Fabio abrió los ojos con un esfuerzo descomunal, aunque la claridad de la habitación le exigió que los cerrara nuevamente. Con las manos, palpó lo que le rodeaba y extendió el brazo hacia su gaveta para buscar algún analgésico.Aún no se ubicaba del todo estando en un hotel y continuaba esperando que pronto saliera la autorización de volver a su departamento, pero como todo trámite burocrático tomaba su tiempo, no le quedaba más opción.Sintió la boca amarga y un olor nauseabundo llegó de pronto a su nariz, lo que le provocó una arcada. Al mismo tiempo, su mano cayó en la nada y eso hizo que se irguiera.Abrió los ojos y aunque le ardieron, hizo otro esfuerzo para comprobar si se había quedado dormido a los pies de la cama. Su sorpresa fue enorme al notar que había vómito en una de las almohadas y estaba a medio vestir.La camisa no solo la tenía abierta, sino que desgarrada, sin varios botones y el pantalón lo llevaba a las rodillas. Y pudo notar la evidencia de que tuvo sexo, porque
El abrazo que recibió de Josh y el alivio que vio en su rostro le llenaron el alma. Era un amigo de verdad y él ya no sabía qué estaba haciendo con su vida. Josh se disculpó con él cuando estaban dentro de la humilde casa del hombre que le ayudó.Este le explicó que llegaron varios autos el sábado por la madrugada en un enorme alboroto, pero no pudo darle detalles sobre los ocupantes de los mismos, aunque la mirada de temor de su esposa y la de uno de sus hijos le fue suficiente como para saber, que aunque tuviesen la información, no se las darían, no a ellos.Josh les entregó una buena cantidad de dinero en efectivo, como agradecimiento por alimentarlo y proporcionarle ropa de otro de sus hijos que estaba fuera del país.—¿Estás seguro de que no te acuerdas? —preguntó burlón dilatando su regreso al auto en el taller del anciano.Descubrieron que su auto estaba allí, abandonado y con las cuatro llantas ponchadas, rayado por todos lados y con un golpe que quebró la luz delantera derech
La tensión entre ellos era palpable al entrar al apartamento y sin mediar palabra, fueron directo al sofá y se sentaron uno al lado del otro. Y aunque Fabio no sabía cómo propiciar aquella conversación, quería conocer esa parte de su pasado que había mantenido oculta para él, pero le pedía al cielo que de su boca salieran las palabras adecuadas para que no se transformara en una discusión.—Queremos cosas distintas —dijo Casandra llamando su atención. Empezó a halar un hilo suelto de la colcha que mantenía como decoración sobre ese sofá.Fabio esperó y un suspiro desolado se hizo paso a través del pecho de Casandra antes de proseguir.»Desde la noche en la que estuvimos juntos por primera vez me confesaste que soñabas con algo que yo no podía darte y debí habértelo dicho. Aunque para serte sincera, no pensé que me quedaría más de una noche contigo. No así. —Señaló a ambos y abarcó su apartamento—. Hablaste de cercas blancas, un perro, muchos hijos y yo…—Eso no me importa, Cass.—¡Cla
Esa mañana, Casandra tuvo un terrible despertar cuando la llamaron desde prisión para avisarle que su joven cliente se suicidó en su celda. Lo peor es que fue a pocas horas de que se diera a conocer el veredicto del jurado y todo indicaba que lograrían un fallo favorable.El chico le dejó una nota a su madre, explicando su decisión, y en ella, le pidió disculpas al confesar que no creía ser capaz de enfrentar una vida marcada por un delito. Que la dimisión por parte de la universidad al retirarle la beca profundizaba su decepción, y que por cómo lo veía el jurado, tampoco esperaba lograr un juicio justo.Casandra vio pasar a Fabio frente a la pared de cristal donde se entrevistaba con la madre de su cliente, mientras la mujer lloraba en sus brazos, y sentía que no tenía las palabras adecuadas para consolarla de manera apropiada.Sobre todo, cuando se enteró que mientras su hijo fue apresado, ella acababa de irse de viaje con unos amigos. Que le avisaron y que aun así, no regresó hasta
