CAPÍTULO 22

Amelia.

Ver cómo Edric se despedía de Maxi y le susurraba cosas, solo me aceleraba el corazón, pero una vez que se subió al auto, y nos envió un adiós con su mano, fue algo liberador para mí.

Además, ya había dejado un par de amenazas hacia mí, que solo me revolvieron el estómago, pero estar una semana sin él, quizás sería el alivio más grande que había experimentado.

—Extrañaré mucho a papá… —Máximo me hizo pasar un trago con amargura y luego se recostó a mí—. ¿Me llevarás tú al colegio?

Me agaché de inmediato.

—Por supuesto… y te recogeré también, ya que mamá irá a trabajar, pero me arreglaré el horario para estar para ti… —su sonrisa hizo sacar unas mías, y luego su boca se curvó más para notar que cada vez él tenía más ademanes de Ares.

Por supuesto, yo lo podía notar porque sabía todo, e instando a Maxi a que entrara a la casa, le pedí que se comiera su desayuno, mientras yo me iba a arreglar.

No sé, pero se sentía bien no tener ese par de ojos a mi espalda, y me miré al espejo
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