C54 - TU SECRETO ESTÁ A SALVO CONMIGOLIONA.—¿Entonces voy a quedarme? —preguntó Susan, con un brillo en los ojos que hacía imposible no sonreírle.—Sí —respondí, devolviéndole la sonrisa—. Gideon dijo que desde este momento eres parte de la manada.No pudo evitarlo. Me abrazó con fuerza, casi aplastándome contra ella.—¡Gracias, Liona! No sabes cuánto significa esto para mí.Le devolví el abrazo y cerré los ojos un instante. A decir verdad, no hice mucho. Gideon ya tenía planes para Susan desde antes de que yo interviniera. Pero no me correspondía decirle que esos planes incluían casarla con su hermano. Él había insistido en que se lo diría personalmente.—¡Podremos estar juntas! —exclamó Susan, dando un pequeño salto de emoción mientras se apartaba del abrazo—. Como antes, en la manada de Darius. ¿Te acuerdas? Ir al río al amanecer, cazar juntas, y… ¡oh! ¡Competir otra vez para ver quién atrapa más conejos!Reí al escucharla, acariciándole el cabello como solía hacerlo cuando éramos
C55- LA MISIVA.LIONA.El aroma de las hierbas llenaba la pequeña cocina mientras mezclaba cuidadosamente los ingredientes en el cuenco de madera. Mis manos trituraban las raíces con un mortero, liberando su esencia sanadora.Habían pasado dos meses desde que descubrí cómo canalizar mi poder de sanación a través de la comida, y aunque al principio fue complicado, ahora sentía que fluía como una extensión de mí misma.Aria y yo éramos una sola, más fuertes, más conectadas.Un ruido en la entrada me hizo alzar la vista. Susana entró con una sonrisa amplia, cargando a Damon en un brazo y a Daphne en el otro. Los pequeños, con su cabello negro brillante y esos ojos azules iguales a los de su padre, se retorcían inquietos en sus brazos.Damon mordisqueaba juguetonamente uno de los mechones de cabello de su tía, mostrando sus pequeños colmillos, mientras Daphne intentaba alcanzar una de las flores secas que colgaban sobre la mesa.—¿Otra vez jugando a la chef mágica? —bromeó Susana, dejando
C56- IRÉ A VER A MI HERMANA.DARIUS.El pergamino crujió entre mis dedos mientras lo bajaba, y mis ojos se clavaron en la respuesta escrita con una caligrafía pulcra y fría. Sentí cómo la sangre me hervía en las venas. —¿No soy bienvenido? —mi voz retumbó en la sala, cargada de furia contenida—. ¿Qué carajo le pasa a ese imbécil?El mensajero, un joven lobo que apenas había pasado su primera transformación, dio un paso atrás. Su mirada evitaba la mía, pero era evidente que mi enojo lo estremecía. No me importaba. Había enviado esa carta con la intención de anunciar mi visita, no de pedir permiso. Después de todo, Susana era mi hermana. Los lobos que envié con ella me habían contado cómo fue recibida en los límites de la manada de Gideon. Algo en sus palabras, en los detalles que omitieron, me dio mala espina. Había querido ir de inmediato, pero las cosas aquí estaban lejos de ser tranquilas.Una serie de muertes inexplicables había sacudido los alrededores. Mi manada estaba asustada,
C57-ESTÁ VIVA.DARIUSHabíamos viajado sin descanso. El peso de la urgencia me aplastaba, aunque no sabía con certeza de dónde venía. Algo dentro de mí me empujaba hacia adelante, pero mis hombres necesitaban un respiro. Cuando vimos la taberna al borde del camino, decidí que era suficiente.Unas horas aquí no cambiarían nada.La madera crujía bajo mis botas mientras entrábamos. El ambiente estaba cargado de risas y el olor a hidromiel. Nos sentamos en una mesa al fondo, lejos del bullicio. Mis hombres pidieron comida y bebida, mientras yo me quedaba en silencio, observando. La jarra de hidromiel frente a mí seguía intacta.—Dicen que habrá una gran boda mañana —comentó uno de los lobos en una mesa cercana. Su voz era fuerte, como si quisiera que todos lo escucharan.No presté atención al principio. Las bodas no eran asunto mío. Pero entonces, otro continuó:—El alfa Gideon se casa con la loba que llegó hace meses.Mis dedos se detuvieron en el asa de la jarra. Me tensé.¿Casarse?Eso