Casandra miró a Clayton con asco y se preguntó qué fue lo que le vio para atreverse a dar el paso de casarse con un ser como él. Al principio accedió por complacerlo, pero después lo hacía por miedo.Verlos juntos le hizo recordar con dolor y amargura una de las golpizas que recibió de su esposo al negarse a compartir su cama con alguien más. Esa noche conoció a Stephen O’Hara.Él pareció conmovido con su situación y le dijo a Clayton que olvidara aquello. Por supuesto que no lo hizo. Sin embargo, cuando todo acabó esa noche, conversaron hasta el amanecer y con el tiempo se hicieron amigos.De alguna manera, ya no le parecía tan malo estar con él. Eran los únicos momentos en que se sentía comprendida y segura. Tampoco podía obviar lo atractivo, detallista y cariñoso que era con ella. Sin embargo, poco después, Stephen se fue del país a estudiar una especialización y ni siquiera se despidió.Ella enfermó, perdió a su bebé y las deudas de juego de Clayton surgieron de nuevo. Estaba dese
Stephen O’Hara fue el primero en entrar al reservado privado del restaurante del club y a ella le pareció notarlo aliviado al darse cuenta. Pero para Casandra no era tan buena noticia, porque hacía unos minutos se encontró con los padres de Fabio. Quienes insistieron demasiado en acompañarla y ella perdió la paciencia, después de darles una infinidad de excusas para no permitirlo.No le sorprendió recibir una llamada de Fabio unos minutos más tarde. A pesar de que hacía dos noches no se aparecía por su casa y no la llamaba. Así que tuvieron otra discusión.—Supuse que te alegrarías de verme —dijo Stephen saludándola con un beso en la mejilla.—¿Alegrarme porque me chantajeas con sexo a cambio de liberar a un hombre inocente? —preguntó, fingiendo una indolencia que ya no sentía debido a la advertencia de Fabio.Solo esperaba que Sara no le permitiera entrar y que por su temperamento no dañara el plan que tenía para librarse de esos hombres.—No lo digas de esa forma, por favor. Fue un
Casandra sonrió, segura de que Sara y Vania tuvieron mucho que ver en su cambio de actitud.—Fabio Andrade, me encanta este tipo de juegos, pero recuerda que hay gente que seguramente siguen viendo las cámaras. —Le recordó, con la respiración agitada, mientras su cuerpo la delataba arqueándose hacia él. Necesitándolo más que nunca.—Déjalos que miren, ¿acaso no te excita? —repitió él, mientras le bajaba el cierre del vestido desde la nuca hasta el trasero.Usó el mismo tono que cuando ella se lo decía en los primeros meses juntos en los que el deseo no les daba el tiempo suficiente para llegar a un lugar privado.—Se ha convertido en un atrevido, abogado.—Es su culpa, abogada. Te lo digo en serio. Anímate mientras siguen conectadas —mintió, aunque tampoco quería ese video recorriendo el bufete o la ciudad. —¿Todo está bien entre nosotros? —pregunto con la voz irregular, no solo por el deseo sino por el temor de lo que aquellos hombres le pudieron haber dicho.—Si me dejas penetrarte
Casandra perdió la cuenta de las veces que Fabio había reproducido el video que encontraron en la USB dentro de la boca de Mónica Durán. En él, a la rubia, se le veía desnuda, sucia y atada en una silla del comedor de Fabio, implorando por su vida.En los primeros minutos de los veintitrés totales, parecía muy segura de sí misma, gritando para que la liberaran de las ataduras y que la dejaran ir, pero luego…—¡Fue tu culpa! —Casandra se aturdió al escuchar de nuevo esa parte, a pesar de que ya se había aprendido casi todo el contenido del mismo—. Te dije que no te casaras con ella. Pero en lugar de escucharme, le cediste lo que una vez me prometiste para nosotros.Mónica miró a la cámara y encogió un hombro, como si hablara de un cambio de ropa mal elegido y no sobre la vida de otra mujer.—No podía permitirlo.—¿Quién abusó de ella? —La voz distorsionada de un hombre frente a ella, a quien no captaba la cámara, seguía causándole escalofríos.—Ya no están en el país, pero tienes que s