Camino los pocos centímetros que nos separan y me pongo de cuclillas a su lado. Su cara está ladeada en mi dirección y sus labios ligeramente entreabiertos mientras dormita como un mandril. No dejo de pensar que es un delito despertarlo, pero peor será cuando empiece a vomitar todo el whisky y tequila que ha ingerido.
Me acerco a su cara y le doy una leve palmada en la mejilla.
—Sam, despierta —murmuro. Sus facciones no se alteran y sigue durmiendo, así que decido ir con una bofetada en toda regla, sonora y estrepitosa—. Sam, venga, joder, despiértate.
Esta vez parece surtir el efecto deseado y sus ojos se abren de golpe, mirándome desorientados y desenfocados, como si no supiera donde está ni con quien.
Suspiro aliviada cuando se lleva la mano al verdugón rojo y cierra los ojos por unos segundos.
—Mierda, Becca déjame dormir —farfulla dejándo
Mis ojos se abren lentamente ante la claridad que entra a raudales por alguna zona de la habitación. Lo primero que veo es un techo de ladrillo que no es el de mi habitación, ni tan siquiera sé dónde estoy donde me encuentro.Un brazo me envuelve por detrás de la espalda para después darme cuenta de que mi cabeza no está sobre una almohada sino en una superficie firme y que respira, respira muy fuerte. Al instante, ladeo la cabeza en su dirección y casi me caigo de la cama al ver a Sam a mí lado, plácidamente dormido con la cabeza ladeada hacia el lado contrario con expresión jovial y adorable.Acabo de rodillas sobre la cama, provocando que mis bruscos movimientos hagan que unos punzantes pinchazos me atraviesen las sienes.Dios, no recordaba lo que era tener resaca. Me masajeo las sienes y hago una mueca de dolor cuando la cabeza comienza a palpitarme. Mierda, pero qué narices
Las puertas del ascensor se abren voy hacia mi apartamento con toda la seguridad en mí misma que he conseguido recaudar en estos cinco minutos.Si Tyler está aquí, quiero ser la primera en verlo. Nunca había estado más nerviosa por tener que entrar en mi propia habitación. La puerta está cerrada y mi mano se queda inerte cuando un sudor frío me recorre la espalda y el corazón parece querer salírseme del pecho.Me cuadro de hombros y decido abrir la puerta de un solo tirón. Me quedo inerte al lado de la puerta, observando a mí chico dulce y tranquilo con la cabeza gacha mientras le da vueltas a la botella de vodka que tiene entre las piernas.Joder, está fatal, parece decaído, más que eso, destila ira por cada gramo de alcohol que debe seguir en su organismo. Mierda, la cosa debe estar realmente mal si ha recurrido a la bebida para lidiar con lo que he hecho.
Lo primero que ven mis ojos es el brazo de Tyler en el aire. Al instante contemplo los ojos verdes esmeralda de Scott, el novio de Nora, que está a su lado con tal expresión de enfado que me da miedo lo que pueda decir. Tyler se da la vuelta hacia Scott y al fin suelta mi brazo, provocando que haga una mueca de dolor.Scott lo fulmina con la mirada y su postura es tan intimidante que hasta yo me asusto.—No le vas a poner un dedo encima —pronuncia con neutralidad.—¿Y tú qué coño tienes que meterte, niñato de mierda? —masculla Tyler con altanería.Scott sólo tiene dieciséis años, pero le saca casi una cabeza y tiene un porte intimidante. Es como tener una versión a escala real de Hardin Scott.Suelta el brazo de Tyler y profiere un gruñido capaz de asustar hasta el mismísimo diablo. Por suerte, Nora se mete entre los dos y fulmi
Me despierto cuando la primera gota de agua cae sobre mi vientre, provocando que un escalofrío me recorra el cuerpo ante la sensación. Me incorporo en los codos y miro con un ojo abierto para darme cuenta de que la mayoría ya se han ido, sólo quedan los últimos playeros, que comienzan a recoger.Intento levantarme, pero acabo de rodillas ante el intenso temblor de mis músculos por el duro ejercicio físico al que los he sometido, consiguiendo que los cuádriceps me ardan como si les pasara un mechero por encima.El cielo está gris y nublado como si de un día de febrero se tratase, la brisa se ha convertido en un viento caliente que levanta la arena y me impide levantarme. Me sacudo la arena del pelo y la ropa y me aprieto la coleta para poder emprender mi camino.Camino a paso rápido, pero a medida que pasan los minutos la lluvia se hace más intensa y me empapa de arriba abajo. No
