39. Somos pasado

No mentiría, tuvo pesadillas y el cielo gris que la saludó por la mañana tampoco auguraba un buen día. Casandra se levantó de mala gana después de haber dormido poco y mal. En lugar de azúcar, le puso sal a su café y para continuar con su pie izquierdo, llegó tarde a la audiencia debido al tráfico. Y al final, todo su esfuerzo fue en vano, porque había sido pospuesta por la juez por dos semanas más.

Creía que nada podía ir peor cuando lo vio al final del pasillo y sintió que las piernas no le respondían. Quería correr en dirección opuesta y evitar que la viera, porque de solo escuchar su voz y mirar su sonrisa le provocaban escalofríos.

Ese hombre jamás perdía los estribos ni se salía de su papel al hacerle daño, se mantenía fresco y tranquilo como si dentro de él no existiera mejor aliciente o afrodisíaco que lastimarla. A su frialdad era lo que le temía, nunca sabía cuándo cruzaba la línea con él. Cuando estaban casados, solía sonreír por algún comentario
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