C58- VENIR CONMIGO.LIONA.Me miré en el espejo, el vestido blanco envolviéndome como una red que no podía romper. Susan estaba detrás de mí, acomodando flores silvestres en mi cabello. Sus manos eran cuidadosas, pero sus ojos no me abandonaban. Los veía reflejados, llenos de algo que no quería enfrentar.—Solo dilo —murmuré, sin girarme.Susan dejó las flores por un momento y suspiró.—¿Estás segura de querer unirte a Gideon?Me giré lentamente.No respondí de inmediato. La miré, buscando fuerzas en algún lugar dentro de mí. Luego tomé sus manos, apretándolas con suavidad.—Lo hago por ellos, Susan. Por mis hijos. No hay otra forma de protegerlos. Necesito que me apoyes. Esto está a punto de suceder.Ella bajó la mirada y sus dedos temblaron en mi agarre.—Hay algo que no te he dicho.Mis cejas se fruncieron.—¿Sobre qué?Me miró de nuevo y su expresión estaba cargada de una tristeza que me hizo temblar.—Sobre mi hermano.Mi pecho se tensó.—Susan...—Él estaba destrozado, Liona —di
C59- UNIÓN INTERRUMPIDA.LIONA.Susan y yo caminábamos juntas hacia el altar de la ceremonia. Mis pasos eran pesados, como si cada uno de ellos me hundiera un poco más en el suelo. Podía sentir cómo mi pecho se comprimía, como si algo invisible estuviera apretándolo sin descanso.«Respira, Liona», me repetía en mi mente.Así que inhalé tratando de calmar esa tormenta que llevaba dentro. Pero el aire no parecía suficiente, y mi corazón seguía golpeando con fuerza.De repente, Susan se inclinó hacia mí. Su voz era baja, pero firme.—Sonríe. Al menos haz que parezca que estás feliz. Es tu gran día, ¿no?Me obligué a girar la cabeza para mirarla. Su rostro era una mezcla de ternura y resignación. Sabía que estaba aquí por mí, pero también sabía que no aprobaba lo que estaba a punto de hacer. Le di una pequeña sonrisa, más por ella que por mí.—Lo intento —murmuré, aunque ambas sabíamos que no era suficiente.Cuando llegamos al altar, ahí estaba Gideon. Alto, con esa postura segura que sie
C60-NO IBA A PERDERLAS.DARIUS.Estaba allí, viendo cómo Liona caminaba hacia él. Hacia Gideon. Cada paso que daba era como una daga clavándose en mi pecho. Mi furia era un volcán a punto de estallar, y no podía apartar la mirada.Ella era mía.La madre de mis hijos, la mujer que había compartido mi cama, la que me había jurado amor eterno.¿Y ahora? Ahora estaba a punto de unirse a otro. Como si yo no existiera. Como si todo lo que habíamos vivido no significara nada.Apreté los puños, sintiendo cómo mis garras querían salir.No iba a permitirlo. Sí, cometí errores, pero ella también. Ella se escondió, huyó de mí. Me dejó sin darme la oportunidad de demostrarle que podía cambiar.Si no me hubiera enterado, los habría perdido. Y eso... eso no iba a suceder.—¿Te volviste loco? —dijo Liona, girándose hacia mí. Sus ojos estaban llenos de furia. Una furia que me desafiaba, que me obligaba a enfrentarla.Di un paso adelante, acortando la distancia entre nosotros. Mi presencia la envolvió,
C61-DEJAME CURARLO.DARIUS.El rugido del Voragor me hizo temblar hasta los huesos. Esa cosa no era solo una criatura, era el mismísimo infierno encarnado. Vi cómo un joven lobo, que apenas había probado la transformación, intentó huir.No llegó lejos.El Voragor lo alcanzó con un movimiento brutal, sus garras atravesando su torso como si fuera papel. El grito del lobo se apagó en un instante, y su cuerpo cayó al suelo, inerte. El terror se extendió como un veneno entre nosotros.—¡Atrás! —rugí, mi voz rasgada por la urgencia—. ¡No se acerquen hasta que estén listos para pelear!Pero era inútil.La manada estaba paralizada, y en ese momento, Gideon dio un paso al frente. Sin dudarlo, comenzó a transformarse. Su cuerpo se alargó, su pelaje dorado brillando bajo la luz pálida de la luna. Era imponente, un alfa en toda regla. Rugió con fuerza y se lanzó contra el Voragor, sus colmillos buscando cualquier punto débil en esa monstruosidad.—¡Voy a ayudarlo! —gritó Liona, avanzando hacia la