68. Ya no somos nada

Josh los llevó hasta su clínica y les sirvió un trago. El silencio reinó entre los tres y un deje de amargura se instaló en el pecho de Casandra. Susana no era su preferida y jamás serían amigas, pero verla en ese estado abrió una brecha enorme que separaba con creces el pasado y el presente.

Lo único que le provocaba era protegerla. Así que envió los mensajes pertinentes, para que Sara se comunicara con su amigo y le consiguiera todo lo que pudiera incriminar a Raúl Díaz, e incluso pidió un informe sobre sus padres. Hizo lo mismo con Hunter, porque tenían que sacarla de ahí.

El interfono sonó sobresaltándolos a los tres y cuando Josh respondió, su secretaria le informó que Mónica Durán esperaba fuera. Para sorpresa de Casandra, Josh hizo un gesto de disgusto, pero igual la recibió en la puerta.

Vio con pasmo cómo esquivó el cuerpo de su amigo, para colarse por la pequeña hendidura que había dejado libre. Se encaminó con soltura hacia su escritorio y se acomodó en su silla giratoria,
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