No quería estar allí. Tamborileó los dedos al ritmo de la música electrónica y le sonrió por cortesía a la dulce asiática que le acompañaba esa noche, una doctora amiga de Josh que acababa de volver al país.Miró a Josh suplicante, pero este negó con la cabeza y gesticuló que esperara un poco más. Su amigo era todo sonrisas con Adelle, la chica que llevaba un velo en la cabeza que la identificaba como una futura mujer casada, pero por su comportamiento, mostraba que era lo que menos le preocupaba esa noche.Ella estuvo coqueteando con el médico desde que llegaron al bar, propiedad de una de sus pacientes y amiga de ambos. Lo que estaban haciendo, le pareció una pésima idea desde que Josh se lo propuso.Se enteró por accidente que una pasante de Penal celebraba esa noche su despedida de soltera, y que Casandra había confirmado su asistencia esa noche. Pero la información no se les entregó de manera gratuita, puesto que Esther fue quien hizo las conexiones y tuvo que acceder a pagarle u
Fabio llegó a la pista y sin mediar palabra, la alejó del hombre que le acababa de dar una vuelta y reía con ella, como él lo hizo en el pasado. Esto tenía que acabar o se volvería loco.—Fabio, ¿qué…? —Casandra se le quedó mirando e intentó soltarse de su agarre sin hacer demasiado escándalo.Él sabía que no haría una escena frente a sus compañeros y tampoco le arruinaría la fiesta a Adelle.—Suéltame… —dijo ella, acercándose y con ello, haciendo que él volviera a sentir su aroma, su calor, aunque fuese por un momento.—Camina, mujer —dijo sintiéndose de pronto muy extraño.Una oleada de calor y de frío se apoderó de su cuerpo al mismo tiempo, pero no podía arrepentirse de lo que había decidido en cuanto la volvió a ver. Entró con ella al baño de los hombres en el que apenas se encontraba un sujeto y este sonrió socarrón al verlos. El sujeto se apresuró a lavarse las manos y salió de allí de inmediato sin mediar palabra, pero su mirada de aprobación fue más que suficiente.Fabio deci
Fabio abrió los ojos con un esfuerzo descomunal, aunque la claridad de la habitación le exigió que los cerrara nuevamente. Con las manos, palpó lo que le rodeaba y extendió el brazo hacia su gaveta para buscar algún analgésico.Aún no se ubicaba del todo estando en un hotel y continuaba esperando que pronto saliera la autorización de volver a su departamento, pero como todo trámite burocrático tomaba su tiempo, no le quedaba más opción.Sintió la boca amarga y un olor nauseabundo llegó de pronto a su nariz, lo que le provocó una arcada. Al mismo tiempo, su mano cayó en la nada y eso hizo que se irguiera.Abrió los ojos y aunque le ardieron, hizo otro esfuerzo para comprobar si se había quedado dormido a los pies de la cama. Su sorpresa fue enorme al notar que había vómito en una de las almohadas y estaba a medio vestir.La camisa no solo la tenía abierta, sino que desgarrada, sin varios botones y el pantalón lo llevaba a las rodillas. Y pudo notar la evidencia de que tuvo sexo, porque
El abrazo que recibió de Josh y el alivio que vio en su rostro le llenaron el alma. Era un amigo de verdad y él ya no sabía qué estaba haciendo con su vida. Josh se disculpó con él cuando estaban dentro de la humilde casa del hombre que le ayudó.Este le explicó que llegaron varios autos el sábado por la madrugada en un enorme alboroto, pero no pudo darle detalles sobre los ocupantes de los mismos, aunque la mirada de temor de su esposa y la de uno de sus hijos le fue suficiente como para saber, que aunque tuviesen la información, no se las darían, no a ellos.Josh les entregó una buena cantidad de dinero en efectivo, como agradecimiento por alimentarlo y proporcionarle ropa de otro de sus hijos que estaba fuera del país.—¿Estás seguro de que no te acuerdas? —preguntó burlón dilatando su regreso al auto en el taller del anciano.Descubrieron que su auto estaba allí, abandonado y con las cuatro llantas ponchadas, rayado por todos lados y con un golpe que quebró la luz delantera derech
