CAPÍTULO 24. Maestro de espadasEl día pasa rápido, lleno de reuniones, y cuando me despido en la tarde para irme a casa, Christian todavía tiene el mismo entusiasmo de la mañana. Es evidente que está listo para comerse el mundo, pero al día siguiente en cuando llego a la oficina, lo primero que noto es que está de un humor de perros.Su expresión está tensa, los nudillos de una de sus manos golpean rítmicamente el escritorio, y su café, que siempre bebe caliente, sigue intacto.—¿Qué fue lo que hice? —pregunto acercándome mientras me ajusto los lentes de pasta gruesa y en cuanto levanta los ojos hacia mí, su mirada se suaviza.—No tiene nada que ver contigo, te lo aseguro —suspira como si quisiera convencerme de que mi torpeza no es la causa de que esté así—. Alguien nos ganó el negocio.Mis ojos se abren como platos y si hubiera moscas definitivamente entrarían en mi boca.—¿EL de las acciones de energía limpia? ¡No puede ser! ¡Estoy segura de que entregué los papeles! ¡Ay Jesús! ¿S
CAPÍTULO 25. Doce generaciones de honorNo sé cuánto tiempo paso observándolo.El movimiento de la katana en sus manos es limpio, letal. Es evidente que lleva años entrenando. Su postura es impecable, cada ataque y cada defensa son ejecutados con precisión quirúrgica y por un momento, por un instante entiendo que nada más existe para él. Si le pone a los negocios la misma pasión que le pone a esa Katana, es evidente por qué dirige uno de los grupos más importantes de trade en Wall Street.Por alguna razón, no puedo dejar de mirarlo, y como traemos ese instinto especial incorporado, ese que nos dice que alguien nos vigila, no pasa mucho antes de que Ren se dé la vuelta bruscamente, percatándose de mi presencia. Se detiene y me observa por un momento antes de caminar hacia nosotros, guardando la katana en su funda con un gesto soberbio.—Regina. —Su voz es calmada, profunda, con un leve matiz de molestia o de curiosidad, es imposible saberlo con él.Me cruzo de brazos y lo miro sin inmu
CAPÍTULO 26. Erótica medievalEl filo de la katana se detiene justo antes de atravesar mi carne, pero no lo suficiente para evitar el corte. Apenas es una línea de sangre sobre mi palma, justo en la base del pulgar, pero el escozor me confirma que lo que acabo de hacer no es solo una locura, sino una apuesta peligrosa.Puedo ver el rostro de Ren ponerse lívido mientras unas pocas gotas de sangre caen en la arena entre nosotros, y sus pupilas se convierten en dos espantados pozos sin fondo. Durante un segundo parece como si no pudiera creer lo que acaba de pasar, nadie puede ser tan loca como para ofrecerle una mano en pleno ataque, pero después de todo realmente es un maestro de la espada, una que suelta en un solo instante mientras levanta mi mano con un gesto brusco y la lleva a su boca.—¡¿Estás desquiciada?! —Su voz resuena en el jardín vacío antes de que sus labios hagan contacto con mi piel. Siento sus dientes alrededor de la herida y su lengua casi latiendo contra mi sangre, f
CAPÍTULO 27. Una pareja encubiertaNi siquiera soy capaz de explicar la satisfacción que siento. La mayor parte de este dinero irá a reinversión, es la única forma de que mi desconocida y diminuta empresa siga creciendo, pero mientras puedo aprovechar la curiosidad de Christian a mi favor.Al día siguiente, me planto en su oficina Christian con una actitud renovada, y lo primero que él hace es fijarse en mi mano vendada.—¡Por Cristo divino, Jesús bendito, y su madrecita la Virgen, dime que no te hiciste eso aquí! -exclama con dramatismo y yo niego.-Fue en mi casa, jefecito.-¡Gracias a Dios!—No, gracias a mí, que soy bien chismosa aunque sea torpe, escuche: No logré descubrir quién es el pajarito soplón —admito con un puchero y él se echa hacia adelante en si silla ejecutiva—, pero sé qué empresa compró las acciones antes que usted. Ya sabe… las asistentes hablamos mucho.Los ojos de Christian se abren con interés.—Seguro que fue Kaizen Financial… ¡O no, no! ¡Fue el tarado de Mass
