JhossLa mañana había llegado con una calma inquietante, pero para mí, el reloj parecía haber detenido su marcha. Mi cuerpo seguía agotado, arrastrado por la pesadez del dolor y la confusión que habían marcado las últimas horas. No había logrado dormir, mis pensamientos estaban tan desordenados que ni siquiera podía cerrar los ojos por más de unos minutos. La imagen de Mónica, conectada a máquinas, luchando por su vida, no se borraba de mi mente. Era una tortura que me carcomía desde dentro.Me había quedado en el hospital, no podía irme, ni por un segundo. Estaba allí, en la sala de espera, y mi hermana no se separaba de mi lado, aunque ambos sabíamos que la esperanza era cada vez más débil. Nos apoyábamos mutuamente en silencio, como si el dolor fuera un peso que debíamos llevar juntos. Cada tanto, miraba el reloj, como si al hacerlo pudiera cambiar la realidad. Pero nada cambiaba, y me sentía atrapado en una espiral de impotencia.La doctora apareció poco después del amanecer, su r
JhossEl día que Mónica finalmente despertó fue como si el mundo entero respirara conmigo. Todo el peso que llevaba en mi pecho se desvaneció en un instante cuando la vi abrir los ojos y mirarme. No podía contener las lágrimas mientras me inclinaba hacia ella, tomándole la mano con cuidado, como si fuera a romperse.—Estás aquí… —susurré con voz temblorosa—. Estás conmigo, Mónica.Ella me miró con una mezcla de cansancio y ternura. Sus labios se curvaron en una sonrisa débil, pero llena de significado.—Jhoss… —murmuró, apenas audible, pero suficiente para hacer que mi corazón saltara.—No hables —le dije rápidamente, temiendo que se agotara más de lo necesario—. Solo descansa, ¿de acuerdo? No voy a ir a ningún lado. Estoy aquí para ti, y lo estaré siempre.Los días que siguieron fueron una mezcla de emociones. Cada pequeño avance que Mónica hacía era una victoria, y me aferré a esos momentos como si fueran todo lo que necesitara para vivir. Me aseguré de estar con ella cada minuto qu
MónicaDespertar fue como volver a la vida después de un sueño interminable. Al abrir los ojos, sentí que mi cuerpo pesaba toneladas, pero ahí estaba él, Jhoss, sentado junto a mi cama, con lágrimas brillando en sus ojos. Su mirada lo decía todo: alivio, amor, desesperación por no perderme.—Estás aquí... —susurró, y su voz quebrada me llenó de emociones que no podía explicar.Quise hablar, pero mi garganta estaba seca, y lo único que pude hacer fue intentar sonreír. Él tomó mi mano y la apretó con fuerza, como si al soltarme pudiera perderme otra vez.Los días pasaron lentamente. Cada vez que despertaba, lo veía ahí, firme, cuidándome como nunca imaginé que alguien lo haría. Me daba de comer, me ayudaba a moverme, y cuando el cansancio lo vencía, se dormía en esa incómoda silla al lado de mi cama. Yo lo observaba en silencio, con el corazón lleno de gratitud y amor. Nunca pensé que alguien pudiera amarme así, con tanta entrega.Una tarde, mientras me ayudaba a caminar por los pasillo
MónicaDespertar fue como volver a la vida después de un sueño interminable. Al abrir los ojos, sentí que mi cuerpo pesaba toneladas, pero ahí estaba él, Jhoss, sentado junto a mi cama, con lágrimas brillando en sus ojos. Su mirada lo decía todo: alivio, amor, desesperación por no perderme.Lo vi sentado junto a mi cama, con la cabeza entre las manos, como si rezara o simplemente tratara de calmar la tormenta que parecía haberse apoderado de su vida. Cuando notó que lo observaba, levantó la cabeza de golpe. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su expresión, mezcla de alivio y desbordante amor, me dejó sin palabras.—Estás aquí... —susurró, y su voz quebrada me llenó de emociones que no podía explicar.Quise hablar, pero mi garganta estaba seca, y lo único que pude hacer fue intentar sonreír. Él tomó mi mano y la apretó con fuerza, como si al soltarme pudiera perderme otra vez.Los días pasaron lentamente. Cada vez que despertaba, lo veía ahí, firme, cuidándome como nunca imaginé que