La tensión entre ellos era palpable al entrar al apartamento y sin mediar palabra, fueron directo al sofá y se sentaron uno al lado del otro. Y aunque Fabio no sabía cómo propiciar aquella conversación, quería conocer esa parte de su pasado que había mantenido oculta para él, pero le pedía al cielo que de su boca salieran las palabras adecuadas para que no se transformara en una discusión.—Queremos cosas distintas —dijo Casandra llamando su atención. Empezó a halar un hilo suelto de la colcha que mantenía como decoración sobre ese sofá.Fabio esperó y un suspiro desolado se hizo paso a través del pecho de Casandra antes de proseguir.»Desde la noche en la que estuvimos juntos por primera vez me confesaste que soñabas con algo que yo no podía darte y debí habértelo dicho. Aunque para serte sincera, no pensé que me quedaría más de una noche contigo. No así. —Señaló a ambos y abarcó su apartamento—. Hablaste de cercas blancas, un perro, muchos hijos y yo…—Eso no me importa, Cass.—¡Cla
Esa mañana, Casandra tuvo un terrible despertar cuando la llamaron desde prisión para avisarle que su joven cliente se suicidó en su celda. Lo peor es que fue a pocas horas de que se diera a conocer el veredicto del jurado y todo indicaba que lograrían un fallo favorable.El chico le dejó una nota a su madre, explicando su decisión, y en ella, le pidió disculpas al confesar que no creía ser capaz de enfrentar una vida marcada por un delito. Que la dimisión por parte de la universidad al retirarle la beca profundizaba su decepción, y que por cómo lo veía el jurado, tampoco esperaba lograr un juicio justo.Casandra vio pasar a Fabio frente a la pared de cristal donde se entrevistaba con la madre de su cliente, mientras la mujer lloraba en sus brazos, y sentía que no tenía las palabras adecuadas para consolarla de manera apropiada.Sobre todo, cuando se enteró que mientras su hijo fue apresado, ella acababa de irse de viaje con unos amigos. Que le avisaron y que aun así, no regresó hasta
Casandra miró a Clayton con asco y se preguntó qué fue lo que le vio para atreverse a dar el paso de casarse con un ser como él. Al principio accedió por complacerlo, pero después lo hacía por miedo.Verlos juntos le hizo recordar con dolor y amargura una de las golpizas que recibió de su esposo al negarse a compartir su cama con alguien más. Esa noche conoció a Stephen O’Hara.Él pareció conmovido con su situación y le dijo a Clayton que olvidara aquello. Por supuesto que no lo hizo. Sin embargo, cuando todo acabó esa noche, conversaron hasta el amanecer y con el tiempo se hicieron amigos.De alguna manera, ya no le parecía tan malo estar con él. Eran los únicos momentos en que se sentía comprendida y segura. Tampoco podía obviar lo atractivo, detallista y cariñoso que era con ella. Sin embargo, poco después, Stephen se fue del país a estudiar una especialización y ni siquiera se despidió.Ella enfermó, perdió a su bebé y las deudas de juego de Clayton surgieron de nuevo. Estaba dese
Stephen O’Hara fue el primero en entrar al reservado privado del restaurante del club y a ella le pareció notarlo aliviado al darse cuenta. Pero para Casandra no era tan buena noticia, porque hacía unos minutos se encontró con los padres de Fabio. Quienes insistieron demasiado en acompañarla y ella perdió la paciencia, después de darles una infinidad de excusas para no permitirlo.No le sorprendió recibir una llamada de Fabio unos minutos más tarde. A pesar de que hacía dos noches no se aparecía por su casa y no la llamaba. Así que tuvieron otra discusión.—Supuse que te alegrarías de verme —dijo Stephen saludándola con un beso en la mejilla.—¿Alegrarme porque me chantajeas con sexo a cambio de liberar a un hombre inocente? —preguntó, fingiendo una indolencia que ya no sentía debido a la advertencia de Fabio.Solo esperaba que Sara no le permitiera entrar y que por su temperamento no dañara el plan que tenía para librarse de esos hombres.—No lo digas de esa forma, por favor. Fue un