CAPÍTULO 43. Un camión de desechos tóxicos—¡Dímelo! —grita con tanta fuerza que su tono envía un escalofrío directo a mi columna.—Sí… —susurro con los ojos cerrados hasta que siento una de sus manos en mi garganta—. Maldita sea, Viggo…Su nombre en mi boca destierra el último reducto de cordura. Él entierra el rostro en mi cuello, mordiendo mi piel húmeda mientras me embiste con más fuerza, arrancándome un grito tras otro. Nos movemos en un frenesí desesperado, chocando sin control, alimentándonos del placer, de esta necesidad primitiva que nos consume.—Entonces córrete —susurra contra boca y sé que esos dedos en mi sexo pueden sentir cada contracción—. Córrete ahora… ¡Ahora!El orgasmo me golpea con una intensidad devastadora, haciéndome convulsionar entre sus brazos mientras me sostiene con más fuerza, guiándome a través de cada espasmo, devorando cada uno de mis gritos, hasta que un gruñido profundo escapa de sus labios cuando finalmente me sigue, y su cuerpo se tensa antes de h
CAPÍTULO 44. Máscaras y mentirasViggo está de pie frente a mí, con ese aire de tener todo bajo control, incluso cuando sé que lo que sostiene en las manos lo llena de duda. Su determinación de no preguntar por mi vida es fuerte, pero entiendo que eligió hundirse en arenas movedizas, las mías, y de alguna forma necesita saber que no voy a ahogarlo.—¿Por qué estás trabajando con él? —me interroga y su voz es grave cuando corta el silencio.Esos ojos suyos tan intensos, tan… persuasivos, buscan los míos, y me acerco a él sin parpadear porque no tengo intención de mentirle.No hay palabras correctas para esto, solo palabras sinceras.—Porque Ironclad Strategies está haciendo las inversiones donde yo las necesito —le digo con tono firme—. Christian St Jhon no es ningún idiota, y está poniendo su dinero donde yo necesito que lo ponga.Viggo no responde de inmediato. Su mirada se desplaza hacia la oferta de inversión que tiene en la mano y luego su atención regresa a mis ojos, como si estu
CAPÍTULO 45. Una operación exitosaLa operación de análisis de acciones ya está lista.Todo está en su lugar: números, proyecciones, oportunidades. El reloj avanza, y yo también. Las últimas veinticuatro horas han sido largas, de mucho estrés, pero aquí estoy, con los papeles en mi mano, dispuesta a entregar la clave para la operación más grande que he hecho hasta ahora. Una que definitivamente podría poner a Devon en el mapa financiero, consiguiéndole los mejores inversores.Sin embargo nada de eso importa más que recuperar a mis hijos.Todo esto me tiene al borde del colapso, entiendo el fuego con el que estoy jugando y sé que si me equivoco terminaré en la cárcel, pero en este punto eso no es algo que me moleste tampoco.Así que me levanto de la mesa y meto todo en una carpeta, me pongo cualquier cosa que encuentro en el armario y Ruby ya me está esperando con el auto listo cuando salgo. Va todo el camino maldiciendo, porque es Ruby y no podía ser de otra manera. Vero es me muerd
CAPÍTULO 46. ÁngelesSalgo de la que fue mi casa durante tantos años, y mi mente se desconecta como si me hubieran golpeado con un mazo. La cabeza me da vueltas, mi estómago está revuelto y ni siquiera me doy cuenta de que camino sin rumbo, solo moviéndome, porque el tiempo parece haberse detenido, y lo único que quiero es escapar de esta realidad.Pasa una hora, dos, hasta que el cansancio me gana y finalmente tomo un taxi que me lleva directo al departamento de Verónica, aunque sé que es el último lugar en el que en este momento encontraré algo de paz.Cuando entro mis amigas ya están esperándome. Ambas me observan como si supieran que estoy a punto de estallar, y, sin decir nada Ruby me abraza, apretándome fuerte, como si intentara protegerme de todo. Verónica también se acerca y me da un abrazo, quizás porque saben que estoy a punto de quebrarme.En la mesa frente a mí, veo tres pequeñas cajitas de madera. Mis ojos se quedan fijos en ellas porque sé lo que son. Las cajitas de mis