MónicaEl día comenzó lleno de luz y alegría. Josselyn estaba radiante, con su pequeño vestido rosa y una sonrisa que iluminaba mi mundo. Jhoss y yo habíamos decidido llevarla al centro comercial por primera vez. Queríamos comprarle algunas cosas nuevas y disfrutar de un rato en familia. Todo parecía perfecto.Mientras caminábamos, mi corazón se llenaba de orgullo. Miraba a Jhoss empujando el cochecito con una ternura que no podía describir. Sentía que finalmente habíamos encontrado la paz que tanto habíamos buscado.—¿Qué te parece si pasamos por la juguetería primero? —preguntó Jhoss con una sonrisa.—Perfecto, aunque probablemente terminemos llevándonos más cosas de las que necesitamos —respondí riendo.Josselyn balbuceaba felizmente desde su cochecito, ajena al mundo pero irradiando una felicidad que era contagiosa. Sin embargo, esa tranquilidad duró poco.Lo vi antes de que se acercara. Nicolás. Estaba parado al final del pasillo, mirándonos con una mezcla de nerviosismo y anhelo
MónicaTodo comenzó a caer por su propio peso. Después de semanas viviendo con la madre de Jhoss, él decidió que era hora de volver a casa. Su madre, doña Emilia, se había encariñado tanto con Josselyn que la despedida no fue fácil. Para mí tampoco lo fue. A pesar de que el tiempo con ella había sido breve, su calidez y cariño habían logrado que me sintiera parte de una verdadera familia.Esa mañana, mientras empaquetaba las cosas de la niña, doña Emilia apareció en la habitación. Llevaba a Josselyn en brazos y la miraba como si intentara memorizar cada detalle de su rostro.—No puedo creer que ya se vayan —dijo con un suspiro, sentándose en la cama.—Tampoco yo, doña Emilia —respondí, dejando de doblar la ropa por un momento—. Gracias por todo. Ha sido increíble estar aquí con usted.—No me agradezcas, hija. El agradecimiento es mío. No sabes lo feliz que me has hecho permitiéndome estar cerca de mi nieta... —Su voz se quebró, y alzó la mirada hacia mí, con lágrimas en los ojos—. Por
MónicaEl día de mi boda llegó con un aire de emoción que llenaba cada rincón de mi ser. Había imaginado este momento desde que era niña, pero jamás pensé que sería tan especial como lo estaba viviendo ahora. Cada detalle había sido planeado con amor y cuidado. La decoración, los arreglos florales, el vestido... todo parecía salido de un sueño.Estaba en la habitación que me habían asignado para prepararme, frente al espejo, mientras la estilista daba los últimos toques a mi cabello. Mi vestido blanco colgaba en la pared, esperándome, y el brillo de mis ojos reflejaba la mezcla de nervios y felicidad que me invadía.De repente, la puerta se abrió y Nicolás apareció. Me miró fijamente, y su presencia me sorprendió, aunque no me desagradó.—Estás hermosa, Mónica —dijo con una sonrisa triste, avanzando unos pasos hacia mí.—Gracias, Nicolás. No esperaba verte aquí.Él extendió su mano, y en ella sostenía una pequeña caja de terciopelo azul. La abrió, revelando un hermoso collar con un br
MónicaEl cumpleaños número dos de nuestra pequeña Josselyn llegó más rápido de lo que esperaba. Parecía que había sido ayer cuando la sostenía en mis brazos por primera vez, tan pequeña y frágil, y ahora estaba corriendo por toda la casa, llena de energía y alegría. Jhoss y yo habíamos comprado una casa hermosa con un jardín amplio, el lugar perfecto para celebrar este día tan especial.Estábamos emocionados por la fiesta. Decoramos el jardín con guirnaldas de colores, globos y una mesa central llena de dulces y pastelitos temáticos. Josselyn estaba obsesionada con los unicornios, así que todo tenía detalles mágicos y brillantes.A pesar de la emoción del día, llevaba varios días sintiéndome mal, cansada y un poco mareada. No le había mencionado nada a Jhoss porque no quería preocuparlo. Así que, en secreto, me hice unos análisis de sangre. Cuando vi los resultados, mi corazón se llenó de emoción y nervios: estaba embarazada.Decidí que lo mejor sería contárselo antes de la fiesta. Q