haber salvado mi dinero, pero lo que más me alegra es que ya no tengo que perder más tiempo contigo.Devon se tensa y Anabella, a su lado, parece como si le
CAPÍTULO 49. Un asunto personal.Christian sigue con los ojos fijos en la pantalla, su mandíbula está tan tensa que parece que en cualquier momento se le partirán los dientes de apretar tanto. No ha dejado de revisar los gráficos de la bolsa desde que le dije que Crown está comprando acciones de Apex BioSolutions.—Cálmese, jefecito —le digo, sentándome en el borde de su escritorio—. No puede ser tan malo. Seguramente los de Crown Capital saben lo que hacen.Él resopla, sin apartar la mirada de la pantalla y luego se levanta dando vueltas de un lado a otro.—¡A ver, Regina! ¡Nadie en su sano juicio compra acciones de una empresa en bancarrota, a menos que quiera despedazarla! ¡Y tú obviamente no sabes nada de esto porque no sabes nada de nada porque solo eres mi asistente, así que no me pidas que me calme! —exclama, pero en cuanto se gira lo que tiene frente a él es a una Regina muy diferente y veo la forma en que se para en seco.—Esta es la parte donde te disculpas, porque tienes tr
CAPÍTULO 50. TradicionesPor un instante, todo se congela. El dojo, el aire a mi alrededor, incluso el peso de la katana que Ren aún sostiene en su mano.Solo un sonido rompe el silencio: el leve susurro de mi cabello cayendo al suelo. Y mi cabeza se siente más ligera, pero no por el corte, sino por la certeza de que si decidí jugar en las ligas mayores entonces tengo que aguantarme las consecuencias.No importa lo tiernos que parezcan, estos no son los “reyes de Wall Street” por encajar la derrota, no son buenos, no son nobles y sobre todo, no pierden.Si las cosas no salen como planeo mañana a esta hora el “niño” de Ironclad irá a despedazar a Verónica a su oficina; y este que tengo frente a mí ni siquiera se aguanta, porque ya empezó.Sin embargo en este punto no hay nada que pueda intimidarme ya.Levanto la mirada y lo encaro. Sus ojos están fijos en mí, su expresión es dura, contenida. Quiere que reaccione, que me enoje, que grite, pero ya muy pocos pueden obtener ese placer de m
CAPÍTULO 51. Dientes y venenosSalgo de mi habitación bien temprano y encuentro a Verónica y a Ruby en la cocina. Vero está con su teléfono en la mano, como siempre, revisando números y confirmaciones de última hora. Y Ruby, en cambio, está sentada en la mesa, tomando café y pintándose las uñas de rojo, porque para ella no hay vida antes del café, y ya que va a existir entonces tiene que hacerlo con glamour.—¿Listas? —pregunto, y Verónica levanta la vista de la pantalla.—Por supuesto —responde, sirviéndome una taza de café.—¿Y por qué yo no puedo ir? —se queja Ruby con una sonrisa cómplice—. Puedo ser la asistente de representante de la empresa o algo. ¡No me quiero perder el show!Levanto mi taza y le tuerzo los ojos antes de hacerle un guiño.—Cielo, la reacción que realmente queremos ver está fuera de nuestro alcance. A menos, claro, que la amiga periodista de Vero pueda grabar cómo Devon se lanza de su edificio, y me temo que no tendremos tanta suerte… todavía —murmuro mientras
CAPÍTULO 52. La gran jugadaChristian está a punto de estallar, lo puedo jurar por la vena que le late en el cuello, y no puedo explicar por qué, pero también puedo jurar que esa vena en particular… ¡Vero la está disfrutando mucho!La veo despegar los labios para replicarle, pero antes de que esto acabe en mordidas sobre el escritorio, mi celular vibra con un mensaje y me apresuro a abrir mi tableta con la noticia del momento.—¡Jefecito, jefecito! —lo llamo y él se gira hacia mí con una mirada asesina, como si le estuviera interrumpiendo la matanza.—¡¿Qué?!—¡Acaba de salir una noticia sobre la farmacéutica…!—¿Sobre Apex? —pregunta Christian frunciendo el ceño.—¡Sí, esa, la que está en quiebra! —le digo y Verónica se hace la desentendida, solo se gira un poco, toma el mando de la enorme pantalla de su oficina y la enciente—. Canal cinco —murmuro y ella enseguida pone el canal de noticias.La pantalla se llena con la imagen de una periodista con una cara que irradia satisfacción po
CAPÍTULO 53. Un pago de serviciosMe siento en la barra hasta que reconozco a uno de los hombres que entra. Es uno de los gerentes de Tradelink y con el vienen tres hombres más. Ocupan una mesa reservada en el fondo y yo me aseguro de ubicarme en la más cercana.Quieren hablar bajo, se les nota, pero el alcohol y la impotencia hacen que suban la voz sin poder evitarlo.—¿No crees que ya es hora de que nos demos cuenta de que estamos muertos? —dice uno de ellos con una risa amarga—. No nos vamos a recuperar de esto.Otro tipo suelta una risa amarga, mirando su vaso vacío y levantando la mano para pedir más.—El señor Finnigan está haciendo todo lo posible, pero como no nos llegue un milagro, el próximo mes estaremos todos desempleados. Los inversionistas están presionando para retirar sus inversiones, lo han dejado claro.—Entonces el contrato con el grupo de Wall Street es la única carta que le queda. Si lo pierde, adiós a todo —gruñe otro con desesperación.—Lo sé, pero eso no va a p
CAPÍTULO 54. Un hombre que necesita contenciónHay mil formas mejores de decirlo pero la verdadera es simple: esto es con lo que quiero ahogarme.Mi lengua rodea su miembro, que honestamente no necesita ni un estímulo más para estar listo. Su respiración se vuelve pesada y errática y mis manos subes por sus muslos buscando un ancla. Sé que soy una mujer valiente, porque cuando el diamante me roza la garganta todavía sigo devorando y escucho el pequeño rugido de satisfacción que escapa entre los dientes de Viggo.Las lágrimas saltan de mis ojos y no me importa. A él tampoco, evidentemente, porque cuando lo miro solo hay una risa descarada en su rostro. Sus dos manos se hacen puños sobre mi cabello y la cesión de control comienza, porque yo lo pierdo en un segundo y al otro lo siento embestir mi boca con fuerza.El agua nos empapa, el vapor es todo lo que hay alrededor mientras siento la forma en que me llena. El diamante marca un ritmo perfecto, rápido, feroz, diseñado para saciarse so