C49- QUIERO QUE TE ENAMORES DE MÍ.LIONA.Respiré hondo frente a la puerta de la habitación de Gideon. Mi mano temblaba ligeramente mientras me decidía a golpear. Sabía que esto era lo correcto, que después de lo que le había dicho a Susan, no había marcha atrás. Así que levanté el puño y toqué dos veces.—¿Quién es? —preguntó su voz grave desde el otro lado.—Soy yo… Liona. ¿Podemos hablar un segundo? —respondí, tratando de sonar más tranquila de lo que realmente estaba.Hubo una breve pausa antes de que contestara.—Pasa.Giré el pomo con nerviosismo, sintiendo cómo el aire se atascaba en mis pulmones. Entré lentamente, cerrando la puerta detrás de mí, y lo vi salir del baño. Llevaba puesto únicamente un pantalón de lino, su cabello dorado todavía goteaba, y el agua caía en pequeñas gotas por su pecho desnudo. Estaba cubierto de tatuajes ancestrales que parecían contar historias de tiempos pasados. Tragué saliva, sintiéndome ridículamente nerviosa.Puede que no tuviera sentimientos
C50- UN LOBO QUE NO ESCUCHA.DARIUS.La cena en el salón principal del castillo estaba impecable, como siempre. Las luces de las antorchas iluminaban las paredes de piedra, y el aroma de la comida recién servida llenaba el aire. Los ancianos del consejo estaban sentados a mi alrededor, cada uno con su copa en mano, sus ojos atentos y sus rostros serios, como si la comida no fuera más que un trámite antes de llegar al verdadero propósito de la reunión.Uno de los lobos ancianos, el más viejo, Eldric, carraspeó, atrayendo la atención de todos.—Darius, ¿qué acciones piensas tomar con respecto a las muertes que han estado apareciendo en los límites de nuestro territorio?Dejé mi copa con calma sobre la mesa, aunque por dentro sentía un ligero malestar. Las muertes recientes eran un problema que no podía ignorar, pero tampoco tenía todas las respuestas aún.—Estamos investigando —respondí—. Podría tratarse de una bestia de los bosques. No sería la primera vez que una criatura de ese tipo
C51-FLOR MÁGICA.Darius estaba tirado en el suelo, inconsciente, con el rostro tenso incluso en su estado. Su cuerpo había cedido ante la extrema debilidad, un efecto contrario a la magia que le habían aplicado, drenando su energía hasta dejarlo sin fuerzas. Serena lo observaba desde arriba, alzando las cejas, pero una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. Cruzó los brazos y habló con un tono tranquilo.—Puedes entrar —dijo sin apartar la vista de él.La puerta se abrió y Nico entró, su mirada fue directa al cuerpo desmayado de Darius.—¿Qué carajos le diste? —preguntó con desconfianza.—Deja de hacer preguntas y súbelo a la cama —respondió Serena sin darle importancia.El beta hizo un mohín de insatisfacción antes de agacharse para sujetar a Darius por los brazos. Apenas intentó levantarlo, gruñó con frustración.—Pesa demasiado.Serena lo observó con cierto aire divertido.—Eso es porque es un alfa, y los alfas son más poderosos en todos los sentidos. Un beta... bueno...La compa
C52-ACEPTARÉ EL CACHORRO, PERO NO A TÍ.El amanecer llegaba y Darius abrió los ojos, sintiendo cada músculo de su cuerpo tenso y adolorido. Su mente era un caos, como si una niebla espesa cubriera sus pensamientos.Giró la cabeza y la vio.Serena estaba allí, a su lado, con el cabello desordenado y la piel marcada.Su rostro cambió de inmediato.—¡Maldición! —gruñó, levantándose.Sin embargo, algo no estaba bien. Lo supo al instante. Un olor extraño flotaba en el aire, algo que no podía identificar, pero que encendía todas sus alarmas. Salió bruscamente, arrancando las sábanas de la cama y envolviéndose con una de ellas. Su mirada era dura, desconfiada, como la de un depredador acorralado.Serena se removió al sentir el movimiento, despertando casi al instante. Parpadeó, confundida, y luego lo miró. Él no apartó la vista de su cuerpo marcado, su corazón latiendo con fuerza descontrolada. No podía creerlo. Esas marcas… ¿Las había hecho él?Cerró los ojos un momento, buscando una respu