No hay atisbo de duda en su expresión, que le da igual Tyler. En el fondo también lo estoy pasando por alto, y me da lo mismo lo que pueda pensar.Después de lo que me ha hecho, ha perdido cualquier tipo de respeto por mi parte. Por muy borracho que estuviera, que me pegase no fue normal y no podré perdonárselo, no del todo.Recordarlo consigue que el golpe vuelva a escocerme, aunque sólo sea en mi imaginación. Sé que debería contárselo a Sam y dejar que le diera una paliza, pero una pequeña parte de mí se siente en deuda con él, y le debo el favor de mantenerlo en secreto. No me importan las consecuencias, porque todas las personas que me importan saben lo que voy a hacer, saben que todavía lo quiero y ninguna de ellas me ha tirado piedras por ello.Sonrío levemente y me pongo de puntillas para alcanzar sus labios. Nuestras respiraciones se funden, provocand
Me cuesta digerir toda lo que acaba de contarme, aunque adoro la profundidad en como las palabras en samoano le dan un toque mágico al sentido del tatuaje, pero lo que me hiela la sangre es la frialdad en su voz. Sus rasgos no se han alterado ni un milímetro.Eso no resta que me sienta como una basura al enterarme de lo que tuvo que pasar. Tanto él como yo buscamos alivio en el dolor físico, porque el mental era insoportable; yo casi me mato y él se torturó con algo que a la vista es hermoso, pero que oculta algo profundo.En sus ojos puedo ver que significa es mucho más que una metáfora, es una promesa a sí mismo de proteger su corazón con uñas y dientes hasta que encuentre a la mujer indicada. Y desearía poder ser esa mujer que encandile su corazón de nuevo, pero también fui quien lo endureció y pretender ser su dueña es lo más despreciable y ruin qu
Cuando me despierto Sam sigue durmiendo igual de apacible que todas las veces que lo he visto dormir. Aun cuando duerme me sigue agarrando con fuerza, como si no quisiera que me fuera.Una pequeña sonrisa se escapa de mis labios y le aparto con cuidado el pelo apelmazado de la frente. Cuando lo miro, no puedo evitar pensar que parece mucho más joven sin ese constante ceño fruncido y su expresión de total relajación. Recorro con el dedo el contorno de sus cejas, sus ojos, su nariz, sus carnosos y juguetones labios, esos mismos que me han recorrido el cuerpo millares de veces y por los cuales cuando habla, me hacen querer ser mejor persona.—Te quiero* —susurro—. Nunca he dejado de hacerlo.Se estremece bajo mi contacto y me agarra más fuerte, hasta el punto de que compartimos el mismo oxígeno. Incluso dormido mi voz parece capaz de perturbar su sueño, y lo último que deseo e
Sam no me contradice, no baja la mirada ni se incómoda, sólo muestra una hundida indiferencia, como si no pudiera sentir nada más allá de eso. Creo que comienzo a comprender lo que es echar en falta las puras e inocentes facultades de una persona una vez que las has perdido.Su mirada se han enfriado varias tonalidades, de un gélido ámbar y su cuerpo permanece rígido y firme. Esta vez no me impide que llore, sabiendo que lo único que necesito es expulsar todo lo que enturbia mis sentidos.Durante los próximos cinco minutos lloro frente a Sam. Tampoco intenta consolarme, sólo me mira hasta que se me pasa. Nunca en mi vida había echado más en falta unos brazos en lo que poder sentir consuelo.Cuando mis sollozos se extinguen por completo, decide tomar las riendas de la conversación. Permanece quieto frente a mí, con la mirada clavada en mi rostro, indiferente, pero pr