CAPÍTULO 47. El negocio perfectoLa sala de juntas está impecable. Ordenada, brillante, con una jarra de café en el centro de la mesa y tazas alineadas perfectamente a su alrededor. No es que me importe demasiado la presentación, pero Devon es un perfeccionista obsesivo cuando se trata de reuniones importantes. Y esta lo es, así que por un momento le quiero dar el gusto.Me cruzo de brazos y echo un vistazo al reloj. 9:58 a. m. Puntualidad británica, como siempre, porque después de todo las apariencias son importantes. Christian está sentado en la cabecera de la mesa, revisando su teléfono con expresión aburrida, pero sé que en realidad está expectante. Escucho pasos en el corredor y me acerco a él.—Será mejor que espere en la sala de al lado —le sugiero en voz baja, acercándome a él y señalando la puerta contigua.Christian levanta una ceja y luego suspira.—Regina, no tienes por qué tolerar a gente impertinente, si la tal Anabella viene que se aguante, o si no que se vaya —gruñe co
CAPÍTULO 48. Una apuesta arriesgadaDevon abre la boca, su mirada oscila entre Christian y la pantalla donde las acciones de Apex BioSolutions siguen desplomándose. Parece un hombre ahogándose, aferrándose a cualquier excusa para evitar hundirse.—¡Esto no cambia nada! —suelta con la mandíbula apretada—. Todo se va a estabilizar. ¡Las demandas son pura estrategia para manipular el mercado, un golpe de la competencia! Si esperamos, esto se resolverá y…—No me interesa escuchar excusas —lo interrumpe Christian con voz cortante—. Puede ser una estrategia, puede ser lo que quieras, pero lo cierto es que en los últimos veinte minutos las acciones de la farmacéutica han perdido el setenta por ciento de su valor, tus diez millones ahora solo son tres, y dentro de una hora serán cien mil. Así que no voy a esperar por nada. Solo me alegra haber salvado mi dinero, pero lo que más me alegra es que ya no tengo que perder más tiempo contigo.Devon se tensa y Anabella, a su lado, parece como si le
CAPÍTULO 49. Un asunto personal.Christian sigue con los ojos fijos en la pantalla, su mandíbula está tan tensa que parece que en cualquier momento se le partirán los dientes de apretar tanto. No ha dejado de revisar los gráficos de la bolsa desde que le dije que Crown está comprando acciones de Apex BioSolutions.—Cálmese, jefecito —le digo, sentándome en el borde de su escritorio—. No puede ser tan malo. Seguramente los de Crown Capital saben lo que hacen.Él resopla, sin apartar la mirada de la pantalla y luego se levanta dando vueltas de un lado a otro.—¡A ver, Regina! ¡Nadie en su sano juicio compra acciones de una empresa en bancarrota, a menos que quiera despedazarla! ¡Y tú obviamente no sabes nada de esto porque no sabes nada de nada porque solo eres mi asistente, así que no me pidas que me calme! —exclama, pero en cuanto se gira lo que tiene frente a él es a una Regina muy diferente y veo la forma en que se para en seco.—Esta es la parte donde te disculpas, porque tienes tr
CAPÍTULO 50. TradicionesPor un instante, todo se congela. El dojo, el aire a mi alrededor, incluso el peso de la katana que Ren aún sostiene en su mano.Solo un sonido rompe el silencio: el leve susurro de mi cabello cayendo al suelo. Y mi cabeza se siente más ligera, pero no por el corte, sino por la certeza de que si decidí jugar en las ligas mayores entonces tengo que aguantarme las consecuencias.No importa lo tiernos que parezcan, estos no son los “reyes de Wall Street” por encajar la derrota, no son buenos, no son nobles y sobre todo, no pierden.Si las cosas no salen como planeo mañana a esta hora el “niño” de Ironclad irá a despedazar a Verónica a su oficina; y este que tengo frente a mí ni siquiera se aguanta, porque ya empezó.Sin embargo en este punto no hay nada que pueda intimidarme ya.Levanto la mirada y lo encaro. Sus ojos están fijos en mí, su expresión es dura, contenida. Quiere que reaccione, que me enoje, que grite, pero ya muy pocos pueden obtener ese placer de m