JHOS:Espere que ella llegara, la verdad estaba muy nervioso, la bromita de mi madre me había mantenido alejado de ella todos estos días, pero pensando lo bien, fue lo mejor que puso pasarnos, a la hora de la verdad, iba a odiarla por creerme esa traición.Era un hombre en todos los sentidos, así que debí hablar con Nicholas, principalmente por la niña, así que marcó su número, enseguida contesta.—Maxdoll—Nicholas, es Joss Longaset—¿Qué quieres?Su tono era tranquilo y confiado, pero algo me decía que estaba fingiendo él sabía que pase la noche con ella por eso envío aquellas flores.—Quiero hablar contigo ambos somos adultos así que iré directo al grano, Mónica vivirá conmigo en Alemania—Miento—cuidare de tu hija, si quieres podemos empezar un proceso legal, pero no permitiré que estén lejos de mí, entiendo que tu eres su padre, pero yo también lo soy.—No puedes quitarme a mi esposa, ni a mi hija, te de mandare, moveré el maldito infierno si es preciso, pero no vas a salirte con
Jhoss—Doctora, por favor, necesito saber cómo está Mónica. Estoy desesperado por saber qué está pasando— estaba desesperado.—Jhoss, entiendo tu preocupación, pero la situación de Mónica es bastante grave. Ha sufrido complicaciones debido a la infección y su estado es crítico, la bebe esta totalmente sana.Senti toda mi existencia tambalear, —¿Qué tipo de complicaciones? ¿Por qué su estado es crítico?—¿Que estaba ocurriendo?—No pudimos traer a la bebe por parto normal y eso causo una infección la cual se ha propagado rápidamente y ha afectado varios órganos importantes. Sus pulmones están gravemente comprometidos y está luchando contra una septicemia. Además, su presión arterial ha disminuido peligrosamente.—¡Dios mío! ¿Hay algo que puedan hacer para ayudarla? Digame lo que tengo que hacer y lo haré.Nicolás estaba pegado a la pared con las manos en la cara intentando apasiguar el llanto.Mire nuevamente a la doctora esperando mas información —Estamos haciendo todo lo posible, pe
Regresé a la sala de espera con una mezcla de emociones en mi pecho. Sentía el peso de la responsabilidad y al mismo tiempo una chispa de esperanza. La bebé, esa pequeña vida inocente, no tenía la culpa del caos que nos rodeaba, y yo haría lo que fuera necesario para protegerla.Mi madre se levantó al verme llegar. Su rostro estaba marcado por la preocupación, pero también me ofrecía ese consuelo inquebrantable que solo una madre puede dar. Me tomó del brazo y me llevó a un rincón más privado.—¿Qué dijo la doctora, hijo? —me preguntó con voz temblorosa.La miré fijamente, buscando las palabras adecuadas.—Mamá, Mónica quiere que la bebé lleve mi apellido, no el de Nicolás. Ella sabe que él... —hice una pausa, tragando el nudo que se formaba en mi garganta—. Ella sabe que él no es el hombre indicado para cuidar de la niña.Mi madre asintió lentamente, como si ya lo hubiera sabido desde el principio.—Esa niña merece un hogar lleno de amor, Jhoss. Si Mónica confía en ti, entonces nosot
Las horas se hicieron eternas, pero finalmente todo estaba listo. Después de varios días de trámites, conversaciones legales y noches en vela, el abogado del hospital me informó que la bebé oficialmente llevaba mi apellido: Josselyn Longaset. Mi corazón latía con fuerza al escuchar ese nombre. Era como si, de alguna manera, ella siempre hubiera sido parte de mí, incluso antes de que todo esto ocurriera.La enfermera la trajo envuelta en una manta blanca, tan pequeña, tan frágil. Sus ojos apenas se abrían, pero su boquita parecía esbozar una sonrisa mientras la sostenía por primera vez. Una paz inexplicable llenó mi ser, y por un momento olvidé todo el caos que nos rodeaba.—Hola, pequeña Josselyn —susurré, mi voz temblando de emoción—. Prometo protegerte, siempre.Sentí que el mundo entero se detenía mientras la mecía en mis brazos. Pero, como si el destino decidiera que no merecía ese momento de tranquilidad, la puerta de la sala se abrió de golpe.Ahí estaba él: Nicolás, acompañado
