—Gracias, Jard —musito aún un poco conmocionada por el hecho que me esté cubriendo con Sam para que nadie nos pille.
En cuanto los brazos de Jared nos sueltan, me separo de Sam, recuperando la compostura que no debería haber perdido. Me aliso el vestido y miro a mí salvador con una enorme sonrisa que él me devuelve con sus ojos azules llenos de amor y cariño.
A primera vista Jared parece un chico bastante intransigente, tan alto y delgado que parece un fideo, desgarbado, pero con el cuerpo definido, de piel extremadamente pálida en conjunto con su cabello rubio platino, al punto que casi parece gris, obviamente teñido. Siempre parece serio, pero en realidad es un trozo de pan, cariñoso, altruista y el mejor amigo del mundo. Su rostro es como el de un ángel, muy masculino, pero hasta cada lunar tiene una simetría armoniosa, acompañado con unos grandes y redondos ojos azules en los que parece que puedes reflejarte.
Sam mira a Jared de reojo y carraspea un poco cuando
Antes de que sea consciente de lo que está ocurriendo estoy contra la pared, y Sam me levanta los brazos por encima de la cabeza, aprisionándome con las caderas. Ni siquiera sé lo que está sucediendo cuando mi cuerpo y mis instintos toman el control, permitiendo que una de sus manos me alce por el trasero y así poder rodearle la cintura con las piernas.Nuestras miradas al fin se encuentran tras del asalto a mano armada que ha provocado en tan sólo dos segundos, y que estoy permitiendo.Le suplico con la mirada que no se detenga ahora que estoy perdida y no puedo ni tan siquiera pensar en decirle que no mientras me humedezco los labios y los entreabro por la anticipación. Estoy a punto de gritarle que lo haga, cuando al fin sus labios se estampan contra los míos con fiereza y mi boca se convierte en un auténtico campo de batalla, en el que nuestras lenguas pelean por el control, sabiendo que tengo las de pe
Mi corazón está henchido de felicidad, como si tuviera memoria. Recuerdo que se la ponía a todas horas y todos los días, también que solía bailarla desnuda por la habitación y él se tapaba la cara como si le diera vergüenza mirarme, pero en realidad siempre tenía los dedos abiertos para observarme.Son como tatuajes en mi mente: algo que me gusta llevar a todas partes y no se borran.—Te gustaba bailarla desnuda —reflexiona en alto. Su mirada se desvía de la mía y sonríe con nostalgia.Ver esa innovadora y tierna emoción en su rostro es como un chute de adrenalina adicional, dando rienda suelta a mí mente y a todo lo que quiero hacer; quiero que esta noche no termine nunca. Y empezaré mi tratamiento de recuperación con la mayor locura que cometeré en mi vida.Le cojo de la mandíbula con ambas manos y lo obligo a mi
Cuando vuelvo a abrir los ojos Sam está aparcando en un hueco bastante pequeño para un Lexus de este calibre, pero no tengo ni idea como consigue encajarlo a la perfección; ni siquiera ha pestañeado al hacerlo.Salimos del coche y las luces luminosas provocan que entrecierre los ojos y gruña por la intensidad. Por suerte sólo tenemos que cruzar la calle para llegar a donde narices me ha traído. Mientras cruzamos distingo un cartel negro con las letras luminosas en azul en el cual pone SmartBar, y sólo por la cola difiero a que debe ser un sitio solicitado. Sin embargo, reconozco el auditorio Metro, al que suelo venir con frecuencia.Todavía sigo un poco adormilada, pero Sam me coge de la mano con más fuerza y sin tan siquiera inmutarse pasa por delante de todo el cordón de gente que hay frente a nosotros. No es la primera vez que lo hace, ni la segunda, pero se me es extraño que una vez
