C51-FLOR MÁGICA.Darius estaba tirado en el suelo, inconsciente, con el rostro tenso incluso en su estado. Su cuerpo había cedido ante la extrema debilidad, un efecto contrario a la magia que le habían aplicado, drenando su energía hasta dejarlo sin fuerzas. Serena lo observaba desde arriba, alzando las cejas, pero una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. Cruzó los brazos y habló con un tono tranquilo.—Puedes entrar —dijo sin apartar la vista de él.La puerta se abrió y Nico entró, su mirada fue directa al cuerpo desmayado de Darius.—¿Qué carajos le diste? —preguntó con desconfianza.—Deja de hacer preguntas y súbelo a la cama —respondió Serena sin darle importancia.El beta hizo un mohín de insatisfacción antes de agacharse para sujetar a Darius por los brazos. Apenas intentó levantarlo, gruñó con frustración.—Pesa demasiado.Serena lo observó con cierto aire divertido.—Eso es porque es un alfa, y los alfas son más poderosos en todos los sentidos. Un beta... bueno...La compa
C52-ACEPTARÉ EL CACHORRO, PERO NO A TÍ.El amanecer llegaba y Darius abrió los ojos, sintiendo cada músculo de su cuerpo tenso y adolorido. Su mente era un caos, como si una niebla espesa cubriera sus pensamientos.Giró la cabeza y la vio.Serena estaba allí, a su lado, con el cabello desordenado y la piel marcada.Su rostro cambió de inmediato.—¡Maldición! —gruñó, levantándose.Sin embargo, algo no estaba bien. Lo supo al instante. Un olor extraño flotaba en el aire, algo que no podía identificar, pero que encendía todas sus alarmas. Salió bruscamente, arrancando las sábanas de la cama y envolviéndose con una de ellas. Su mirada era dura, desconfiada, como la de un depredador acorralado.Serena se removió al sentir el movimiento, despertando casi al instante. Parpadeó, confundida, y luego lo miró. Él no apartó la vista de su cuerpo marcado, su corazón latiendo con fuerza descontrolada. No podía creerlo. Esas marcas… ¿Las había hecho él?Cerró los ojos un momento, buscando una respu
C53- HECHIZADO.Serena cerró la puerta de su habitación con calma, asegurándose de que nadie la siguiera. Sus pasos eran ligeros, casi silenciosos, mientras avanzaba hacia el tocador. Se detuvo frente al espejo, observándose por un momento. Su reflejo le devolvía una mirada tranquila, pero sus pensamientos eran un torbellino.Darius había sido claro. Solo aceptaría al cachorro. No a ella. Pero eso no importaba. El plan había funcionado.Comenzó a desvestirse, desabrochando con cuidado los botones de su blusa. Cada prenda que caía al suelo parecía liberarla de una carga. Al quedar solo en ropa interior, se llevó una mano al cuello. El recuerdo de Darius preguntándole con frialdad si le había dado la marca le arrancó una sonrisa pequeña, casi satisfecha.Menos mal había pensado rápido.La marca solo podía ser dada por un lobo consciente, y Fin se había desmayado antes de que eso ocurriera. Por ahora, eso bastaría. Su mano descendió hasta su vientre, acariciándolo con suavidad.—Tu cacho
C54 - TU SECRETO ESTÁ A SALVO CONMIGOLIONA.—¿Entonces voy a quedarme? —preguntó Susan, con un brillo en los ojos que hacía imposible no sonreírle.—Sí —respondí, devolviéndole la sonrisa—. Gideon dijo que desde este momento eres parte de la manada.No pudo evitarlo. Me abrazó con fuerza, casi aplastándome contra ella.—¡Gracias, Liona! No sabes cuánto significa esto para mí.Le devolví el abrazo y cerré los ojos un instante. A decir verdad, no hice mucho. Gideon ya tenía planes para Susan desde antes de que yo interviniera. Pero no me correspondía decirle que esos planes incluían casarla con su hermano. Él había insistido en que se lo diría personalmente.—¡Podremos estar juntas! —exclamó Susan, dando un pequeño salto de emoción mientras se apartaba del abrazo—. Como antes, en la manada de Darius. ¿Te acuerdas? Ir al río al amanecer, cazar juntas, y… ¡oh! ¡Competir otra vez para ver quién atrapa más conejos!Reí al escucharla, acariciándole el cabello como solía hacerlo cuando éramos
