Casandra le agradeció a Hunter, presionando su mano por un instante. Tomó otro trago de jugo de fresas y recorrió con la mirada la barba de tres días que llevaba, los labios sonrosados, la nariz recta y sus ojos que con frecuencia le parecían demasiado fríos cuando estaba de guardia, ahora lucían llenos de ternura y de preocupación.—¿Mejor? —le preguntó, empujando el vaso una vez más a su boca. —Sí.Casandra asintió para reforzar su respuesta y se preguntó cómo de la noche a la mañana, Hunter se volvió tan normal a sus ojos. Al volver a casa de sus padres y enterarse de que le pidieron volver, se le mojaron las bragas al recordar sus encuentros, y aun en el viaje de regreso mantuvo en un rincón las ganas de desvestirlo y hacerle de todo.Sin embargo, ese salvajismo y esa atracción irreverente que los dominó a ambos desde que lo asignaron a su equipo de seguridad después de su divorcio, ahora parecían haberse esfumado.Se burló de sí misma al darse cuenta de que m
Fabio prefirió contar los camiones que entraban y salían de la constructora, a la que acompañó a Casandra desde lo alto de la ventana, en lugar de ver a esos dos sonreír entre sí.Si hubiese sabido que interrumpir su flirteo con Hunter lo convertiría en un aburrido acompañante sin ningún beneficio adicional, seguro habría elegido quedarse en la oficina. Pero la preocupación por lo que le pudiese pasar después de verla tan cerca del guardaespaldas, venció cualquier duda y fue tras ellos. Y fue peor.Casandra pasó de comportarse como una mujer glacial en todo el camino a la mujer más dulce y coqueta que había visto en su vida en cuanto saludó a Efraín García, el hermano mayor de Andrea.No le hizo ninguna gracia, y menos cuando ella notó su descontento y decidió ignorarlo por completo, así que fue todo lo cortés que su carácter le permitió.La documentación por firmar parecía no tener fin y ella se comportaba como si no quisiera marcharse nunca de allí. Hasta que el móvil de Casandra in
Josh los llevó hasta su clínica y les sirvió un trago. El silencio reinó entre los tres y un deje de amargura se instaló en el pecho de Casandra. Susana no era su preferida y jamás serían amigas, pero verla en ese estado abrió una brecha enorme que separaba con creces el pasado y el presente.Lo único que le provocaba era protegerla. Así que envió los mensajes pertinentes, para que Sara se comunicara con su amigo y le consiguiera todo lo que pudiera incriminar a Raúl Díaz, e incluso pidió un informe sobre sus padres. Hizo lo mismo con Hunter, porque tenían que sacarla de ahí.El interfono sonó sobresaltándolos a los tres y cuando Josh respondió, su secretaria le informó que Mónica Durán esperaba fuera. Para sorpresa de Casandra, Josh hizo un gesto de disgusto, pero igual la recibió en la puerta.Vio con pasmo cómo esquivó el cuerpo de su amigo, para colarse por la pequeña hendidura que había dejado libre. Se encaminó con soltura hacia su escritorio y se acomodó en su silla giratoria,
Casandra se acercó un poco más al espejo del ascensor de su edificio para compadecerse de las enormes ojeras que el maquillaje ya no podía ocultar a las dos de la mañana. Pero su nuevo caso lo ameritaba.Un chico fue arrestado y acusado de homicidio en contra de su padrastro; lo que le llamaba la atención era que quienes cubrían los gastos de representación legal era la familia del occiso. No quería sacar conclusiones sin antes verificar toda la documentación, pero todo indicaba que el muchacho era inocente. Una beca deportiva completa le esperaba para entrar a una prestigiosa universidad del extranjero, y tenía que ayudarlo a salir limpio de todo ese embrollo.De acuerdo al detective que llevaba el caso, algo no cuadraba con la escena de crimen y por arte de magia, las innumerables cámaras instaladas por toda la propiedad no grabaron nada esa mañana. La madre del chico tampoco aparecía.Se sentía agotada, pero el leve peso de dos sobres en su mano llamó su atención otra vez. Uno se l
