Probamos las cinco armas, empezando desde la más pequeña hasta la más grande. Era divertido y doloroso si no la sujetabas correctamente, eso lo aprendí a las malas…
La explosión del rifle había sido tan intensa y fuerte que me había impulsado hacia atrás, según Müller con la práctica iría mejorando, pero aquello solo me llenaba de dudas ¿eso significaba que habría próxima vez y porque estaba interesado de que aprendiera a disparar?
Probablemente me encontraba creando una película en la cabeza y aquello no merecía o tenía la importancia que yo le estaba dando.
Como fuese, eso no cambiaba lo emocionante que fue disparar.
—¿Te lastimaste? —preguntó revisando con delicadeza mi hombro que se iba sonrojando poco a poco —parece estar bien.
—Lo está —le contesté, llevand
Maldita, sea. Estaba dispuesta a todo. Me hallaba tan caliente que ni siquiera era capaz de pensar en otra cosa que no fuera, en él montándome con ferocidad.Ni siquiera, me importaba el ardor que emanaba de mis nalgas, al contario, era el propulsor en aquella locura; debajo de las bragas podía sentir el clítoris palpitar por el calor y solo puedo ansiar que me toque de una vez por todas, que acabe con mi tortura y que me destroce.Siento su aliento cálido chocar con mi culo y el material rugoso del que están hechos sus pantalones rozar mis tobillos. Asimismo, a pesar de que no me roza, puedo sentir el fuego de su erección. Tiene la polla gorda y grande, lo suficiente para asfixiarme con ella. Sin embargo, la esconde dentro de su pantalón, negándome tal placer.Mis piernas tiemblan por la espera, pero mi mente se encuentra en otro mundo; uno donde justo ahora me folla fuerte. Sin calentamientos o pre
Era difícil encontrar las palabras correctas para describir lo bien que me sentía, eludiendo el dolor físico, mentalmente me hallaba en paz, relajada como si tuviera veinte años menos; viviendo en una película de romance.Estaba cómoda en aquella cabaña; donde no existía el ruido de la ciudad o los vecinos chismorreando como cada día sucedía. Tampoco había televisor, computadoras o teléfonos; todo en aquella cabaña se resumía en un sofá grande de cuero, una pequeña mesa oscura con dos sillas. En la cocina, había un fregadero de esos que ya no se utilizaban, una cocina con gas un poco empolvada y un refrigerador mediano completamente vacío. Para nuestra suerte, Müller había traído una olla pequeña llena de fideos en salsa blanca, tenía una buena pinta y su olor abría mi apetito.Aún no habíamo
Era el momento justo para irme de aquí, de salir de aquella tonta fantasía. Marcharme para siempre de su vida, era una nueva oportunidad para reanudar mi camino; regresar a la empresa y hacer todo lo imposible porque mi jefe no me despida para que me vuelva a considerar su favorita, para que me vuelva a explotar como siempre lo hacía.Se trataba de la oportunidad exacta para proseguir con mi rutina; casa, trabajo, casa, trabajo. Para volverme a preocupar por las deudas, los impuestos y los costosos lujos a los que había acostumbrado a mi hijo.Era tiempo de avanzar y seguir a los demás; olvidarme de mi opinión propia y obedecer a los estereotipos y reglas no escritas que reinaban mi vecindario, de obedecerle a mi madre y satisfacer sus gustos, aunque estos no encajaran conmigo. Era hora de volver a ser la misma Morgan y no esto; enterrar para siempre esta fantasía…—¿Tienes miedo? —ya no
—¿Tienes miedo, Morgan o simplemente te doy asco? —inquirió.Yo deseaba tener una tijera entre mis manos para poder cortar la tensión que crecía entre ambos, además, debía pensar muy bien mis palabras, no deseaba ser hiriente o grosera, pero la verdad, no poseía ni una pizca de miedo, no obstante, sentía lástima, mucha lástima por él; muy divertido jugar a ser malo, pero llega un momento cuando miras a tu alrededor y el recuerdo constante del daño que has provocado por "tu trabajo" empieza a torturar tu cabezaY el que el señor Müller deseara ser atrapado por el oficial solo confirmaba mi teoría; él no podía más con la culpa que cargaba.—¿En qué piensas? —indagó con más urgencia, parecía desesperado por saber mi opinión.—Yo… Yo no pretendo juzgarte por t
No parecía divertirle que le negara algo. Eso solo lograba que su furia sexual creciera y yo empezaba a amar que se enojara durante el sexo… quería jugar con su enojo.Me apretó más contra la pared, rozando todo su miembro contra mi coño, grité sin esperarlo, no había notado lo desesperada que también me hallaba.Sentirlo duro y latir frenéticamente en mi boca era una experiencia de otro mundo, pero tenerlo en mi entrepierna, azotando con suavidad mi clítoris, con su verga húmeda y dura, era de otra galaxia.—Hace unas semanas —hablé jadeante, su mano se había posado en mi garganta aplicando la suficiente presión para electrificar todo mi cuerpo. No sabía si estaba correcto confesarle mi fantasía de masturbación, no obstante, quería hacerlo. Quería que me cogiera como lo había soñado en la ducha &md
Era lunes por la mañana, ya había pasado un día desde la noche apasionada en la que me entregué en cuerpo y alma al señor Müller, simplemente fue algo magnífico que nunca en mi vida podría olvidar. Las marcas de sus besos tatuaban mis pechos, sus manos masculinas se apoderaron de una manera sobrenatural, Müller había logrado enloquecer mi ser.Al final de cuentas, esto era lo que necesitaba, dejarme llevar por la lujuria y el deseo. Caer en sus garras y ser devorada por una bestia hambrienta, todo eso en secreto… uno que nos seguiría hasta la tumba.Aun, no recibía ninguna carta suya y lo comprendía, debía estar ocupado resolviendo el problema del policía. Sin embargo, una parte demí deseaba que se alejara, que la comunicación entre nosotros se cortara para siempre y otra parte de mi cuerpo, ya lo extrañaba. No sabía qué p
El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. —Alexander Pope.Encerrada en el pequeño cubículo del baño, inhalando el aroma a desinfectante barato. Sintiendo como el corazón se me desborda y las manos no me dejan de titiritar. No hay ni un solo ruido exterior, solo yo, una mujer desesperada escuchando a la chica que llamó alguna vez su amiga, destrozada y rota, porque ha perdido su trabajo por culpa mía, sin ella saberlo.Estaba claro que quemar aquellos papeles traería consigo una serie de consecuencias, pero jamás me pude imaginar que lo pagaría Adeline, ella era muy dedicada en su trabajo y estaba dispuesta a ayudarme en el mío sin recibir nada a cambio; siempre había estado para mí y yo le había fallado.—Lo siento mucho —
El reloj que colgaba en la pared encima del ascensor marcaba ya las 6:30 a.m. y mi cabeza solo repetía una misma duda ¿Ya se habría ocupado del policía? Se trataba de un pensamiento frívolo, lo sabía claramente, pero mi mente constantemente se llenaba de pena al recordar el beso que le robé al policía… en su rechazo y el bochorno por el cual pasaba cada vez que me lo cruzaba.Además, saber que podría ponerme en peligro o arruinarme la vida provocaba algo dentro de mí, difícil de explicar, solo deseaba que desapareciera de mi vida.Pensar en el oficial me ponía muy nerviosa, mi cabeza lo observaba como una amenaza y ya, no podía mirarlo de otra forma…Las puertas del ascensor se abrieron revelando al jefe; su cabeza tupida de cabello se empezaba a teñir con mechones blancos, recordándole al mundo su mortalidad, a pesar de ser todo un magna