Camino los pocos centímetros que nos separan y me pongo de cuclillas a su lado. Su cara está ladeada en mi dirección y sus labios ligeramente entreabiertos mientras dormita como un mandril. No dejo de pensar que es un delito despertarlo, pero peor será cuando empiece a vomitar todo el whisky y tequila que ha ingerido.Me acerco a su cara y le doy una leve palmada en la mejilla.—Sam, despierta —murmuro. Sus facciones no se alteran y sigue durmiendo, así que decido ir con una bofetada en toda regla, sonora y estrepitosa—. Sam, venga, joder, despiértate.Esta vez parece surtir el efecto deseado y sus ojos se abren de golpe, mirándome desorientados y desenfocados, como si no supiera donde está ni con quien.Suspiro aliviada cuando se lleva la mano al verdugón rojo y cierra los ojos por unos segundos.—Mierda, Becca déjame dormir —farfulla dejándo
Mis ojos se abren lentamente ante la claridad que entra a raudales por alguna zona de la habitación. Lo primero que veo es un techo de ladrillo que no es el de mi habitación, ni tan siquiera sé dónde estoy donde me encuentro.Un brazo me envuelve por detrás de la espalda para después darme cuenta de que mi cabeza no está sobre una almohada sino en una superficie firme y que respira, respira muy fuerte. Al instante, ladeo la cabeza en su dirección y casi me caigo de la cama al ver a Sam a mí lado, plácidamente dormido con la cabeza ladeada hacia el lado contrario con expresión jovial y adorable.Acabo de rodillas sobre la cama, provocando que mis bruscos movimientos hagan que unos punzantes pinchazos me atraviesen las sienes.Dios, no recordaba lo que era tener resaca. Me masajeo las sienes y hago una mueca de dolor cuando la cabeza comienza a palpitarme. Mierda, pero qué narices
Las puertas del ascensor se abren voy hacia mi apartamento con toda la seguridad en mí misma que he conseguido recaudar en estos cinco minutos.Si Tyler está aquí, quiero ser la primera en verlo. Nunca había estado más nerviosa por tener que entrar en mi propia habitación. La puerta está cerrada y mi mano se queda inerte cuando un sudor frío me recorre la espalda y el corazón parece querer salírseme del pecho.Me cuadro de hombros y decido abrir la puerta de un solo tirón. Me quedo inerte al lado de la puerta, observando a mí chico dulce y tranquilo con la cabeza gacha mientras le da vueltas a la botella de vodka que tiene entre las piernas.Joder, está fatal, parece decaído, más que eso, destila ira por cada gramo de alcohol que debe seguir en su organismo. Mierda, la cosa debe estar realmente mal si ha recurrido a la bebida para lidiar con lo que he hecho.
Lo primero que ven mis ojos es el brazo de Tyler en el aire. Al instante contemplo los ojos verdes esmeralda de Scott, el novio de Nora, que está a su lado con tal expresión de enfado que me da miedo lo que pueda decir. Tyler se da la vuelta hacia Scott y al fin suelta mi brazo, provocando que haga una mueca de dolor.Scott lo fulmina con la mirada y su postura es tan intimidante que hasta yo me asusto.—No le vas a poner un dedo encima —pronuncia con neutralidad.—¿Y tú qué coño tienes que meterte, niñato de mierda? —masculla Tyler con altanería.Scott sólo tiene dieciséis años, pero le saca casi una cabeza y tiene un porte intimidante. Es como tener una versión a escala real de Hardin Scott.Suelta el brazo de Tyler y profiere un gruñido capaz de asustar hasta el mismísimo diablo. Por suerte, Nora se mete entre los dos y fulmi
Me despierto cuando la primera gota de agua cae sobre mi vientre, provocando que un escalofrío me recorra el cuerpo ante la sensación. Me incorporo en los codos y miro con un ojo abierto para darme cuenta de que la mayoría ya se han ido, sólo quedan los últimos playeros, que comienzan a recoger.Intento levantarme, pero acabo de rodillas ante el intenso temblor de mis músculos por el duro ejercicio físico al que los he sometido, consiguiendo que los cuádriceps me ardan como si les pasara un mechero por encima.El cielo está gris y nublado como si de un día de febrero se tratase, la brisa se ha convertido en un viento caliente que levanta la arena y me impide levantarme. Me sacudo la arena del pelo y la ropa y me aprieto la coleta para poder emprender mi camino.Camino a paso rápido, pero a medida que pasan los minutos la lluvia se hace más intensa y me empapa de arriba abajo. No