C55- LA MISIVA.LIONA.El aroma de las hierbas llenaba la pequeña cocina mientras mezclaba cuidadosamente los ingredientes en el cuenco de madera. Mis manos trituraban las raíces con un mortero, liberando su esencia sanadora.Habían pasado dos meses desde que descubrí cómo canalizar mi poder de sanación a través de la comida, y aunque al principio fue complicado, ahora sentía que fluía como una extensión de mí misma.Aria y yo éramos una sola, más fuertes, más conectadas.Un ruido en la entrada me hizo alzar la vista. Susana entró con una sonrisa amplia, cargando a Damon en un brazo y a Daphne en el otro. Los pequeños, con su cabello negro brillante y esos ojos azules iguales a los de su padre, se retorcían inquietos en sus brazos.Damon mordisqueaba juguetonamente uno de los mechones de cabello de su tía, mostrando sus pequeños colmillos, mientras Daphne intentaba alcanzar una de las flores secas que colgaban sobre la mesa.—¿Otra vez jugando a la chef mágica? —bromeó Susana, dejando
C56- IRÉ A VER A MI HERMANA.DARIUS.El pergamino crujió entre mis dedos mientras lo bajaba, y mis ojos se clavaron en la respuesta escrita con una caligrafía pulcra y fría. Sentí cómo la sangre me hervía en las venas. —¿No soy bienvenido? —mi voz retumbó en la sala, cargada de furia contenida—. ¿Qué carajo le pasa a ese imbécil?El mensajero, un joven lobo que apenas había pasado su primera transformación, dio un paso atrás. Su mirada evitaba la mía, pero era evidente que mi enojo lo estremecía. No me importaba. Había enviado esa carta con la intención de anunciar mi visita, no de pedir permiso. Después de todo, Susana era mi hermana. Los lobos que envié con ella me habían contado cómo fue recibida en los límites de la manada de Gideon. Algo en sus palabras, en los detalles que omitieron, me dio mala espina. Había querido ir de inmediato, pero las cosas aquí estaban lejos de ser tranquilas.Una serie de muertes inexplicables había sacudido los alrededores. Mi manada estaba asustada,
C57-ESTÁ VIVA.DARIUSHabíamos viajado sin descanso. El peso de la urgencia me aplastaba, aunque no sabía con certeza de dónde venía. Algo dentro de mí me empujaba hacia adelante, pero mis hombres necesitaban un respiro. Cuando vimos la taberna al borde del camino, decidí que era suficiente.Unas horas aquí no cambiarían nada.La madera crujía bajo mis botas mientras entrábamos. El ambiente estaba cargado de risas y el olor a hidromiel. Nos sentamos en una mesa al fondo, lejos del bullicio. Mis hombres pidieron comida y bebida, mientras yo me quedaba en silencio, observando. La jarra de hidromiel frente a mí seguía intacta.—Dicen que habrá una gran boda mañana —comentó uno de los lobos en una mesa cercana. Su voz era fuerte, como si quisiera que todos lo escucharan.No presté atención al principio. Las bodas no eran asunto mío. Pero entonces, otro continuó:—El alfa Gideon se casa con la loba que llegó hace meses.Mis dedos se detuvieron en el asa de la jarra. Me tensé.¿Casarse?Eso
C58- VENIR CONMIGO.LIONA.Me miré en el espejo, el vestido blanco envolviéndome como una red que no podía romper. Susan estaba detrás de mí, acomodando flores silvestres en mi cabello. Sus manos eran cuidadosas, pero sus ojos no me abandonaban. Los veía reflejados, llenos de algo que no quería enfrentar.—Solo dilo —murmuré, sin girarme.Susan dejó las flores por un momento y suspiró.—¿Estás segura de querer unirte a Gideon?Me giré lentamente.No respondí de inmediato. La miré, buscando fuerzas en algún lugar dentro de mí. Luego tomé sus manos, apretándolas con suavidad.—Lo hago por ellos, Susan. Por mis hijos. No hay otra forma de protegerlos. Necesito que me apoyes. Esto está a punto de suceder.Ella bajó la mirada y sus dedos temblaron en mi agarre.—Hay algo que no te he dicho.Mis cejas se fruncieron.—¿Sobre qué?Me miró de nuevo y su expresión estaba cargada de una tristeza que me hizo temblar.—Sobre mi hermano.Mi pecho se tensó.—Susan...—Él estaba destrozado, Liona —di