— Igualmente buscaremos alguna respuesta, no quiero que te quedes por obligación — Volvió a insistir Corina mientras alistaba la bolsa nueva para la b****a.
— Gracias por ser tan linda conmigo, te invito a cenar — propuso Gregory con una sonrisa, cautivándola cada vez más.
— Claro que si Gerónimo, pero yo la cocinaré — Manifestó encogiendo los hombros, mientras veía como se estaba ocultando el sol.
— ¡No! ¡No! ¿Cómo se te ocurre? Si te estoy invitando — Negó con su cabeza, metiendo las últimas latas a la bolsa de b****a.
— Por aquí casi no hay restaurantes, deja que sea así por favor y cuando recuerdes tú mismo me cocinas ¿qué dices? — Afirmó mirándolo a sus bellos ojos, mientras cerraba la bolsa de b****a.
— Está bien, solo porque tienes una excusa válida — Comentó riendo ambos, para dirigirse hacia su pequeño pero acogedor hogar.
Gregory se fue a bañar, dándose una fría, pero refrescante ducha, pidiéndole a Dios que le ayudará a recordar al menos su nombre original porque no creía que Gerónimo, fuera su nombre por palpitaciones del corazón llamaba. Por otra parte, Corina se había colocado su delantal mientras mandaba a su pequeño hijo a realizar las tareas. Estaba feliz e ilusionada, tal vez Dios le había enviado un ángel de esta forma por haber soportado tantos años de sufrimiento, tristeza y golpes. Se concentró en cocinar, había decidido hacer plátanos fritos, arroz con coco y un filete riquísimo en salsa de champiñón; la cocina olía exquisitamente porque uno de sus talentos era la gastronomía.
Gregory bajó después de colocarse una pantaloneta y un esqueleto que le había pasado Corina, según ella era de su hermano, pero bueno él prefirió no cuestionar; porque tenía dudas del padre del pequeño. Bajo hacia la cocina, se dejó llevar por el exquisito olor y ver a Corina cocinando con este sensual delantal despertó instintos escondidos en él. Se acercó, mirándola fijamente mientras ella le brindaba una sonrisa.
— Pronto estará la cena, siéntate en el comedor con Emilio — Manifestó donde Gregory asintió llamando a grito entero al pequeño, para que bajara.
Corina pronto se acercó a la mesa con un agradable plato para cada uno, acompañando con borojó, un jugo único de su región. Se sentó al lado de ellos después de haber cerrado el gas, para que juntos compartieron en familia. Se encontraban comiendo en silencio, mientras cada uno observaba a los demás hasta que Emilio terminó con el silencio con una pregunta sorpresiva.
— Madre, ¿él será mi nuevo padre? — Interrogó inocentemente, se le hacía extraña su presencia en la casa debido a que ningún hombre se quedaba después del abandono de su padre biológico, ocasionando que Gregory y Corina se atoraran.
— No hijo, él solo viene a acompañarnos un tiempo — Manifestó sonrojada por la proposición de su hijo, internamente sería una buena idea para ella.
— No sé ni quien soy, perdóname Emilio — Confesó brindándole una sonrisa sincera mientras encogía sus hombros.
Siguieron en silencio, Emilio fue el primero que acabó dirigiéndose a la cocina para después ir a terminar sus tareas. Por otro lado, Corina acompañó a Gregory a su habitación para despedirse e irse a dormir.
— Espero que tengas buena noche — Susurro dándole un beso en la mejilla, cerca de sus labios sintiendo la tentación.
— Descansa, Corina — Dijo Gregory con su corazón agitado, porque su sola presencia lo hacía sentir bien. Sin embargo, tenía miedo porque no sabía realmente que había dejado atrás con su accidente.
Al siguiente día, Gregory se quedó con Emilio compartiendo en casa y aprendiendo las multiplicaciones mientras que Corina se había ido a trabajar en su tienda de ropas; allí estuvo un buen tiempo donde le fue bien hasta que llegó la hora del almuerzo; ella lo había dejado preparado en su casa antes de salir. Así que, aprovecho para coger ropa masculina de su propia tienda llevándole la adecuada a Gregory; sentía que un cambio le haría bien a su nuevo inquilino, además le gustaba llamarnos Gerónimo, como se llamaba su padre que en paz descanse.
Cuando llegó a la casa, sintió silencio total dándose cuenta de que su pequeño Emilio se encontraba durmiendo en la hamaca del jardín. Así que, entró subiendo hacia la habitación de Gregory para dejar la bolsa con la ropa dándole una sorpresa. Sintió el sonido de la bañera, causando intriga en ella además que la puerta se encontraba medio abierta; se acercó con precaución cogiéndose de ella para abrirla lentamente y viendo la silueta de Gregory reflejada en el vidrio totalmente desnudo; mientras se masajeaba la cara. Eso ocasionó que terminara de reflejar el deseo sexual que tenía ella por él; deseándolo cada vez más además ¿quién no lo haría? Si Gregory, tenía un muy buen cuerpo, con sus pectorales, su buen abdomen y esos muslos que hacían desear a toda mujer, Corina había quedado encantada con él.