NicolásMe dejaron en una sala pequeña después de la pelea, con dos guardias de seguridad apostados en la puerta, como si fuera un criminal. La sangre de mi labio partido goteaba sobre mi camisa, pero no me importaba. Mi mente era un torbellino de rabia y frustración. Jhoss... ese maldito se había llevado todo de mí, y ahora también quería a mi hija.Una enfermera entró con una bandeja de primeros auxilios, su rostro amable pero tenso.—Señor, déjeme limpiarle las heridas —dijo con voz baja.No contesté, simplemente incliné la cabeza, dejándola hacer su trabajo. Mientras pasaba una gasa húmeda por mi rostro, el ardor me hizo apretar los dientes.—Esto no va a resolver nada, ¿sabe? —murmuró de repente.La miré con el ceño fruncido.—¿De qué habla?—De la pelea, del caos. Mónica está en una condición muy delicada, y esto no le hace ningún bien a nadie. Ni a usted ni a su hija.Su mención de Mónica fue como un golpe en el pecho.—¿Cómo está? —pregunté, mi voz más suave de lo que esperaba
JhossSostuve a Josselyn en mis brazos mientras salíamos del hospital. Aunque era pequeña, su presencia parecía llenar cada espacio de mi ser. Después de tantos días de caos, al fin podía respirar con un poco de calma. Ella era perfecta: sus mejillas rosadas, sus pequeños dedos agarrando con fuerza mi dedo índice.Había ganado la batalla legal, al menos por ahora. La bebé era oficialmente Josselyn Longaset, y yo su representante legal. A pesar de la oposición feroz de Nicolás, había logrado darle a esta pequeña mi apellido y asegurar su lugar conmigo.Caminé hacia el coche que nos esperaba. Mi madre, estaba junto a la puerta trasera, ansiosa por ver a su nieta.—¿Puedo cargarla? —preguntó, su rostro lleno de emoción contenida.Asentí con una sonrisa y con cuidado le pasé a la bebé. Mi madre la recibió como si sostuviera el tesoro más grande del mundo.—¡Oh, Dios mío, es tan hermosa! —exclamó, sus ojos brillando de alegría—. Mira esas mejillas, Jhoss. Es igualita a Mónica.Tragué saliv
JhossEl reloj en la pared parecía avanzar a un ritmo interminable, cada tictac resonando en mi cabeza como si me estuviera clavando agujas. Habían pasado horas, tal vez días, desde que Mónica había sido ingresada en la clínica, pero su estado seguía siendo crítico. Y yo, aquí, sentado en una sala fría, me sentía incapaz de hacer nada. Solo esperaba, con la respiración entrecortada y el corazón pesado, algún tipo de mejora, algún tipo de milagro.La puerta se abrió de repente, y la doctora que había estado atendiendo a Mónica entró con una mirada seria.—Jhoss, puedes pasar —dijo con una voz suave pero firme, como si tratara de calmarme antes de lo que podía estar por venir.Me levanté de inmediato, mis piernas temblando mientras caminaba hacia ella. Sabía que este momento podría ser crucial, y todo lo que quería era estar junto a Mónica. La doctora me indicó que me acercara al cubículo donde la tenían.El aroma a antiseptico me envolvía mientras caminaba entre las máquinas, los cable
JhossLa mañana había llegado con una calma inquietante, pero para mí, el reloj parecía haber detenido su marcha. Mi cuerpo seguía agotado, arrastrado por la pesadez del dolor y la confusión que habían marcado las últimas horas. No había logrado dormir, mis pensamientos estaban tan desordenados que ni siquiera podía cerrar los ojos por más de unos minutos. La imagen de Mónica, conectada a máquinas, luchando por su vida, no se borraba de mi mente. Era una tortura que me carcomía desde dentro.Me había quedado en el hospital, no podía irme, ni por un segundo. Estaba allí, en la sala de espera, y mi hermana no se separaba de mi lado, aunque ambos sabíamos que la esperanza era cada vez más débil. Nos apoyábamos mutuamente en silencio, como si el dolor fuera un peso que debíamos llevar juntos. Cada tanto, miraba el reloj, como si al hacerlo pudiera cambiar la realidad. Pero nada cambiaba, y me sentía atrapado en una espiral de impotencia.La doctora apareció poco después del amanecer, su r