No quería estar allí. Tamborileó los dedos al ritmo de la música electrónica y le sonrió por cortesía a la dulce asiática que le acompañaba esa noche, una doctora amiga de Josh que acababa de volver al país.Miró a Josh suplicante, pero este negó con la cabeza y gesticuló que esperara un poco más. Su amigo era todo sonrisas con Adelle, la chica que llevaba un velo en la cabeza que la identificaba como una futura mujer casada, pero por su comportamiento, mostraba que era lo que menos le preocupaba esa noche.Ella estuvo coqueteando con el médico desde que llegaron al bar, propiedad de una de sus pacientes y amiga de ambos. Lo que estaban haciendo, le pareció una pésima idea desde que Josh se lo propuso.Se enteró por accidente que una pasante de Penal celebraba esa noche su despedida de soltera, y que Casandra había confirmado su asistencia esa noche. Pero la información no se les entregó de manera gratuita, puesto que Esther fue quien hizo las conexiones y tuvo que acceder a pagarle u
Fabio llegó a la pista y sin mediar palabra, la alejó del hombre que le acababa de dar una vuelta y reía con ella, como él lo hizo en el pasado. Esto tenía que acabar o se volvería loco.—Fabio, ¿qué…? —Casandra se le quedó mirando e intentó soltarse de su agarre sin hacer demasiado escándalo.Él sabía que no haría una escena frente a sus compañeros y tampoco le arruinaría la fiesta a Adelle.—Suéltame… —dijo ella, acercándose y con ello, haciendo que él volviera a sentir su aroma, su calor, aunque fuese por un momento.—Camina, mujer —dijo sintiéndose de pronto muy extraño.Una oleada de calor y de frío se apoderó de su cuerpo al mismo tiempo, pero no podía arrepentirse de lo que había decidido en cuanto la volvió a ver. Entró con ella al baño de los hombres en el que apenas se encontraba un sujeto y este sonrió socarrón al verlos. El sujeto se apresuró a lavarse las manos y salió de allí de inmediato sin mediar palabra, pero su mirada de aprobación fue más que suficiente.Fabio deci
Fabio abrió los ojos con un esfuerzo descomunal, aunque la claridad de la habitación le exigió que los cerrara nuevamente. Con las manos, palpó lo que le rodeaba y extendió el brazo hacia su gaveta para buscar algún analgésico.Aún no se ubicaba del todo estando en un hotel y continuaba esperando que pronto saliera la autorización de volver a su departamento, pero como todo trámite burocrático tomaba su tiempo, no le quedaba más opción.Sintió la boca amarga y un olor nauseabundo llegó de pronto a su nariz, lo que le provocó una arcada. Al mismo tiempo, su mano cayó en la nada y eso hizo que se irguiera.Abrió los ojos y aunque le ardieron, hizo otro esfuerzo para comprobar si se había quedado dormido a los pies de la cama. Su sorpresa fue enorme al notar que había vómito en una de las almohadas y estaba a medio vestir.La camisa no solo la tenía abierta, sino que desgarrada, sin varios botones y el pantalón lo llevaba a las rodillas. Y pudo notar la evidencia de que tuvo sexo, porque
El abrazo que recibió de Josh y el alivio que vio en su rostro le llenaron el alma. Era un amigo de verdad y él ya no sabía qué estaba haciendo con su vida. Josh se disculpó con él cuando estaban dentro de la humilde casa del hombre que le ayudó.Este le explicó que llegaron varios autos el sábado por la madrugada en un enorme alboroto, pero no pudo darle detalles sobre los ocupantes de los mismos, aunque la mirada de temor de su esposa y la de uno de sus hijos le fue suficiente como para saber, que aunque tuviesen la información, no se las darían, no a ellos.Josh les entregó una buena cantidad de dinero en efectivo, como agradecimiento por alimentarlo y proporcionarle ropa de otro de sus hijos que estaba fuera del país.—¿Estás seguro de que no te acuerdas? —preguntó burlón dilatando su regreso al auto en el taller del anciano.Descubrieron que su auto estaba allí, abandonado y con las cuatro llantas ponchadas, rayado por todos lados y con un golpe que quebró la luz delantera derech