CAPÍTULO 28. Corazón de aceroEl despacho de Viggo Massari no es más luminoso ni más amable que su propia habitación, sino que tiene esa oscuridad intrínseca y minimalista de los hombres poderosos y enigmáticos.El problema no es la habitación en sí, sino lo que hay en el centro de ella y eso es… una mujer.Una mujer hermosa, pelirroja, llena de curvas explícitas que resaltan la lencería negra y la escases del resto de su ropa. Está acostada boca abajo sobre el escritorio y mis ojos no pueden evitar posarse por un segundo en su trasero, blanco como la cal. Y ese momento, ese gesto, esa búsqueda inconsciente me devuelve de golpe a una realidad aterradora: mi realidad, mi vulnerabilidad, mi verdadera yo. Esa que decidí enterrar, pero al parecer debo cavar aun más profundo para lograrlo.Viggo está de pie junto al bar, en el otro extremo del despacho, sirviéndose un trago como si nada, hasta que nuestros ojos se encuentran y por un instante, mi corazón se detiene.Veo la contrariedad en
CAPÍTULO 29. Lo único que me mantiene en pieViggo me mira con esa intensidad suya, los ojos se clavan en mí como si pudiera obligarme a quedarme solo con la fuerza de su voluntad. Pero no puede. Nadie puede ya.—¿Por qué? —Su voz es tensa, casi áspera—. ¿Por qué no quieres volver?Suelto una risa sin ganas y niego con la cabeza. No quiero tener esta conversación, no quiero que esto se haga más grande porque realmente no es nada, no somos nada, no significamos nada... Pero él insiste.—Si es por Alicia ya lo oíste. Ella ya no va a volver. ¡Yo ni siquiera la llamé aquí esta noche! Ella solo… siguió el calendario —gruñe entre dientes como si de verdad hubiera olvidado que su calendario incluye sus “noches para follar”—. Alicia no significa nada para mí —dice, y su tono es menos cortante esta vez—. Solo era alguien con quien me quitaba las ganas. Y ya se acabó.Lo miro a los ojos y dejo que vea lo poco que me importa eso, porque la cuestión es que ya no puedo darme el lujo de que me impo
CAPÍTULO 30. Una lista negraLo veo carraspear y ajustarse la corbata un par de veces, y yo me aliso la falda del ajustado vestido que no necesita que lo ajusten más, pero así parezco más torpe y cada vez que me paso las manos sobre el trasero siento que él mira al techo como si quisiera quitarlas y poner las suyas.Finalmente me cuelgo de su brazo y entramos a las oficinas de Crown Capital Trade como si no fuera la cosa más absurda del mundo ir de encubierto a mi propia empresa. Lo bueno es que aquí jamás he puesto la cara, así que aparte de Vero que me hace de fachada, nadie más me conoce.Nadie sospecha, y demás, técnicamente, no estoy haciendo nada ilegal. Pero igual me da un cosquilleo de nervios en la nuca cuando nos acomodamos en el despacho principal, y Verónica responde a cada pregunta de Christian. Hasta pareciera bróker la condenada, pero como abogada sabe mentir muy bien.Christian hojea los documentos con calma, pasando cada página con una concentración que no sé si es re
CAPÍTULO 31. Un chisme de oficinaDesde que llegué a la oficina en la mañana he estado inquieta. No sé si es por toda la tensión y el estrés que estoy acumulando, o por el hecho de que no he dormido bien en días tratando de armar el portafolio de inversiones de Crown Capital Trade. Probablemente ambas cosas.Me duele la cabeza, siento el estómago revuelto y tengo los nervios de punta. No es la mejor combinación cuando trabajas en un lugar donde la gente te observa como si pudieras derrumbarte en cualquier momento, pero como aquí tengo fama de torpe no importa mucho.Paso el resto del día entre correos, llamadas y reportes, y sobre todo fingiendo hacer eso que Christian me encargó: conseguir un sustancioso chisme de oficina.Me cuesta un poco decidir si se lo digo o no, o cómo hacerlo. Quizá porque siento que le estoy dando más información de la que debería. O tal vez porque me preocupa su reacción, pero de cualquier forma algo tendré que decirle o lo averiguará por su cuenta. Así que