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17. Duelo de voluntades

La mañana se filtró por las rendijas, encontrando a Fabio desvelado y de mal humor. Había pasado la noche en el sofá, que durante esas horas de la madrugada parecía más una cama de clavos ardientes. Culpa de Josh, cuyas fotos de Casandra junto a otros hombres no habían dejado de atormentarlo. Las imágenes se habían impreso en su mente, convirtiéndose en sombras que lo perseguían. Claro, eran las otras entrevistas que tenía pendiente y que era muy probable acabaran como la suya también.

Intentó alejar su malestar saliendo a correr, pero regresó con el ánimo aún más oscuro. Las llamadas a Casandra habían caído en el vacío del silencio, alimentando su ansiedad con los peores escenarios imaginables.

De vuelta en su apartamento, agradeció no encontrarse con Susana, pero no pudo evitar el interrogatorio de Esther en la oficina.

—Si me permites decirlo… —Ella hizo caso omiso a su negativa y continuó—, eres un auténtico idiota.

Esther asumió el papel de protectora desde que cometió el grave e
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