Por otro lado, Elizabeth se encontraba desesperada en el ático sin saber de su pequeña Gabriela y como había sido tan ingenua de haberle creído a Adriano después de los miles advertencias que le había dado su marido fallecido sobre él. Sentía que había decepcionado a su alma, colocándolas en peligro. Salió de sus pensamientos, cuando sintió que abrieron la puerta dándose cuenta de que se trataba de Adriano con algo en las manos, además su sonrisa triunfadora y llena de soberbia.
— He traído un pequeño regalo para ti — Manifestó con orgullo, entregándolas a Elizabeth quien dudaba su recibirlas o no —, Es algo que te conviene.
— Está bien — Dijo cogiéndolas con fastidio, las esparció en el suelo mientras sentía como sus lágrimas caían y colocó su mano en su boca ahogando un pequeño grito.
— Querías ver a tu pequeña, ahí está — Comentó colocando sus manos entrelazadas en la espalda, viendo su reacción.
— Mi pequeña Gabriela, ¿dónde la tienes? — preguntó con su corazón arrugado, era una niña inocente que no debía estar en medio de esta guerra —, Déjala libre y haz conmigo lo que desees.
— Eso haré, pero apenas tú firmes el contrato que traigo por este lado — Sentenció con una sonrisa triunfante, viendo como Elizabeth lo recibe —, Eso me gusta, que seas una buena chica.
— Eres de lo peor, definitivamente — Susurro Elizabeth viéndolo con sus ojos rojos del dolor que sentía —, Gabriela debe quedar libre de todo esto ¿Oíste?
— Claro como tú digas, solo firma — Afirmó dándole un bolígrafo a Elizabeth, quien abrió la carpeta con las hojas dándose cuenta de que se trataba de darle todo poder sobre la mafia, dejando en el olvido todo el sacrificio que su bello marido había hecho por ella en las peores manos —, ¡Firma, carajo!
— Está bien, solamente libera a mi hija — Dijo mirándolo a los ojos, mientras temblaba con su mano firmando la primera hoja.
— ¡Carmen! Lleva a la pequeña Gabriela a la habitación que te solicite — Grito hacia la puerta, Elizabeth escuchó cómo respondía afirmativamente la empleada de servicios. Así que, lo miro por última vez para terminar de firmar las tres hojas restantes, cerrar la carpeta y entregárselo de mala gana a su secuestrador.
— ¡Gloria! Ven por Elizabeth — Ordenó mirándola fijamente, amaba ver como sus ojos reflejaban odio y deseos de venganza mientras Gloria le soltaba las cadenas dejándola solo con el lazo para subirla, llevándola a una nueva habitación.
Elizabeth solo quería ver a su pequeña Gabriela por quien daría la vida si era necesario; llegaron a una habitación donde la puerta era blanca, al entrar visualizar las paredes en su color pastel, tenía una cama doble grande, un tocador, el armario y al fondo otra puerta suponiendo que era el baño. Pero lo más llamativo, que ocasionó que se soltara rápidamente y a la fuerza de Gloria así sus manos siguieran atadas era ver a su pequeña Gabriela, jugando con unas muñecas cerca a la mesa de noche.
— Mi pequeña niña — Susurro llamando su atención, quién soltó las muñecas para abrazarla con fuerza; mientras Gloria se acercaba para terminar de desatarla.
Adriano salió triunfante del ático con los papeles en la mano, llamó a su abogado para poder realizar todos los transmites. Iba a ser el nuevo líder de la mafia, se había cumplido su nuevo sueño así que se dirigió a su habitación porque debía alistarse, había organizado una fiesta especial invitando a todo el mundo, hasta a su propia familia porque era hora de que todos supieran su nuevo cargo, lo respetaran como el líder de la mafia italiana.
