Fabio solía repetirse que amor de verdad era sacrificarse por la felicidad del ser amado, y lo había experimentado de primera mano. Se dijo durante años que el ceder ante la petición de Susana al elegir a Allan fue para que ella fuese feliz. Pero el tiempo pasó y se dio cuenta del grave error que cometió, porque amarla nunca se trató de hacerse a un lado, sino lo contrario; amarla debió ser luchar, batirse en una batalla sin cuartel, demostrar ser el más apto, para así disfrutar de los deleites y satisfacciones que vienen de compartir tu vida con esa persona. Es ser apoyo, no solución. Es complementarse, no hacer el trabajo por los dos. Cuando el otro flaquease, darle un motivo para esforzarse. Ir por todo y no conformarse. Lo hizo mal, porque lo dio todo para al final quedarse sin nada. Esa noche, bajo aquel tormento que caía afuera, llegó a la conclusión de que el amor no debe ser desinteresado, porque de esa forma nunca se valora. Fabio deseó gri
La mañana se filtró por las rendijas, encontrando a Fabio desvelado y de mal humor. Había pasado la noche en el sofá, que durante esas horas de la madrugada parecía más una cama de clavos ardientes. Culpa de Josh, cuyas fotos de Casandra junto a otros hombres no habían dejado de atormentarlo. Las imágenes se habían impreso en su mente, convirtiéndose en sombras que lo perseguían. Claro, eran las otras entrevistas que tenía pendiente y que era muy probable acabaran como la suya también.Intentó alejar su malestar saliendo a correr, pero regresó con el ánimo aún más oscuro. Las llamadas a Casandra habían caído en el vacío del silencio, alimentando su ansiedad con los peores escenarios imaginables.De vuelta en su apartamento, agradeció no encontrarse con Susana, pero no pudo evitar el interrogatorio de Esther en la oficina.—Si me permites decirlo… —Ella hizo caso omiso a su negativa y continuó—, eres un auténtico idiota.Esther asumió el papel de protectora desde que cometió el grave e
Ella no tenía ningún derecho a reclamarle nada y lo tenía claro. Pero la sensación de traición no se iría de su sistema, mientras siguiera teniendo a la vista las bragas negras de marca exclusiva que encontró en la cesta de ropa lavada de Fabio.Le preguntó a Josh en un mensaje si él estaba saliendo con alguien, pero como era habitual en él, le dijo que se lo preguntara directamente. Pero cómo iba a hacerlo si en toda la semana se iba casi al amanecer y volvía cuando ella dormía. Lo escuchaba discutir con gente al teléfono y no tenía idea de cómo abordarlo, porque cuando le dirigía la palabra la trataba con gelidez absoluta.El sábado llegó y por regla a él le correspondía preparar el desayuno. No tenía caso que siguieran enfadados, porque si lo que sospechaba era verdad, la que llevaba en su mano era prueba irrefutable de que ya no quedaba nada de aquel espejismo que alimentó por tanto tiempo, como la idiota egoísta que había sido. Además, Fabio dio su palabra y estaba segura de que
Cuando Fabio despertó, se encontró con dos noticias que le helaron la sangre. La primera, que Casandra le mintió de forma descarada y que Susana se había ido con Raúl sin decirle nada. Lo supo, porque no encontró a la abogada en su apartamento después de lo sucedido la noche anterior y su amiga le dejó una nota sobre la mesa del comedor. Una nota breve y fría que le cayó como una bomba en las manos. No se dio cuenta a qué hora se fue la primera y a qué hora pasó la segunda por sus maletas, y por eso se sintió doblemente burlado. —Así que te usó —dijo Josh con la boca llena de la comida que sobró de ayer. Mirándolo apenas para prestarle más atención al partido de fútbol. —Algo así. —Le lanzó una patada para que dejara de reírse, pero no lo hizo. Así que, resignado, agregó—. Me dijo que todo estaba bien, que no estaba molesta por lo de papá. Que, por el contrario, le vino bien que llegara a la firma una cartera de ese calibre. ¿No la notaste extraña anoche? —En absoluto. A quien sí