C53- HECHIZADO.Serena cerró la puerta de su habitación con calma, asegurándose de que nadie la siguiera. Sus pasos eran ligeros, casi silenciosos, mientras avanzaba hacia el tocador. Se detuvo frente al espejo, observándose por un momento. Su reflejo le devolvía una mirada tranquila, pero sus pensamientos eran un torbellino.Darius había sido claro. Solo aceptaría al cachorro. No a ella. Pero eso no importaba. El plan había funcionado.Comenzó a desvestirse, desabrochando con cuidado los botones de su blusa. Cada prenda que caía al suelo parecía liberarla de una carga. Al quedar solo en ropa interior, se llevó una mano al cuello. El recuerdo de Darius preguntándole con frialdad si le había dado la marca le arrancó una sonrisa pequeña, casi satisfecha.Menos mal había pensado rápido.La marca solo podía ser dada por un lobo consciente, y Fin se había desmayado antes de que eso ocurriera. Por ahora, eso bastaría. Su mano descendió hasta su vientre, acariciándolo con suavidad.—Tu cacho
C54 - TU SECRETO ESTÁ A SALVO CONMIGOLIONA.—¿Entonces voy a quedarme? —preguntó Susan, con un brillo en los ojos que hacía imposible no sonreírle.—Sí —respondí, devolviéndole la sonrisa—. Gideon dijo que desde este momento eres parte de la manada.No pudo evitarlo. Me abrazó con fuerza, casi aplastándome contra ella.—¡Gracias, Liona! No sabes cuánto significa esto para mí.Le devolví el abrazo y cerré los ojos un instante. A decir verdad, no hice mucho. Gideon ya tenía planes para Susan desde antes de que yo interviniera. Pero no me correspondía decirle que esos planes incluían casarla con su hermano. Él había insistido en que se lo diría personalmente.—¡Podremos estar juntas! —exclamó Susan, dando un pequeño salto de emoción mientras se apartaba del abrazo—. Como antes, en la manada de Darius. ¿Te acuerdas? Ir al río al amanecer, cazar juntas, y… ¡oh! ¡Competir otra vez para ver quién atrapa más conejos!Reí al escucharla, acariciándole el cabello como solía hacerlo cuando éramos
C55- LA MISIVA.LIONA.El aroma de las hierbas llenaba la pequeña cocina mientras mezclaba cuidadosamente los ingredientes en el cuenco de madera. Mis manos trituraban las raíces con un mortero, liberando su esencia sanadora.Habían pasado dos meses desde que descubrí cómo canalizar mi poder de sanación a través de la comida, y aunque al principio fue complicado, ahora sentía que fluía como una extensión de mí misma.Aria y yo éramos una sola, más fuertes, más conectadas.Un ruido en la entrada me hizo alzar la vista. Susana entró con una sonrisa amplia, cargando a Damon en un brazo y a Daphne en el otro. Los pequeños, con su cabello negro brillante y esos ojos azules iguales a los de su padre, se retorcían inquietos en sus brazos.Damon mordisqueaba juguetonamente uno de los mechones de cabello de su tía, mostrando sus pequeños colmillos, mientras Daphne intentaba alcanzar una de las flores secas que colgaban sobre la mesa.—¿Otra vez jugando a la chef mágica? —bromeó Susana, dejando
C56- IRÉ A VER A MI HERMANA.DARIUS.El pergamino crujió entre mis dedos mientras lo bajaba, y mis ojos se clavaron en la respuesta escrita con una caligrafía pulcra y fría. Sentí cómo la sangre me hervía en las venas. —¿No soy bienvenido? —mi voz retumbó en la sala, cargada de furia contenida—. ¿Qué carajo le pasa a ese imbécil?El mensajero, un joven lobo que apenas había pasado su primera transformación, dio un paso atrás. Su mirada evitaba la mía, pero era evidente que mi enojo lo estremecía. No me importaba. Había enviado esa carta con la intención de anunciar mi visita, no de pedir permiso. Después de todo, Susana era mi hermana. Los lobos que envié con ella me habían contado cómo fue recibida en los límites de la manada de Gideon. Algo en sus palabras, en los detalles que omitieron, me dio mala espina. Había querido ir de inmediato, pero las cosas aquí estaban lejos de ser tranquilas.Una serie de muertes inexplicables había sacudido los alrededores. Mi manada estaba asustada,