— Pongan todos estos vestidos, allí — ordenó una de las mujeres que trabajan para Adriano mientras varios trabajadores entraban cargando cuántos vestidos extravagantes y un tanto exagerados.Elizabeth miró y luego volvió a prestarle su atención a lo más importante para ella "su hija"— llévense a la niña— Pidió la misma mujer con un tono autoritario, y Elizabeth tras escucharla se puso de pie tomando a Gabriela en brazos.— Adriano y yo hicimos un trato— Gritó un poco alterada y asustada; ya que teme a que le aparten una vez más del lado de su pequeña.— El señor ha or
Elizabeth no logró dormir en toda la noche, mientras sentía las manos asquerosas de Adriano alrededor de ella después de hacerla suya una y mil veces más. Se habían acabado las lágrimas, no salían más y definitivamente sabía que iba a vengarse de él, porque no era justo para ella que se volviera a repetir lo que había sucedido con Edward. Vio cómo se colocó de pie, dirigiéndose a la ducha mientras ella se encontraba aferrada a la almohada, no supo cuánto tiempo había pasado hasta que sintió la voz de Adriano a su lado.— ¿Qué haces ahí acostada todavía? Sirve para algo, ve a ayudar a la cocina o algo — Dijo con menosprecio, viéndola de arriba hacia abajo amando haber saboreado ese delicioso cuerpo; aunque tení
— Murió, el mismo día en que falleció su hijo — Respondió con frialdad sin querer mostrarle a su suegro esa parte de ella que causa escalofríos, pero ya su alma está totalmente perdida y por más que trate la oscuridad que habita en ella, no se irá.Pedro, el padre de Gregory bajo la cabeza con tristeza al ver que esa joven tan pura que una vez lo hizo reconocer lo tan equivocado que estaba al querer convertir a sus hijos en seres despiadados y hoy es ella quien ha elegido ese camino por sí sola. Elizabeth palmeó con rudeza la mesa redonda en donde había unos papeles y armas de fuego — escuchen bien italianos estúpidos, porque solo le diré mis reglas hoy y cualquiera que las rompa, verá morir hasta a sus mascotas; con eso quiero decir que mataré a todos en su familia sin importar
Aunque Adriano estaba bajo su mando, igualmente no se sentía totalmente satisfecha porque sentía que algo le faltaba, sabía exactamente que era… su querido Gregory, porque ningún hombre la hacía sentir sexualmente y cariñosamente como su líder; quien no pudo ni siquiera enterrar porque su cuerpo no había aparecido. Así que, intento sacarlo de su corazón, aunque sabía que iba a ser imposible hacerlo; se concentró en ser la reina de la mafia italiana organizando, observando y planeando nuevas rutas, negocios para ir progresando cada día más en compañía de sus esclavos, llamados socios porque nadie podía enfrentarse a ella.Era chistoso ver cómo era un dolor de cabeza para la policía italiana; pero no solo para ellos sino también para la mafia rusa y
Cuando su suegra la vio no sabía cómo reaccionar si saludarla como a la reina de la mafia o como a su nuera querida. Porque esa mujer que tiene delante puede que se parezca a la Elizabeth que conoce, pero en sus ojos ve a otra muy distinta.— Sé que Adriano es un malnacido que debió morir dentro del vientre de su madre, pero no debió de ser la razón para que te convirtiera en este ser tan oscuro. Ni Gregory cuando se autonombró el dragón cargaba tanta oscuridad como la que hoy veo en ti— Reprochó su suegro negando con la cabeza mientras por sus mejillas se deslizan varias lágrimas que demuestran el dolor que está sintiendo.— La vida siempre me ha dado golpe tras golpe y he luchado por no convertirme en esto, pero todo es hasta
Gregory no podía dejar de pensar en aquella mujer y la niña; al verla sintió su reflejo en su mirada como si fuera de su propia sangre <<¿me estaré volviendo loco?>> se cuestionaba una y otra vez. Corina por su lado, intentaba sacar de su mente el recuerdo de aquella desconocida diciendo papá, porque temía que toda su felicidad se derrumba de un momento a otro quedando sola con su hijo; ella no había hecho nada malo solo querer a un hombre con amnesia.Gregory inicia a soñar cada noche con el rostro de Elizabeth; sintiendo que eran como recuerdos que iban volviendo cada día. Definitivamente, tenía mucha necesidad de ir a verla; saber quién era y porque se les hacía tan familiar las dos mujeres, aunque al mismo tiempo tenía la encrucijada en su corazón porque no podí
La copa de vino que aún tenía en su mano fue a parar directo al piso << los Bianchi resultaron ser todos unos hipócritas >> pensó furiosa con deseos de gritar, pero debía mantenerse en silencio para que Marcos no supiera que le había mentido.— Quiero que continúes observando todo, así sea el mínimo movimiento que haga la familia Bianchi; quiero que me informe seguido— Ordenó a su empleado quien asintió con la cabeza y luego de que ella movió su mano indicando que se retire, se fue a continuar con su trabajo.— Me vas a conocer dragón — Sentencia furiosa hablando consigo misma.Subió al segundo nivel de la mansión, fue
Vieron como Elizabeth se dirigía hacia su vehículo, siendo recibida por una mano misteriosa causando intriga en Gregory << ¿quién la estaba acompañando?>> pensó una y otra vez entrando nuevamente a su casa. Mientras que, Elizabeth agradeció a su empleado de confianza por hacer el papel de Marcos, porque evidentemente él no se prestaría para esto. Dante se acerca a Gregory cogiéndolo del hombro para que juntos vayan al jardín, se sorprende de verlo vivo, pero especialmente de la reacción de Elizabeth; todos esperaban algo distinto.— No entiendo por qué Elizabeth reacciono así, si ella sufría con tu supuesta muerte — Manifestó sentándose en la banca, para observar el paisaje —, No creo que se haya enamorado de Adriano, definitivamente no.