El nerviosismo de Fabio al volante le pareció tierno y muy entretenido, pero no dejaba de repetir la última frase de Andrea esa mañana, cuando volvió a su apartamento, sintiéndose culpable por intervenir en la relación o lo que fuese que tuvieran pendientes él y su amiga, Susana: Ten cuidado, Cas. Deja de buscar lo que no se te ha perdido.Y es que por más que intentaba salir del radar del hombre que tenía al lado, parecía que el mundo entero fraguaba un plan en su contra para recordárselo.Ocurrió con Josh y aquella cena, con Gael Andrade, actuando como el zorro de negocios que era y ofreciéndole semejante oferta que él sabía que no podía rechazar cuando el bufete recién iniciaba y necesitaban la credibilidad que un negocio como el suyo podían darle.Encontrarlo en el bar no fue una casualidad y aunque sus conocidos se dieron cuenta, no era la primera vez que tenían que fingir un escenario similar para darle una mano y eliminar competencia femenina o terminar con uno de los hombres
Casandra entró en la sala de juntas con determinación, sosteniendo una carpeta bajo el brazo. Como jefa del bufete Fellini, Herrera & Asociados, se reunía cada lunes con algunos abogados para revisar los casos de esa semana y asignar las tareas correspondientes.¡Sin embargo, no esperaba que al abrir la puerta iba a encontrarse con el hombre que la dejó esta mañana sin avisar! El mismo que la había hecho vibrar con sus besos, sus caricias, sus palabras todo el fin de semana.Ella se quedó paralizada en la entrada, sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Qué hacía él allí? ¿Por qué no le había informado que empezaría a trabajar ese día? ¿Cómo iba a enfrentarse a él sin haberse preparado?Fabio la miró con una sonrisa traviesa y le guiñó un ojo. Ella se preguntó si es que estuvo demasiado ocupada disfrutando de su cuerpo y de su compañía, que no le puso atención a lo que decía.No podía negar que en los últimos días ese hombre se había convertido en una adicción y se había divertido como
—¿Repíteme por qué demonios tengo que ir contigo? —exclamó Josh.Mientras se acomodaba en el asiento de al lado, intentando llamar la atención de la aeromoza al tiempo que hablaba con él. —Porque perdiste la apuesta y porque eres tan buen amigo, que si no soy capaz de avanzar por ese pasillo lo harás por mí.Durante el viaje, sufrieron retrasos en ambas escalas y todo parecía estar conspirando en su contra.—Casandra volvió a llamarme. —Josh le mostró la pantalla medio burlón.Pero Fabio respondió con un gruñido que hizo que su amigo oscilara los ojos en su dirección.Ella lo estuvo evadiendo las últimas semanas, cancelando y moviendo sus planes juntos como si fuese a propósito. Pero lo que más le molestaba es que desde lo ocurrido en la oficina, ella parecía haber retrocedido. Y se hartó. Dejó de buscarla, de mendigar su atención y tampoco le dijo que viajaba para lo de la boda de Susana. Eso, y la función que debía desempeñar en ese viaje, lo tenían de mal humor y
El viento provocó en su cuerpo un estremecimiento que le hizo castañetear los dientes. Fabio intentó calentarse las manos con su aliento, pero lo único que logró con éxito fue tiritar, así que decidió guarecerse de la gelidez del clima dentro de una pequeña iglesia que encontró en el camino. La misa acababa de terminar, así que se sentó en la última fila. El nudo de su garganta aún no lo abandonaba, como tampoco la estúpida esperanza de que ella hubiese corrido tras él al darse cuenta de lo que hacía, o al menos, al anhelo a una llamada de último minuto.Fabio tragó con fuerza y suspiró, agradecido por la tibieza del lugar. Observó a los feligreses salir uno a uno por el pasillo, pero llamó su atención una de las mujeres que recorría su mirada por cada una de las bancas con ansiedad. De pronto, el entusiasmo llenó sus finas facciones.Los movimientos de la mujer cambiaron en la medida que avanzaba hacia él, derrochando sensualidad a cada paso. El pelo entrecano